titulo de la web

Redescubrir las grandezas desde lo más chiquito (1)

Eduardo Galeano Rebelión La República

Espejos. “La realidad desde el punto de vista de los que la historia oficial los suprimió”

En ocasión de otorgársele a Eduardo Galeano el premio Bartolomé Hidalgo a su trayectoria, el prestigioso escritor compatriota ofreció una extensa charla pública de la cual, por su indudable valor, ofrecemos aquí un extenso extracto.

Yo quería compartir con ustedes algunos de los relatos del último libro que cometí que se llama “Espejos” y que está armado sobre seiscientos relatos –no voy a leer los 600, que no cunda el pánico, que no panda el cúnico, que nadie se escape; no hay peligro– voy a hacer una selección de unos pocos textos que me parece que son reveladores de lo que el libro quiso ser o hacer: (muy modestamente), contar nada más que la historia del mundo hasta donde se podía llegar.

Y eso a través de historias chiquitas, no sólo por su extensión sino también porque siempre se me da por mirar el universo pero a través del ojo de la cerradura, o sea, redescubrir las grandezas desde lo más chiquito. Viajando desde lo más chiquito a lo que de veras tiene grandeza (que no es lo más grandote), y recontando la realidad que es, la que fue desde el punto de vista de los que estuvieron pero no fueron recordados porque la historia oficial los suprimió.

Hay un primer relato que ahora voy a leer que de alguna manera sintetiza toda la intención del libro que se llama “El héroe” y que dice así: “Cómo hubiera sido la guerra de Troya contada desde el punto de vista de un soldado anónimo; un griego de a pie ignorado por los dioses y deseado no más que por los buitres que sobrevuelan las batallas. Un campesino metido a guerrero, cantado por nadie por, por nadie esculpido. Un hombre cualquiera obligado a matar, y sin el menor interés de morir por los ojos de Elena.

¿Habría presentido ese soldado lo que Eurípides confirmó después? Que Elena nunca estuvo en Troya; que sólo su sombra estuvo allí.

Que diez años de matanzas ocurrieron por una túnica vacía.

Y si ese soldado sobrevivió, ¿qué recordó?

¡Quién sabe!

Quizás el olor. El olor del dolor y solamente eso.

Tres mil años después de la caída de Troya, los corresponsales de guerra Robert Frisck? y Frank Sevilla nos cuentan que las guerras huelen.

Ellos han estado en varias, las han sufrido por dentro y conocen ese olor de podredumbre caliente, dulce, pegajoso que se te mete por todos los poros y se te instala en el cuerpo y es una náusea que jamás te abandonará”.

El libro se propone hablar de lo no hablado, contar lo no contado. Intenta responder algunas preguntas que me zumban en la cabeza, la mayoría desde hace años ya, ­y que probablemente me van a seguir zumbando todavía­ pero que aquí encontraron una primera tentativa de respuesta como esta pregunta que yo me hice cuando hace ya tiempo tuve la suerte de ver las pinturas rupestres en la caverna de Altamira. Las pinturas rupestres más famosas del mundo en Altamira.

Las vi tendido en una mesa de piedra (como ésta así), y mirando hacia el techo ­porque estaban pintadas en el techo de la caverna­ y entonces, me hice una pregunta, que es la pregunta que está aquí en el texto, que voy a leer ahora: “Están allí pintadas en las paredes y en los techos de las cavernas estas figuras: bisontes, alces, osos, caballos, águilas, mujeres, hombres… no tienen edad. Han nacido hace miles y miles de años, pero nacen de nuevo cada vez que alguien las miras. ¿Cómo pudieron ellos, nuestros remotos abuelos, pintar de tan delicada manera? ¿Cómo pudieron ellos, esos brutos que a mano limpia peleaban contra las bestias, crear figuras tan llenas de gracia? ¿Cómo pudieron ellos dibujar esas líneas volanderas que escapan de la roca y se van al aire? ¿Cómo pudieron ellos… o eran ellas… o eran ellas?

Me hice las pregunta y durante muchos años, estuve leyendo los libros que iban apareciendo sobre el tema y comprobé que la pregunta no era muy frecuente porque a nadie se le había ocurrido la posibilidad de que las pinturas prehistóricas fundadoras de la belleza en el mundo, fueran obra de mujeres.

Y eso no tiene nada de raro, porque las mujeres han sido ninguneadas por la historia oficial y maltratadas por la historia real.

Estamos acostumbrados a condenar con toda razón, las atrocidades que contra las mujeres cometen los fundamentalistas islámicos, pero no estamos tan acostumbrados a enterarnos de que, por ejemplo, la Iglesia católica ­que me formó; yo tuve una infancia muy católica­ prohibió durante siete siglos y medio, hasta hace un ratito (hasta mil novecientos veinte y pico) que las mujeres cantaran en los templos. Y lo prohibió porque las voces de las hijas de Eva ensuciaban la pureza del aire.

Tampoco estamos muy acostumbrados a enterarnos de que la revolución laica por excelencia; la revolución francesa que llegó para fundar la igualdad de derechos en el mundo, proclamó allá por 1793 la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, pero cuando una militante revolucionaria que se llamaba Olimpia de Gouche? propuso una Declaración de los Derechos de la Mujer y de la Ciudadana, la Revolución Francesa le cortó la cabeza en la guillotina.

En otra pregunta que marqué aquí, porque hay muchas historias de mujeres, pero para resolverla con una más…

Cuando yo era chico había… creo que hay todavía una calle llamada Concepción Arenal y yo quería saber quién era Concepción Arenal y nadie me contestaba, nadie sabía quién era Concepción Arenal, así que no tuve más remedio que averiguarlo por mi cuenta y escribí esto sobre ella: “Pasó la vida luchando con alma y vida, contra el infierno de las cárceles y por la dignidad de las mujeres presas de cárceles, disfrazadas de hogares.

Contra la costumbre de absolver generalizando, ella llamaba ‘al pan pan y al vino vino’.

“Cuando la culpa es de todos, es de nadie”, decía.

Y así se ganó unos cuantos enemigos y aunque a la larga su prestigio ya era indiscutible a su país le costaba creérselo, ­y no sólo a su país­ a su época también.

Allá por 1840 y algo Concepción Arenal había asistido a los cursos de la Facultad de Derecho, disfrazada de hombre. El pecho aplastado por un doble corsé, y allá por mil ochocientos cincuenta y algo seguía disfrazándose de hombre para poder frecuentar las tertulias madrileñas donde se debatían temas impropios a horas impropias.

Y allá por el 1870 y algo, una prestigiosa organización inglesas, la Sociedad Howard? para la reforma de las prisiones, la nombró representante en España y el documento que la acreditó fue expedido a nombre de ‘Sir’ Concepción Arenal.

Cuarenta años después, otra gallega ­gallega como Concepción­ Emilia Pardo Bazán, fue la primera mujer catedrática en una Universidad española.

Ningún alumno se dignaba a escucharla, daba clases a nadie…

Algún amigo, de esos perversos que todos tenemos (que nunca falta) me ha dicho: “Porqué no te dejás de joder con las mujeres si ya el sistema te ofreció en bandeja a Margaret Thacher, a Condoleezza Rice y ahora a Sara Paling que parece que es la peor de todas”.

Y de lo que se trata no es de que las mujeres sean mejores que los hombres, sino que el camino hacia la igualdad de derechos ha sido un camino muy duro y todavía está a medio recorrer.

Los derechos no se regalan, se conquistan y no me parece mal recordar que la igualdad de derechos que todavía las mujeres no han conquistado pero que evidentemente se ha avanzado en esa dirección, ha sido el resultado de la tarea de muchas mujeres que se jugaron por eso.


Per a «construir» junts...
Són temps per a «construir» junts...
Tu també tens la teva tasca...
Les teves mans també són necessàries...

Si comparteixes els valors que aquí defenem...
Difon aquest lloc !!!
Contribuiràs a divulgar-los...
Para «construir» juntos...
Son tiempos para «construir» juntos...
Tú también tienes tu tarea...
Tus manos también son necesarias...

Si compartes los valores que aquí defendemos...
Difunde este sitio !!!
Contribuirás a divulgarlos...