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Los medios de comunicación en la socialización adolescente

Resultados de un estudio con jóvenes de Málaga.

Julián Pindado

Los medios de comunicación se han erigido en el tercer agente social de importancia en la socialización adolescente tras la familia y el grupo de iguales, desempeñando una labor mediadora entre ambos. Pese a que su incidencia social es variable en función de los contenidos, el género y la edad, los medios constituyen una rica fuente de información y aprendizaje que nutre de recursos simbólicos a sus experiencias vitales. Por su interés formativo para padres y educadores presentamos a título ilustrativo un extracto de algunos de los datos más relevantes de dicho estudio.

Los medios como fuente de conocimiento social

De acuerdo con el investigador francés Dominique Boullier (1991), la verdadera influencia de la televisión comienza cuando se apaga el aparato. Sus contenidos, mensajes y valores se diseminan por el tejido social e impregnan buena parte de las actividades diarias de la gente. Incide en el conocimiento y la información que se tiene del mundo tanto cercano como lejano, así como en los ritos y prácticas sociales. Un chico ve un programa de televisión de su agrado y al día siguiente lo comenta con sus amigos. Son dos actos que implican: a) la recepción de información y su consiguiente retención, y b) la transmisión-comunicación de la misma en el acto social de la interacción con sus amigos. El proceso es sencillo, pero el acto social con los contenidos televisivos supone una especie de caja de resonancia de éstos con los valores que llevan aparejados.

Los investigadores de los llamados usos sociales han intentado entender el modo en que los significados esparcidos por el tejido social se encuentran presentes en la vida cotidiana de la gente. Cómo en los juegos de los niños en edad preescolar, en sus expresiones y relaciones, se hallaban presentes las huellas de los mensajes televisivos. Los mensajes de la televisión dinamizaban la vida de una familia.

Los contenidos mediáticos desempeñan una función social fundamental, constituyendo buena parte del alimento “espiritual” de las nuevas generaciones. De ellos se habla con los amigos, suscitan discusiones y permiten consolidar lazos y vínculos sociales. Es una especie de sociabilidad en espiral que propaga lo que emana de los medios de comunicación. No cabe duda de que el imaginario colectivo se halla cada vez más repleto de significados y símbolos deudores de esos medios. Y en el caso de niños y adolescentes, al encontrarse en un etapa vital de su desarrollo, la información y los valores que incorporan procedentes de ellos debe ser lógicamente inmensa.

Algunas investigaciones han puesto de relieve las consecuencias que a largo plazo poseen los medios por su capacidad de diseminar valores y conocimientos. En tal sentido, actúan de modo similar a un agricultor sembrando trigo, esparciendo semillas a lo largo de la tierra habitada, en este caso, por la audiencia juvenil. Puede decirse, que lo mediático como fenómeno, en especial la televisión, ha impregnado buena parte de las actividades cognitivas y sociales de aquellas generaciones cuya fuente informativa debe mucho a la pantalla. En buena medida, se puede afirmar que los medios han sustituido a otras fuentes de información y aprendizaje.

Sin embargo, para conocer la verdadera influencia de los medios no basta con quedarse en el orden de los contenidos. En el ejemplo anterior, la cantidad de semillas del agricultor no determina necesariamente la dimensión de la cosecha recogida: hay otros factores referidos a la tierra en la que aquéllas se expanden y que deben ser analizados. Con frecuencia se olvida que el texto es sólo una cara de la moneda, por lo que es preciso trascender el orden de los contenidos para llegar al de la recepción. Si se quiere conocer la verdadera influencia de los medios hay que acercarse a los receptores que son quienes reciben, interpretan y usan los mensajes.

La función socializadora de los medios

En mi opinión, el estudio de la vinculación entre los adolescentes y los medios de comunicación debe efectuarse desde la perspectiva del rasgo característico de este grupo de audiencia, la socialización. Aspecto éste de vital importancia en la elaboración de la propia identidad juvenil. Pero ubicar su función socializadora supone, al menos: a) examinar el papel desempeñado por los medios entendidos como fuente de información y aprendizaje social en relación con los otros importantes agentes sociales; y b) tratar de conocer en qué medida el grado de credibilidad y realismo otorgado a determinados contenidos implica una mayor capacidad sociocognitiva de éstos.

Como han puesto de relieve diversos investigadores en la adolescencia, los pares y los medios aparecen como recursos informativos esenciales, sustituyendo a la familia y a la escuela en aspectos relevantes. Es un periodo en el que aumenta el interés por buscar fuentes de información alternativas a las paternas y escolares, siendo los pares y los medios de comunicación las principales. A su vez, la interacción con iguales y el contexto social influyen en el modo en que los adolescentes se relacionan con los medios, en su consumo y gustos. Es importante resaltar que la red social de amigos y compañeros de colegio aparece como el verdadero mediador en la inclinación hacia unos u otros contenidos mediáticos, así como en los hábitos y tendencias de moda. Puede decirse que entre los medios y los pares hay un camino de ida y vuelta, en la medida que los primeros intervienen, es decir, median en las relaciones con los iguales; y, a su vez, los segundos inciden en los diferentes modos de vincularse con aquellos. Se da, en suma, una alimentación mutua.

En un estudio con adolescentes malagueños, realizado por quien esto escribe, se ha querido conocer el peso socializador de distintos agentes sociales con la finalidad de obtener una imagen más precisa del papel desempeñado por los medios de comunicación. Para ello se seleccionó y agrupó en tres grandes categorías una serie de temas importantes apuntados por adolescentes de ambos sexos:
- Categoría primera: se refiere a una serie de aspectos relativos al ocio y la cultura moderna (moda, música, cine, televisión).
- Categoría segunda: gira en torno a la salud y a la información sexual.
- Categoría tercera: alude a los valores y las habilidades sociales (comportamiento, relación con el sexo opuesto, pareja y relaciones personales).

Desmitificando el poder de los medios

Los resultados muestran el gran peso socializador de la familia y los pares, con los medios de comunicación como mediadores entre ambos y tercer agente social importante. También dan fe del escaso peso de la escuela en la socialización de las actuales generaciones: ésta cuenta en el aprendizaje conceptual pero no en el social.

Básicamente, los medios son una importante fuente de información en temas referidos al ocio y la cultura moderna o electrónica, así como en los patrones estéticos, constituyendo tras los pares el principal recurso del aprendizaje social. Por el contrario, en aquellos otros temas relacionados con las habilidades y los valores sociales, los medios cuentan bastante menos. El referente social es el grupo de iguales, reafirmando el poder mimético de la pandilla y el grupo de pares en las tendencias y gustos de entretenimiento. Tras ellos, los medios de comunicación conforman la otra fuente de información relevante. En cambio, padres y profesores, es decir, el mundo adulto, poco tienen que decir sobre las tendencias actuales en ocio y lo que podríamos llamar cultura electrónica.

En educación sexual, los resultados de la investigación ponen de manifiesto que tras varios años de supuesta educación sexual en las escuelas y de importantes cambios en los modelos familiares tras la llegada de la democracia, el aprendizaje de la sexualidad, tanto para chicos como para chicas, sigue encontrándose en gran medida en manos de los amigos. Tras ellos, los chicos sitúan a los medios. En cambio, las chicas confían más en los padres. Todo parece indicar que la mayor confianza por parte de los chicos se relaciona con la utilización de los medios sin supervisión paterna alguna, donde el muestrario de exhibiciones eróticas y pornográficas, tanto en canales televisivos como en Internet, atrapa la atención de los jóvenes receptores masculinos.

En valores y habilidades sociales, los medios aparecen con bastante menor peso. Lo que significa que los adolescentes no se acercan a los medios de comunicación para saber cómo apañárselas con los demás. Es algo sintomático, puesto que sirve para desmitificar su papel socializante. En temas de gran valor en el aprendizaje social, como la problemática familiar, las relaciones personales y el comportamiento tanto general como con el otro género, los medios ven supeditado su papel al de los dos importantes agentes sociales, los padres y el grupo de iguales. Estos resultados coinciden con los del sociólogo Javier Elzo (2000), para quien la familia aparece como un referente obligado en la vida social de los adolescentes. Según otras investigaciones, sin embargo, no parece que su formación en valores se deba tanto a los medios de comunicación. Pese a tratarse de una edad en que la curiosidad y disposición a lo nuevo es una constante, eso no significa que lo acepten todo.

Aprendizaje social: familia y pares por delante de los medios

Dos espacios sociales aparecen como diferenciados en el proceso de socialización de los adolescentes, el grupo de amigos y la familia. En ambos intentan abrirse paso hacia el mundo adulto. Pero hay importantes diferencias. El grupo de iguales es un lugar más informal donde ensayar identidades, pero cuando la inseguridad ante lo que procede de sus pares les hace cuestionarse algunas de las respuestas que se originan en ese ámbito, la familia emerge como un espacio en el que orientarse, un lugar de garantía. Los pares son la fuente de información principal en temas de ocio y cultura electrónica, pero los padres lo son en habilidades sociales decisivas en la construcción de la identidad adolescente. Ellos siguen confiando en lo que emerge de la institución familiar en cuanto a modo de vida y futuro. En el grupo de amigos se establecen unas relaciones horizontales, de igual a igual, lo que les proporciona libertad a la hora de probar experiencias nuevas sin temor al control paterno.

¿Y los medios de comunicación? A estos corresponde el papel de mediadores entre padres y pares. Como tercera agencia socializante desarrolla formas de conocimiento y apropiación específicas que difieren de los otros espacios sociales. Los adolescentes no confunden dichos lugares, pues se trata de universos diferentes con competencias igualmente diferentes. Los medios intervienen en aspectos informativos y formativos, en cuestiones relacionadas con el conocimiento personal y social, pero con un papel en cierto modo arbitral, una especie de “tercera vía” por la que circulan muchos conceptos y temas de interés. Y en la relación que establecen con los medios, la mente del adolescente actúa a modo de un diafragma que se abre y se cierra en función de la mayor o menor cercanía respecto a sus contenidos. No cabe duda de que como tercera instancia socializadora los medios desempeñan una función esencial, pero sin olvidar que el grupo de iguales y la familia son los primeros agentes socializadores.

La competencia comunicativa y la capacidad para no confundir llevan a los adolescentes a diferenciar los escenarios de tal manera que lo que les vale para tratar con los medios no les sirve para hacerlo con los adultos o con sus pares. Los adolescentes poseen una alta capacidad para discriminar los distintos mundos de la vida. En cada mundo de la vida ponen en juego un saber hacer, una competencia pragmática, que les lleva a no mezclar los requerimientos específicos. Los escenarios de socialización no se mezclan. Lo que la pantalla muestra puede ser o no ser digno de retención, pero es claro que ellos la ven como un ámbito de interacción más en sus vidas que proporciona relatos y placeres que alimentan su experiencia.

Como dato para la preocupación resalta el escaso peso de la escuela en aspectos decisivos de la educación social. Era de esperar que en temas de cultura moderna y ocio, la escuela apenas contara, pero que no lo haga en relaciones personales, comportamiento con el otro sexo o valores de pareja y familia, significa el escaso poder de la educación formal para incidir en la socialización de aquellos. Es este un aspecto que debería hacer reflexionar a las administraciones. En nuestra opinión estos resultados suponen un síntoma alarmante por cuanto dan fe de la escasa capacidad de la educación para ir más allá del aprendizaje de contenidos de los que los chicos van a examinarse. Los centros educativos no son más que lugares por los que hay pasar para obtener títulos o trabajo.

Realismo y aprendizaje social

Esto significa que las cuestiones que gozan de mayor credibilidad entre los adolescentes en los medios son, de una parte, las de carácter informativo y documental y, de otra, las relativos a patrones de belleza, moda e imagen.

El segundo grupo, que configura una zona intermedia de credibilidad, está formado, en primer lugar, por lo referido a la conducta sexual; y en segundo lugar, por lo relativo al amor, la amistad y las relaciones personales; y, por último, por los rasgos y el modo de ser de hombres y mujeres. Finalmente, en el extremo opuesto de credibilidad se hallan los temas que tienen que ver con la vida familiar y la problemática del mundo juvenil. Sin embargo, también en este caso las chicas son más proclives a creer en lo exhibido por la pantalla que los chicos. A la vista de estos resultados, se puede afirmar que el género y la edad son los auténticos filtros en relación con lo mostrado en la pantalla.

En definitiva, los datos revelan que temas tan importantes en la configuración de valores sociales como la identidad de género, los problemas juveniles y las relaciones con el entorno familiar son vistos con un cierto escepticismo. El “mundo de la vida”, es decir, la experiencia vital, resulta decisiva a la hora de leer lo reflejado en la pantalla.

El valor mediador de los medios

A la luz de estas conclusiones, se puede afirmar que los medios están, valga la redundancia, en medio. En medio de los pares, de una parte, y del mundo representado por la familia y, en menor medida, por la educación, de otra. Que los medios median es una conclusión consistente con un cierto alejamiento de posiciones maximalistas que otorgan la primacía al medio, en unos casos, y la total capacidad gestora al receptor, en otros. El significado se escribe a medias entre el producto y el consumidor, entre el texto y el lector. Sin la colaboración del destinatario, el texto no encuentra significado.

Cuando un adolescente utiliza retales de textos audiovisuales para entablar una comunicación, para divertirse o para aprender, la interpretación debe aparecer como un acto previo. Al menos cierta interpretación. El receptor toma posición ante el texto-programa, se sitúa ante él y ejerce una especie de danza de acercamiento-alejamiento, de encuentros y desencuentros, en función de su “mundo de la vida”. Es esto lo que se ha observado en la actitud del receptor adolescente.

Con todo, lo señalado son sólo algunas conclusiones provisionales que deben ser ampliadas con las aportaciones decisivas de los nuevos medios, pues el explosivo crecimiento de Internet está haciendo las veces de maestro de ceremonias de una nueva cultura que los jóvenes abrazan mucho más rápidamente que los adultos. De ahí la importancia de conocer el modo en que esa nueva cultura, mediática y electrónica, es incorporada en sus vidas cotidianas. Los antiguos griegos definían los libros y las bibliotecas de una manera estimulante: alimento para el espíritu. Las generaciones actuales se alimentan de tantos lugares, beben de tantas fuentes, que seguimos sin saber cómo se halla dispuesta una cabeza moldeada de manera tan diferente a la de las generaciones que les precedieron.

FUENTE: TELOS. Cuadernos de comunicación, tecnología y sociedad nº62

Para acceder al estudio completo: https://telos.fundaciontelefonica.com/telos/articuloperspectiva.asp@idarticulo=1&rev=62.htm


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