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Abocados a comunicar e interpretar (I)

No podemos no comunicar, no interpretar: la ineludible aptitud antropológica para interpretar la realidad, para atribuirle significado

  • Todo nuestro ser, nuestra postura, nuestra actitud, nuestros gestos, nuestras expresiones o nuestros silencios, nuestras atenciones o nuetros desvelos... pueden resultar pura comunicación para el otro.
  • Al individuo, a cada individuo, le resulta imposible no interpretar la realidad.
  • El individuo está «condenado» por su misma naturaleza a dar sentido a todo aquello que ve, siente y experimenta.

Todo acontecimiento de que el individuo es directa o indirectamente partícipe sirve de estímulo para la creación de significados.

El individuo está «condenado» por su misma naturaleza a dar sentido a todo aquello que ve, siente y experimenta.

Individuo, comunicación, entorno, estímulos, retos, interpelaciones, respuestas... La vida humana es enormemente compleja, pero en sí también es comunicación. Ni el entorno ni las personas somos neutras. El entorno nos afecta, nos interpela. Y nosotros nos sentimos afectados e interpelados. Se ha afirmado que “todo es comunicación”.  Con el texto que presentamos a continuación pretendemos contribuir a tomar una mayor consciencia sobre cómo ese “todo” actúa y ejerce su influencia sobre los destinatarios de la comunicación.

Recibimos de nuestro entorno una gran variedad y diversidad de estímulos. Todo ser humano, todo ser viviente, vive en una continua situación de intercambio con el ambiente; con el propio ambiente y con las personas, tanto de cosas materiales tangibles como de «cosas» no tangibles ni cuantificables. Nuestro cuerpo, nuestra psique, nuestra realidad más íntima están continuamente recibiendo estímulos de todo tipo: visuales, táctiles, auditivos, olfativos, sensaciones, intuiciones, premoniciones, presentimientos, sospechas… Los seres humanos estamos abocados a comunicar con nuestro entorno, con las personas de nuestro entorno y con los otros seres y cosas que forman parte de nuestro entorno. Ese entorno a menudo nos interroga, nos interpela, nos cuestiona, nos desafía, nos plantea “preguntas” y a ellas de una u otra manera intentamos “responder”: inhibiéndonos o proactivamente, con palabras unas veces o con silencios, con acciones, gestos o actitudes... con nuestra conducta, con nuestras disposiciones, con nuestro comportamiento… Todo nuestro ser, nuestra postura, nuestra actitud, nuestros gestos, nuestras expresiones o nuestros silencios... pueden resultar pura comunicación para el otro. La comunicación con las personas adopta una gran variedad de registros y formas… Comprensión, expresión, pensamiento, lenguaje, comunicación. Gestos, sonidos, palabra, lenguaje... A menudo se ha definido al ser humano como «Homo loquens», el ser que habla, que se expresa, que se comunica. La comunicación constituye parte esencial de nuestra idiosincrasia antropológica. Forma parte esencial de los procesos intra-subjetivos e inter-subjetivos, en las relaciones humanas.

El ser humano tiene la capacidad de interpretar la realidad. Al individuo, a cada individuo, le resulta imposible no interpretar la realidad. Es decir, existe una «aptitud humana para dar significado», para hacer una lectura amplia y contextualizada de los acontecimientos y preguntarse el por qué de todo lo que acontece. Aunque el significado que cada individuo atribuye a la realidad es personal, y por consiguiente único, cada cultura modula la forma de interpretar la realidad que practican sus miembros. Se postula la existencia de una verdadera competencia, «obligación» o instinto que irremediable y automáticamente impele a cada individuo a interpretar la realidad que le rodea. El individuo está «condenado» por su misma naturaleza a dar sentido a todo aquello que ve, siente y experimenta. Esa comunicación puede establecerse a nivel más o menos superficial o profundo. Siempre será bueno tomar consciencia sobre las posibilidades y obstáculos que puedan presentarse a la hora de intentar comunicar con los demás. A veces no es fácil “comunicar” con personas que se encuentran en situación de necesidad.

Para aquellos que pretendan mejorar su propio modo de relacionarse con los demás presentamos unas nociones elementales que nos ayuden a comprender mejor la complejidad, amplitud y posibilidades de comunicación que nos ofrece el entorno. Una reflexión general sobre la manera que cada uno posee de comunicarse con los demás y con su entorno, con el deseo de que tal reflexión contribuya a una mejoría de nuestras capacidades comunicativas que redunden en la calidad de las mismas.

1. El individuo en continuo intercambio con el ambiente

Todo ser humano, todo ser viviente, vive en una continua situación de intercambio con el ambiente; no es posible imaginar a un individuo que logre vivir sin ningún tipo de intercambio con el propio ambiente y con las personas que lo habitan. Por «intercambio» se entiende la situación en que un individuo recibe y da algo, en un particular momento, en el contexto en que vive y en la red de relaciones en que está inserto.

Tal intercambio puede ser inherente tanto a la dimensión material de la existencia como a la inmaterial. Con esto se entiende que el individuo intercambia, con el ambiente y con las personas tanto cosas materiales tangibles, cuantitativamente definibles (alimentos, materiales, objetos, etc.), como «cosas» no tangibles ni cuantificables (sentimientos, sensaciones, informaciones, etc.).

2. La interpretación de la realidad

El individuo aprende, en el curso de su propio desarrollo y de su propia maduración intelectiva, emotiva y psicológica, a interpretar cada acontecimiento y realidad del propio ambiente vital, a descodificar los diversos intercambios de que es partícipe y a interpretar todo lo que sucede en torno suyo. Aprende, por ejemplo, a descodificar los mensajes verbales que le envían otros individuos y los comportamientos de las personas con quienes se relaciona.

El individuo no podría vivir si no poseyera numerosos sistemas de descodificación y de interpretación de la realidad; en efecto, un individuo tal no existe. La capacidad de interpretar la realidad puede ser definida como «aptitud humana para dar significado», su esencia consiste en hacer una lectura amplia y contextualizada de los acontecimientos particulares y preguntarse el porqué de todo lo que acontece.

3. Cultura y comunicación

Aunque el significado que cada individuo atribuye a la realidad y a los comportamientos de los demás es personal, y por consiguiente único, en cualquier caso, es innegable que en toda sociedad existen códigos y reglas comunes de interpretación.

Esto determina unos modos comunes de entender la realidad, los eventos y los comportamientos tales que se puede presumir que cada individuo perteneciente a una determinada cultura reacciona de un modo análogo a otros individuos en la descodificación e interpretación de la realidad misma. En otras palabras, se puede afirmar que la cultura de pertenencia determina modalidades análogas y generalizadas de fruición y descodificación de la realidad, que se traducen en modos parecidos de entender los diferentes acontecimientos y los comportamientos de los demás individuos en el curso de las relaciones interpersonales. Si se toma, por ejemplo, el caso de un individuo que durante una reunión se levanta y sale de la sala dando un portazo, se puede presumir que los demás individuos presentes interpretan este comportamiento como un gesto de desacuerdo. La cultura de pertenencia determina, pues, aunque no completamente, el modo en que los individuos dan significado a los acontecimientos de la realidad y a los comportamientos de los demás individuos.

4. La coacción a atribuir significados a la realidad

La actitud humana para atribuir significados no hace la debida justicia a la riqueza de informaciones e intercambios que cada individuo saca del ambiente. Para buscar las razones de tal riqueza es necesario postular la existencia de una verdadera y propia «coacción para atribuir significados», entendiendo por ello una especie de «obligación» o instinto que irremediable y automáticamente impele a cada individuo a interpretar la realidad que lo rodea, haciendo así tal realidad «significativa» en todos sus aspectos.

Se puede afirmar que todo acontecimiento de que el individuo es directa o indirectamente partícipe, y del cual, por consiguiente, posea una consciencia, aunque sólo sea vaga y transitoria, sirve de estímulo para la creación de significados. Nada pasa completamente inobservado, tanto más si concierne directamente a la persona, a su vida, o sus relaciones con los demás. El individuo está «condenado» por su misma naturaleza a dar sentido a todo aquello que ve, siente y experimenta, y esta «condena» es lo que explica realmente qué es y en qué consiste la comunicación. Al individuo, a cada individuo, le resulta imposible no interpretar la realidad, así como le resulta imposible no comer o no dormir: tal obligatoriedad es lo que representa la esencia del concepto de «coacción».

Fuente: MAMBRIANI, S: La comunicación en las relaciones de Ayuda.

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