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La fuerza de nuestra presencia activa

La humanidad se encuentra en un momento crítico... Las decisiones que tomemos marcaran los acontecimientos para las futuras generaciones. Nuestra presencia activa en el mundo puede contribuir a hacer más efectivo el cambio “radical” que la sociedad necesita. Necesitamos una transformación tanto colectiva como individual. La fuerza del espíritu es necesario para poder cambiar las estructures de cara a paliar el sufrimiento del mundo. Que la energía que cada uno de nosotros seamos capaces de insuflar en el mundo haga posible la construcción de un mundo mejor, un mundo con mayor armonía, más paz, más comprensión, más justicia para todos... (Berta Meneses, maestra zen)

Veíamos aquí (ver aquí) la presión y la fuerza de lo que se nos pretende imponer a través del "nuevo orden mundial". Los grandes del mundo reunidos en Davos y diseñando las políticas que se irán implementando en el futuro inmediatro. La agenda 2030 como horizonte a medio plazo. Algunos objetivos de la misma ciertamente loables, otros francamente desenfocados y humanamente regresivos. En relación a nuestra clase política: necesitamos superar cierta mediocridad en la que parecen instalados nuestros actuales aspirantes a gestores públicos. Precisamos políticos que nos representen dignamente y que rezumen autenticidad y credibilidad. La vida pública necesita de políticos coherentes, consecuentes con sus ideas y con sus acciones, personas nobles, cabales, honestas e íntegras. Y nosotros pequeños ciudadanos de a pie a menudo invadidos por la sensación de impotencia ante tanta presión ambiental por parte de un «sistema» que está maniobrando sin parar, intentando encorsetar hasta nuestros más personales ideales de vida. Si se nos hubieran mostrado la gran influencia que tenemos sobre nuestra vida y la de las demás personas, se nos habría despertado un sentido de responsabilidad en la construcción del mundo humano y comprenderíamos que el futuro de unos, será el futuro de todas las personas.

Pero también sentimos que frente a la dictadura de la gobernanza global diseñada por los poderosos del mundo, si nos unimos, nuestras pequeñas acciones pueden tener su impacto y resultar importantes. O la vida la construimos nosotros o nos la construyen los demás. A menudo a nuestro alrededor se producen hechos, acontecimientos y realidades en torno a las cuales no podemos quedar indiferentes, ante los que debemos romper las cadenas de nuestra indiferencia. O actuamos nosotros o sufrimos la actuación de otros sobre nosostros. La política o la haces tú también o sufrimos la que otros hacen. Para que el mal triunfe es necesario que los hombres buenos no hagan nada. Se ha escrito que cuando los malos se combinan, los buenos deben asociarse; cuando los malvados maquinan, los buenos debemos asociarnos. Uno a uno somos vulnerables; y estamos indefensos. Unidos somos más fuertes y podemos resistir y hacer frente al mal. Nuestras acciones en el mundo construyen su belleza... Con nuestros actos podemos contribuir a hacer más bello y más humano el mundo... Como la gota de lluvia que va penetrando en tierra, o la pequeña gotita de agua que ayuda a rellenar el recipiente, o nuestro pequeño gesto de solidaridad que contribuye a disminuir el sufrimiento del otro, o el diminuto granito de arena que junto a otros muchos constituye el basto desierto... Muchas personas creemos que, aunque nuestra acción pueda parecer insignificante, tenemos cierta capacidad de actuar sobre el mundo, a través de la eficacia de nuestras pequeñas acciones cotidianas. Esto nos hace darnos cuenta de la responsabilidad de nuestra acción en la mejora de la sociedad, puesto que no la vemos como inútil ni superflua. De esto trata la obra que a continuación presentamos: El poder de nuestra presencia. Una guía de coaching espiritual. Un libro de Miriam SUBIRANA, con prólogo de F. MAYOR ZARAGOZA, director general de la Unesco entre 1987 y 1999.

El ser humano ha sido creado para llegar a la luz desde la oscuridad, a la realidad desde la irrealidad, a lo absoluto desde lo relativo, a la inmortalidad desde su muerte. Su tarea, así como su derecho natural, es llegar a “contemplar”. Incluso aunque no lo sepa así, con perfecta claridad. Una vía conducente a esa meta consiste en morar en calma en la profundidad, en transparente atención, en pura presencia. GISELA ZUNIGA

Prólogo de Federico Mayor Zaragoza

«Sembrar semillas que impulsen a la gente hacia un cambio radical.»

Miriam Subirana nos invita en esta obra a reflexionar sobre nuestro impacto en el mundo como barómetro del poder de nuestra presencia. ¿Cuál ha sido este impacto? Hasta ahora, nulo. Hoy, muy escaso, pero la participación no presencial, es decir, la “presencia no física” puede cambiar, en poco tiempo, no solo el dominio e imposición de unos pocos sobre muchos, sino los mismos pilares de la democracia, haciéndola genuina, haciéndola representativa de la voz de los ciudadanos.

De todas las presencias, que deben ser todas pacíficas, la más importante es la solidaria, la “amorosa” en palabras de la autora, porque implica reciprocidad, compromiso, implicación. Pero, a este respecto, es especialmente relevante la “presencia transformadora”, que requiere una serie de valores que se explicitan en la obra: confianza, apertura y transparencia, adaptabilidad, accesibilidad y humildad, inocencia (“presencia sin corazas”), amistad (“el encuentro”)… De todos estos valores considero particularmente importante la accesibilidad, ya que la limitación actual de tantos y tantos seres humanos a acceder a la nutrición, al agua, a los servicios sanitarios, a la vivienda erosiona y reduce la calidad de vida y, por tanto, el pleno ejercicio de las facultades distintivas de nuestra especie. Sin capacidad de participación, reducidos a la condición de testigos resignados de lo que acaece, distraídos, los ciudadanos no pueden contribuir a las transformaciones esenciales que los albores de siglo y de milenio requieren.

¿Qué hace y cómo vive sus logros y creatividad una persona con presencia transformadora? La presencia “creativa”, la que transforma los sueños en realidad «rompiendo el límite de lo imposible» –en palabras de la presidente de Brasil Dilma Roussef–, es sin duda la de mayor trascendencia porque establece nuevas trayectorias, nuevos rumbos, porque permite la evolución y se enfrenta a la inercia, tan perniciosa.

Y, al final, el libro nos describe el origen de la presencia y de su poder en cada persona. Incardinada en transitorias estructuras orgánicas, la vida humana se caracteriza por la exclusiva capacidad de pensar, imaginar, adentrarse en el espacio infinito del espíritu. Y es desde aquí desde donde se proyecta la presencia, desde el poder interior, del que es preciso ser plenamente conscientes para su oportuna utilización. Y para la confianza en uno mismo, condición imprescindible a fin de que la presencia sea “efectiva” en las dimensiones personales (internas) y colectivas (externas, relacionales). Lo ideal es conseguir los beneficios de la “presencia recíproca” (en uno mismo y en los demás).

Atreverse a saber y saber atreverse: hace años lo describí en Mañana siempre es tarde. Al llegar a Oxford en 1966, leí en el emblema del condado: Sapere aude. Sí: es necesario conocer, saber. Y Oxford es un símbolo de aprendizaje, de educación superior. Pero después es necesario atreverse. El riesgo sin conocimiento es peligroso, pero el conocimiento sin riesgo es inútil. ¿Por qué no nos atrevemos? Por miedo, un sentimiento inhibidor que desde la infancia se promueve por un cuidado familiar más negativo y prohibitivo que positivo, que facilita, estimulante. Y luego, el poder público que, con excesiva frecuencia, amenaza más que promueve. Y las religiones que, si bien todas ellas se hallan basadas en el amor y la solidaridad, tienen con frecuencia unas jerarquías y oficiantes que hablan más del infierno (¡eterno!) que de la luz, la paz, la sabiduría.

Por ello, la Declaración Universal de los Derechos Humanos, punto de referencia permanente para la presencia influyente e inspiradora, establece en su preámbulo que su puesta en práctica «liberará a la humanidad del miedo». Presencia intrépida, audaz, a tiempo.

Miriam Subirana viene fortaleciendo, en una trayectoria evolutiva, original e infrecuente, su “presencia íntima”, los principios éticos en los que se asienta y anida la conducta cotidiana. Es una escritora excelente y, además, una buena artista. Sus pinturas traducen la tensión espiritual, que le proporciona fuerza expresiva por la palabra o por la imagen. Su voz es pausada, como si desgranara cada sílaba. Sabe escuchar. He visto a Miriam sembrar en surcos cavados en eriales. Viandante a contracorriente no ceja en sus propósitos, en la ampliación y difusión de sus cavilaciones. No renuncia a intentar dar respuesta a las preguntas esenciales. «Debes distinguir –escribe– la diferencia que hay entre la realidad del mundo de tu mente y el mundo de la realidad que te rodea y en la que vives. ¿Con quién te relacionas, con la persona real o con la imagen que has interiorizado de ella en tu mente? ¿Estás abierto al cambio de imagen y, por tanto, a ser sorprendido por una nueva realidad “más real”?»

«Se transforma desde la aceptación y el amor», no desde la violencia o desde la irritación. Nunca más espectadores. «Debemos darnos cuenta, porque en ese darse cuenta radica la posibilidad del cambio: de un cambio de actitud, de consciencia y de motivación en la acción para pasar de ser consumidor espectador a ser actor donador y servidor. El amor es una energía sanadora y revitalizadora.»

Ante la situación del mundo actual, con tantas asimetrías e injusticias, «¿qué tipo de presencias necesitamos tener para cambiar esta espiral de pobreza, violencia y desarmonía?»

Es preciso com-partir. Partir con los demás. Com-padecer. Des-vivirse. Es preciso no dejarse atrapar por la rutina, por el pesimismo. La desmesura creadora es nuestra esperanza. El por-venir, me gusta repetirlo, está por-hacer. Inventar el futuro para legar a las generaciones venideras la Madre Tierra y las condiciones de vida que merecen. (...)

Nelson Mandela dijo que para cambiar el mundo, debemos cambiar primero nosotros mismos. La autora lo ratifica así: «Conviértete en un motor de cambio. No temas. Encontrarás a nuevos amigos en el camino que te comprenderán y acompañarán en el cambio. Sus presencias, hasta ahora invisibles para ti, se harán visibles. Mientras estabas en el viejo paradigma no las veías ni eras consciente de su existencia. Al despertar ves con otros ojos y te das cuenta de la belleza de las personas que apuestan por un cambio radical en sus vidas y en el planeta.

«Ponte en marcha. Cuando tú cambies, el mundo cambiará».

Es un gran desafío. El mundo debe cambiar. Otro mundo es posible, pero debemos cambiar nosotros en primer lugar.

Introducción

Escribo este libro desde la reflexión a la que me invita el escuchar la llamada de la Tierra, la llamada de los seres humanos y la llamada de Dios. Conecto mi interior con todas estas voces y siento que la necesidad de ser y tener una presencia transformadora es impostergable.

La llamada de la Tierra me lleva a la reflexión acerca de la inmensa generosidad que nos ofrece permanentemente la naturaleza. Escucho y siento su agonía por la contaminación y el desequilibrio que estamos creando debido a nuestro consumo desorbitado e irresponsable. Nuestra avaricia es insostenible.

La llamada de los seres humanos me lleva a escuchar los corazones que sufren, llenos de tristeza, de miedo o de rabia. Las mentes que quieren salir de las arenas movedizas que las atrapan. Las almas que quieren reinventarse y vivir una vida plena.

La llamada de Dios me lleva al silencio. En el silencio escucho la voz de la sabiduría que me dice: amaos los unos a los otros. Pero realmente amaos. Escuchaos. Dejad atrás la violencia que seca vuestras vidas de amor y siembra el odio. Practicad la compasión y la tolerancia. Volved a confiar.

Este libro es una invitación. Te invito a meditar sobre el poder de nuestra presencia y de nuestro impacto en el mundo.

Observo que muchos seres humanos transitamos por este planeta sin ser conscientes del impacto de nuestra presencia sobre la Tierra. Es como si no fuéramos conscientes de nuestro poder y de cómo las vibraciones que emitimos influyen y nos influyen. Nuestros pensamientos, palabras y acciones tienen un impacto en nuestro ser, en los demás y en la naturaleza. A menudo no nos damos cuenta del daño o el beneficio de nuestra influencia y del mal o el bien que podemos provocar.

En la medida en que seamos más conscientes de nuestro impacto, asumiremos la responsabilidad de transitar por este mundo sembrando armonía, paz y amor. Seremos más firmes a la hora de no dejarnos llevar por la inercia de lo que hemos sido y hecho hasta ahora. Tomaremos las riendas de nuestras vidas para no sucumbir ante la indefensión que nos provoca el sistema, y para forjarnos el destino que tanto anhelamos. Un destino en el que primen el respeto, la no violencia y la sabiduría del ser, el estar y el hacer.

Para conseguirlo hemos de encontrar nuestra columna vertebral, nuestro centro, desde el cual brotará todo el potencial que albergamos. Y es precisamente cuando vivimos en y desde ese espacio interior cuando tenemos presencia.

Una persona con presencia está asentada internamente. Es firme y está enraizada en el momento presente como un árbol. Su presencia surge de ser y estar conectada con su verdadera identidad. Vive sin máscaras. Escucha desde su ser, atenta y abierta al otro. Su presencia reconoce y es reconocida. Es transformadora.

Una persona así vive sus valores. Son sus raíces. Estas nutren el tronco de su autoestima y le dan la firmeza de estar presente. No necesita pretender ni demostrar nada. Es y está presente. Sus ramas son las diferentes expresiones del ser a través de sus acciones en su mundo personal, relacional y laboral.

Estar presente y tener presencia no es suficiente: necesitamos “pulir” la calidad de nuestra presencia y fortalecerla para que nuestro impacto sea verdaderamente transformador. Nuestra presencia está determinada por nuestros valores, intenciones y actitudes. Nuestras contradicciones y nuestras sombras pueden disminuir nuestro brillo. Por eso es importante comprender qué es una presencia transformadora y cómo ser y permanecer siendo así.

A lo largo de estas páginas veremos los factores que contribuyen a incrementar nuestra presencia. Descubriremos cómo es una presencia creativa, transformadora o curativa; cómo es una presencia servidora, facilitadora y pacífica; cómo es una presencia brillante.

Por todo ello planteo en los próximos capítulos la importancia de comprender el impacto de nuestra presencia en los demás, en las situaciones y en el mundo. En las próximas páginas indagaremos acerca de los logros y los beneficios derivados de tener presencia. La comunicación y la creatividad mejoran cuando vives la fortaleza que te da tu presencia. Veremos también los valores sobre los cuales se fundamenta la presencia transformadora, como son la confianza y la valentía, la transparencia, la generosidad y la amistad.

Ello nos ayudará a entender por qué algunos oradores, conferenciantes y líderes tienen más presencia que otros. Por qué en algunas reuniones una persona tiene más presencia que otra. Es interesante darse cuenta de que hay presencias que pasan casi desapercibidas. ¿Por qué unos son visibles y otros quedan en la invisibilidad? Hay personas con carisma y personas que saben cómo hacerse notar, llamar la atención, destacar no por lo que son sino por lo que hacen. Pero otras personas se tornan visibles porque su presencia te llega, te abraza y te toca internamente. Este tipo de presencia permanece en ti y te acompaña incluso después de separarte de la persona.

Otros aspectos que trato en el libro son el poder curativo de la presencia y, todo lo contrario, las presencias nocivas y enfermizas. Ante estas últimas nos sentimos en la sombra. Velan o disminuyen nuestra luz. Nos sentimos mal. Veremos cómo afrontarlas o incluso transformarlas. Constataremos cómo algunos aspectos disminuyen nuestra fortaleza y plenitud, con lo cual nuestra presencia se apaga y, en consecuencia, nuestro impacto positivo se reduce o se anula.

Este libro te servirá como una guía de coaching espiritual. En los capítulos que siguen expongo métodos prácticos para fortalecer tu autoestima y recuperar tu poder interior; con ellos adquirirás las bases para incrementar tu presencia y afrontar las sombras que te impidan brillar.

En la medida en que vayamos siendo y sintiendo nuestras presencias transformadoras, dejaremos de ser testigos impasibles para pasar a ser actores que incidirán en el mundo positivamente y con contundencia.

Fuente: Miriam SUBIRANA: El poder de nuestra presencia. Una guía de coaching espiritual. (síntesis Prólogo + Introducción)

Ver también:

Perspectivas mundiales: nuevos horizontes


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