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GRAMÁTICA DE LA TERNURA

Recibimos imputs de nuestro entorno, aquello percibido nos afecta; y nos sentimos afectados por ello produciendo en nosotros una sensación de agrado o desagrado. Sentimos, pensamos, expresamos, comunicamos a través de sistemas diversos…

Desde una perspectiva comunicativa, se trataría de sentir, de sentir y vivir onda e íntimamente ese sentimiento emotivo, afectivo que ese algo o alguien despierta en nuestro interior. Ser capaces de expresar y comunicar adequadamente el cariño y la ternura que esa positiva afectación interior ha generado en nosotros.

Tres temas centrales urgen desarrollarse en la sociedad actual: la ternura como el más importante alimento del espíritu humano, el medio ambiente como recurso de vida y bienestar del hombre y, la convivencia como el espacio en que reconociendo que somos diferentes establecemos unas relaciones de respeto y tolerancia y nos movemos en torno a unas relaciones sociales democráticas que se fundamentan en la búsqueda permanente de la paz.

La ternura es un estado espiritual que se comporta como una fuerza mágica, capaz de generar grandes transformaciones y sacrificios: es una sustancia invisible que unifica espíritus y esfuerzos, y genera entusiasmos individuales y colectivos, alimentando de vitalidad procesos de engrandecimiento humano.

La ternura como sentimiento convoca lo colectivo, la búsqueda del bienestar común, la preocupación por el otro y por sí mismo, reconoce las virtudes y las dificultades, las potencialidades y las carencias, identifica las más sutiles diferencias y las respeta; la ternura es la expresión del afecto en una época de crisis de valores en las que la misma vida está en juego.

La ternura es un diálogo poético de seres que se atraen y que se quieren, que se reconocen como iguales y buscan reconciliarse con la vida en lo fundamental y lo superfluo; es por tanto un abrazo amoroso y una caricia placentera, la mirada cómplice y el peso necesario, un sencillo apretón de manos que nos informa que el otro está presente y que se puede contar con él.

madreLa ternura es un encuentro de silencios, de reconocimientos y valoraciones, de unificación de criterios, de consensos y acuerdos, de dialécticas diferencias, de tolerancias y disculpas fraternas y sinceras, de comprensiónes, compromisos y esfuerzos.

La ternura es el sentimiento hecho herramienta de trabajo en el modelado de la condición humana, es la arquitectura de la vida elaborando planos para la construcción de un hábitat de afectos en que una atmósfera de valores positivos nutre el alma sencilla que poseen quienes aspiran a la grandeza. La ternura es el arma espiritual con la que combatimos odios y rencores, egoísmos y envidias, autoritarios y déspotas, mediocres y pusilánimes, deshonestos y bárbaros.

La ternura es reconocimiento de diferencias, capacidad para comprender y tolerar, para dialogar y llegar a acuerdos, para construir colectivamente aprendiendo de los que "no saben", para soñar y reír, para enfrentar la adversidad y aprender de las derrotas y de los fracasos, tanto como de los aciertos y los éxitos.

La ternura es encariñamiento con lo que hacemos y lo que somos, es deseo de transformarnos y ser cada vez más grandes y mejores. Por esto, ternura también es exigencia, compromiso, responsabilidad, rigor, cumplimiento, trabajo sistemático, dedicación y esfuerzo, crítica permanente y fraterna.

La ternura no es, no puede ser, melacería y condescendencia, complicidad en la degradación, en la disminución de sí mismo, en la deshumanización y la barbarie. No, la ternura es hedonismo altruista, entrega y dedicación, erotismo y lúdica, creatividad e imaginación, libertad galopante.

La ternura es la fiesta y el trabajo que llenan el tiempo y el espacio del hombre en su viaje a través de la cultura, en la construcción de su historia colectiva; es la comedia que nutre los momentos de alegría y, la tragedia en la que se enfrenta a sus limitaciones y carencias. La ternura es risa y llanto, ojalá siempre más risa que llanto, más alegría que tristeza, más éxito que fracaso, más primaveras que otoños.

En la escuela, en el movimiento pedagógico, desde hace algunos años venimos hablando de una pedagogía de la ternura. Reconozco la existencia de cientos de personas, que han colocado al centro de sus preocupaciones educativas y personales el afecto como recurso esencial de los procesos de la vida y aprendizaje y, que se han matriculado ellas mismas en un curso de dignificación afectiva, desde el que vienen aprendiendo de la mano de sus semejantes, de su sabiduría, el sentido de la vida como experiencia amorosa, que se crea y se recrea, en el juego, en el placer que éste proporciona y en el axioma incuestionable que la vida, como la letra, con risa y ternura entra.

Extractes i adaptació a partir de: Luz Célida MARULANDA: Gramática de la ternura


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