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España unida, clama ¡Sí a la Vida!

Nos hallamos ante el gran debate cultural y civilizatorio de estos inicios del  s. XXI: qué «valor» y «posición» otorgamos en nuestra cultura a la vida humana.

Estamos asistiendo a una subversión de los grandes «principios» y «valores» alcanzados por nuestra civilización. El gran adversario a batir: el relativismo.

Tenemos el poder de nuestro voto, tenemos la razón científica, jurídica y moral de nuestro lado. (Gádor Joya, DAV)

Nuestra cultura y nuestra civilización, gracias entre otros a la aportación secular de la tradición cristiana, había situado en la cumbre el valor de la vida humana. Hoy la modernidad, sin demasiado fundamento racional, pretende subvertir ese orden y sustituir esa preeminencia civilizatoria por otros “valores” a todas luces de menor entidad y consistencia.

En la actualidad estamos asistiendo, quizá sin demasiada conciencia de ello, a una subversión de los grandes «valores» alcanzados por nuestra civilización y de los «principios» por los cuales nos habíamos regido hasta el momento. Muchos de nuestros contemporáneos están experimentando en su interior esa grave y seguramente inconsciente subversión cultural. Nos hallamos ante una atrofia del sentido común, ante una mengua de nuestra capacidad de reconocimiento, percepción, apreciación de la realidad, del valor intrínseco de la vida humana, de su dignidad, en los primeros y últimos estadios del ciclo vital humano.

Las circunstancias concretas que puedan concurrir en situaciones de extrema necesidad en las que pueda encontrarse una mujer son humanamente comprensibles y requieren de nosotros y de la sociedad nuestro apoyo y solidaridad empática. Para ello han surgido prácticamente de la nada de la sociedad civil, sin apenas apoyo oficial, diversidad de organizaciones al servicio de la mujer en extrema necesidad. Pero moviéndonos en el terreno de los «principios» por los que ha de regirse una cultura y una civilización  ¿Qué valor concedemos a la vida humana? ¿En qué posición situamos el valor de la vida humana dentro de la escala de valores de nuestra cultura y civilización occidental? ¿Por qué otros «valores» está siendo desbancado el valor, hasta ahora preeminente, de la vida humana? ¿Qué fundamento antropológico, moral y ético sostienen esos pretendidos «nuevos valores» que la modernidad nos propone?¿Qué fuerzas sociales y grupos de presión son los patrocinadores de esa “subversión cultural”, de la banalización y trivialización actual de la vida humana? ¿No estaremos siendo víctimas, presas, de un pretendido progresismo, revestido del más letal relativismo cultural y ético?

Nos encontramos, pues,  ante el gran debate cultural y civilizatorio de estos inicios del  s. XXI. Este es el debate más importante de Europa en la actualidad. El debate no es «político», es «cultural». Nuestras generaciones futuras nos juzgarán por estos debates. La actual ley del aborto es un disparate, un antivalor presidiendo una sociedad. Y eso debe ser corregido cuanto antes. El problema es que tenemos un gobierno que intenta cambiar nuestras conciencias sobre la vida, sobre la persona. Ese es el proyecto, es un proyecto de ingeniería social, global, que  forma parte de un adversario potentísimo: el relativismo, nuestro principal adversario". (Mayor Oreja)

Sí a la vida

Hay quien ciegamente en esa realidad no ve más que un simple amasijo de células informes, o una vida en proceso de decadencia, ya sin apenas valor.

En toda España: éxito rotundo a favor de la vida

Decenas de miles de personas se manifestaron a favor de la vida “desde la concepción hasta la muerte natural” en actos realizados en 80 localidades españolas con un resultado positivo en muchos sentidos: presencia mediática, testimonio en la calle, movilización social y ejemplaridad cívica. Igual que Washington o París celebran su marcha anual por la vida, España se suma también a ella al igual que en muchos países de tradición latina, sobre todo en Hispanoamérica. Sólo hubo 7 u 8 provincias sin manifestaciones o concentraciones. La calle está a favor de la vida. Y confiamos en que cada vez lo esté más.

Familias enteras, desde los abuelos a los recién nacidos, salieron a la calle para simbolizar ese clamor cívico que dirigen a sus representantes políticos, exigiendo un firme compromiso con la defensa del primer derecho humano, la vida, desde su inicio en la gestación hasta la muerte natural, frente al aborto y la eutanasia que tratan de imponerse en nuestra sociedad.

En medio de ese clamor popular se señaló que "la cultura de la muerte" no tendrá la "última palabra", se pidió a los gobernantes “la abolición de toda la legislación permisiva del aborto y el rechazo a aquellas iniciativas que facilitan la eutanasia y la manipulación de embriones”. A los medios de comunicación les solicitaron “difundir una imagen positiva de la maternidad y del embarazo”, e instaron a “todas y cada una de las fuerzas políticas a asumir un compromiso con la vida” en su programa electoral. La doctora Gádor Joya, portavoz de Derecho a Vivir, señaló que  "tenemos el poder de nuestro voto, tenemos la razón científica, jurídica y moral de nuestro lado",  con la intención de que los partidos políticos tengan en cuenta en sus programas electorales el respaldo potencial de las miles de personas que se han manifestado en este país, si en ellos defienden la vida humana.

Se reclamaron políticas de apoyo a la maternidad y de ayuda a las mujeres embarazadas por parte de los poderes públicos, defendieron “el derecho de objeción de conciencia para aquellos profesionales contrarios al aborto y la eutanasia” y exigieron “una protección especial para los discapacitados, los mayores y los enfermos”. Se expresó respaldo a las fuerzas de seguridad que combaten “el terrorismo, los crímenes de sangre y los malos tratos”.

Se pidió un “gran pacto social a favor de la maternidad” para proteger a las "miles de mujeres" que sufren graves dificultades debido a que su maternidad "se convierte en un motivo de exclusión laboral y social", y una ley integral que “garantice” los derechos de vivienda, alimentación, educación, trabajo y “vínculo de apego seguro madre-hijo”, además de un ‘salario base maternal’, que “reconozca el trabajo y riqueza de la mujer madre y del padre en la educación y el cuidado de los hijos”.

Cataluña: Manifiesto en el Día Internacional de la Vida 2011

Por su interés, reproducimos a continuación el documento leído en el acto central de Cataluña celebrado en la Basílica de la Sagrada Familia en Barcelona el 27 de marzo de 2011 y suscrito por las 65 organizaciones que integran el Pacto por la Vida y la Dignidad.

Amar, defender y proteger la Vida en un mundo más fraterno
El Día de la Vida es una conmemoración que une a creyentes y no creyentes. A todos los que se sienten comprometidos con la responsabilidad de humanizar el mundo en el que vivimos. Por ello, y ante este importante evento llamamos a toda la sociedad a una reflexión sobre el valor de la vida humana, y a la exigencia de situar su defensa y protección en el centro de la ética social y de la acción política. En este Día Internacional de la Vida queremos proclamar:

  • Que progresar en la civilización es humanizar el mundo
  • Que el derecho a la vida no es un derecho a libre disposición de los políticos
  • Que amar y defender la vida es proteger a los más débiles e indefensos y hacer avanzar los derechos humanos
  • Que es necesaria una nueva cultura de la vida, en la que Europa ha de ser protagonista
  • Que el Día de la Vida nos urge al compromiso de construir un mundo más fraterno
HUMANIZAR EL MUNDO, PROGRESAR EN LA CIVILIZACIÓN A lo largo de los siglos la Humanidad ha recorrido un camino que la ha llevado progresivamente a encontrarse con la verdad sobre el ser humano y a confrontarse con ella, avanzando en la comprensión de la realidad del hombre y de su dignidad como persona, y en el reconocimiento de los derechos que le son inherentes. Por tanto, avanzar en la civilización es humanizar el mundo y no puede hablarse de progreso si no se avanza en un mundo más humano. Por ello, no cabe la indiferencia ante el sufrimiento y la injusticia, y ante la vulneración de derechos humanos fundamentales, el primero de los cuales es el derecho a la vida.

LA PERSONA HUMANA TIENE UNA DIGNIDAD QUE DEBE SER RESPETADA Y RECONOCIDA El derecho a la vida, y a una vida digna, es consecuencia de la dignidad intrínseca de toda persona, de la que surgen derechos fundamentales, y que implica efectos éticos, políticos y sociales, de manera que la sociedad y las instituciones deben velar por su protección y promoción. Requiere el compromiso de crear condiciones de vida, estructuras de apoyo y mecanismos de tutela jurídica capaces de responder a las necesidades de las personas en los distintos estadios de su vida, y en especial en los de mayor vulnerabilidad. Toda la vida social, política, económica, cultural, médica, técnica y educativa debe reconocer a la persona como punto de partida y buscar con su actividad la plenitud de todo ser humano.
DEFENDER LA VIDA ES VALORAR POR IGUAL TODA VIDA HUMANA, AÚN LA MÁS PEQUEÑA, Y HACER PROGRESAR LOS DERECHOS HUMANOS La calidad humana de una sociedad se mide esencialmente por el trato que da a los más débiles y por su respeto a la dignidad de hombres y mujeres. Una sociedad a la medida de sus miembros funcionales no puede ser considerada éticamente digna y plenamente humana, la discriminación en base a la eficiencia es tan reprobable como la fundada en la raza, el sexo o la religión. Toda persona con independencia de su capacidad y condiciones tiene una dignidad única y un valor propio desde el inicio de su existencia hasta su muerte.
El ser humano en su proceso de génesis, desarrollo y fin debe ser respetado y considerado como persona, pues desde su concepción tiene una estructura biológica que así lo constituye, como nos muestra la ciencia. Por tanto, resulta ya acuciante avanzar en un concepto inclusivo de persona que supere la separación actual entre ser humano y persona, concepto aplicado a los nacidos; una separación ya insostenible intelectualmente y que da lugar a una discriminación ética y jurídica haciendo posible el aborto legal.

La persona, con distintos grados de vulnerabilidad, es una misma a lo largo de toda su vida. Por ello, la abolición del aborto se plantea como un reto para el progreso de los Derechos Humanos y como avance de la civilización. Ha llegado el momento de extender el derecho a la vida reconocido en la Declaración Universal de los DDHH al primer estadio de la vida del hombre, y protegerlo legalmente desde la concepción hasta su muerte.
Asistir a los más débiles significa atender a quienes cuidan de ellos (de niños, dependientes, mayores,…), y no hacer recaer el coste de la crisis económica sobre los sectores más vulnerables de la sociedad.

Todos somos administradores del mundo natural que hemos recibido. Respetar la dignidad de todos, en particular de los más débiles, es una condición del respeto por la naturaleza que reivindica el ecologismo. Si no respetamos a los hombres no respetaremos el resto de la naturaleza.
EUROPA: HACIA UNA NUEVA SENSIBILIDAD Y COMPROMISO CON LA VIDA

Europa debe avanzar hacia una nueva cultura de la vida que ha de plasmarse en las leyes y en las políticas públicas. Respetando la diversidad de nuestros países, entendemos que la defensa de la dignidad y de la vida del ser humano no puede reducirse a la escala nacional y requiere trabajar para hacer emerger en Europa y el resto del mundo una nueva sensibilidad por la vida.

Europa debe rechazar la vulneración del derecho a la vida que supone el aborto, una práctica extendida a toda la Unión, una gravísima herida en las raíces antropológicas del desarrollo humano. Impulsado por el feminismo radical y legalizado en el siglo XX, desde el Derecho se ha ido conformando las conciencias individuales y una cultura favorable que impregna a buena parte de la sociedad europea. Sin embargo, el debate debe volver a ocupar un lugar relevante en la agenda política: por su dimensión ética y también por razones pragmáticas, pues ya es imposible obviar que la baja natalidad lleva a Europa al envejecimiento, la decadencia y a la insostenibilidad de los sistemas de bienestar.
Europa debe mirar desde la verdad la realidad del aborto y afrontar el engaño sistemático sobre la humanidad del feto y la crueldad de las técnicas empleadas que ningún ciudadano civilizado aprobaría. La bella imagen de un bebé no nacido de 10 semanas, menos del plazo en que la mayoría de los países permiten el aborto libre, llama a los ciudadanos europeos a tomar conciencia de la realidad que la ciencia y la técnica nos muestran del ser humano antes de su nacimiento, y a rechazar el aborto como conclusión racional y con independencia de cualquier credo religioso. La verdad, implica reconocer que el aborto daña a la madre y no supone una liberación de la mujer, sino del varón al eximirle de responsabilidad por su conducta sexual.
Una Europa respetuosa con la vida ha de cuestionar sin demora la regulación “de plazos” del aborto -el aborto libre hasta determinado número de semanas-, y dirigirse hacia una regulación que contemple esencialmente la incompatibilidad vital entre la madre y el hijo, y que suponga una autentica abolición del aborto.
Una nueva cultura de la vida significa proteger la vida del no nacido; recuperar el aprecio por la maternidad y la paternidad y reconocer su valor social; apoyar a las mujeres embarazadas en dificultades; promover en los jóvenes el valor del amor, la responsabilidad y el compromiso; y remover las trabas a la conciliación de vida laboral y familia. Amar toda vida humana es proteger especialmente a las personas discapacitadas, los ancianos y a los enfermos terminales con cuidados que hagan posible una muerte natural digna y rechazar la promoción de la eutanasia.
DIA DE LA VIDA, DIA DE LA FRATERNIDAD CON TODOS LOS SERES HUMANOS En el Día de la Vida afirmamos la urgencia de trabajar para construir una auténtica civilización del amor a la Vida y al ser humano, fundamento de una civilización plenamente humana y de un mundo fraterno.
El proceso de globalización en el que estamos inmersos es una realidad humana. Por ello, debe orientarse en términos de fraternidad, y ser gobernado hacia un nuevo orden mundial basado en un núcleo de valores éticos fundados en la verdad, la libertad y la solidaridad.

En esta conmemoración, llamamos a toda la sociedad, a los partidos políticos y a las instituciones a un compromiso sincero con la Vida y a trabajar por la construcción de un mundo auténticamente fraterno. 

Pacto por la Vida y la Dignidad, que integra a 65 asociaciones

Fuente: Elaboración a partir de la información aparecida en diversos medios de la prensa española.


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