titulo de la web

Justicia

La «justicia» no es la «ley». Ni tampoco es la «democracia»

En unos tiempos de pensamiento débil en los que el pensamiento social intenta ser manipulado, teledirigido, por las fuerzas del poder con intereses poco confesables, conviene deslindar y aclarar algunos conceptos que nos ayuden a ser críticos con ciertas afirmaciones y slogans procedentes de esas fuerzas que intentan domesticar a través de sus poderosos medios de propaganda la opinión pública española. La encrucijada que está atravesando España como consecuencia de la situación de empoderamiento de una gran parte de la población catalana es una buena ocasión para adentranos en ello. Justicia y Ley. LEGALIDAD ≠ JUSTICIA. «Justicia» es la voluntad de dar a cada uno lo suyo, lo que le corresponde, lo que le pertenece. «Justo» no es sólo lo mandado, sino lo debido. ¿Puede algo legal no ser justo? La respuesta es sí (esclavitud, segregación racial, la negación del voto a la mujer, aborto, desahucios, etc.)

«Ley» y «justicia» no siempre van de la mano. ¿Cuántas personas han luchado contra la legalidad de un determinado momento histórico para conseguir una sociedad más justa? Cuando los pueblos perciben una ley como no justa, el camino es luchar para conseguir el cambio de esa ley y lograr que prevalezca la «justicia» por encima de la «ley» si ésta es considerada injusta.

  • No es la «ley» sino la «justicia» la que debe prevalecer
  • «Legalidad» y «justicia» son cosas que no siempre van juntas.
  • Quien confunde «democracia» con «ley», abre las puertas del totalitarismo (Hannah Arendt).
  • Reclamamos justicia verdadera, justicia de la justa no de la in-justa.
  • Se nos dice: Lo que no es «legal» no es «democrático», pero en ocasiones lo «legal», aunque «democrático», puede ser enormemente «injusto».
  • Una cosa no es «justa» por el hecho de ser «ley». Ha de ser ley porque es justa. Montesquieu
  • Las «leyes» no pueden ser las cadenas de los anhelos de libertad de los pueblos.
  • "No hay democracia sin ley, ahora bien, no pude ser que la ley ahogue la democracia"
  • Si el derecho positivo va en contra de los derechos fundamentales del ser humano no se puede hablar de justicia.

 

«Justicia»

El concepto de «justicia» ha ido evolucionando con el tiempo. No pocas veces ha sido ideologizado en función de los sistemas sociales, económicos, políticos y de las tradiciones culturales. A lo largo de la historia, el concepto de «justicia» y el «comportamiento justo» han ido enriqueciéndose con elementos filosóficos, jurídicos, políticos e ideológicos procedentes de diversas teorías e ideologías. La «Justicia» es hoy un concepto complejo y no fácil de explicar. Cada régimen y cada sistema genera su propio concepto de «justicia», según el cual procede no sólo en teoría, sino también en la praxis y en la legislación.

Originariamente el concepto de «justicia» en la filosofía grecorromana hacía referencia al hombre individual y a la convivencia social dentro de la «polis». La «ley» estaba en función del ideal de «justicia». Determinaba los límites de las leyes que regulaban la vida de la «polis». La justicia se ocupa en sí del apropiado ordenamiento de las cosas y personas dentro de una sociedad. Como concepto ha sido objeto de reflexión filosófica, legal, y teológica y de debate a través de nuestra historia. Un número de cuestiones importantes acerca de la justicia han sido ferozmente debatidas a través de la historia occidental: ¿Qué es justicia? ¿Qué demanda de los individuos y sociedades? ¿Cuál es la distribución apropiada de riqueza y recursos en la sociedad?: ¿igualdad, meritocracia, de acuerdo al estatus, o alguna otra posibilidad?

La «justicia» se basa en un consenso amplio entre los individuos de una sociedad sobre lo bueno y lo malo, y otros aspectos prácticos de cómo deben organizarse las relaciones entre personas. Se supone que, en toda sociedad humana, la mayoría de sus miembros tienen una concepción de lo justo, y se considera una virtud social el actuar de acuerdo con esa concepción. El comportamiento «justo» suele estar codificado formalmente en varias disposiciones escritas (leyes), que son aplicadas por jueces y personas especialmente designadas, que tratan de ser imparciales con respecto a los miembros e instituciones de la sociedad y los conflictos que aparezcan en sus relaciones. En principio, un sistema justo será aquel que realice y sintetice democráticamente las concepciones particulares de la justicia de aquellos a quienes afecta.

Justicia, ley y Derecho

La «justicia» en su esencia está íntimamente asociada con los derechos, esto es, con aquello que los individuos pueden reclamarse legítimamente los unos a los otros o que pueden exigir de forma legítima a su gobierno (p. e., con respecto a la protección de la libertad, la promoción de la igualdad o la distribución de la riqueza…). La «Justicia» a menudo va coligada con la «ley». Pero ambas no podemos sin más equipararlas ni confundirlas. Desde Aristóteles, al menos, la Justicia ha sido identificada tanto con el respeto de la ley como con el hecho de deparar a cada cual un trato imparcial. Para Sócrates, Platón y Aristóteles las «leyes» son una expresión de la racionalidad de la naturaleza humana. Para los sofistas, las leyes «justas» tenían un valor puramente convencional. Pero si la «ley», que no la «justicia», es enteramente un asunto de convención, entonces la justicia no puede ser identificada exclusivamente con el respeto de la ley. Porque pueden existir «leyes», y de hecho existen leyes «in-justas». Además, existe una justicia meramente formal, pero no verdadera justicia, cuando esta es la aplicación imparcial y consistente de unos principios legales, con independencia de si esos principios son ellos mismos “justos”. Cuando se aplica mecánicamente la ley, sin plantearse si esa ley es o no es “justa” se cae entonces en el peligroso error del puro legalismo (“legalitis”). La observancia de la ley (justicia legal) es imprescindible para una buena convivencia, pero el criterio de autenticidad de lo que es “justo” o no, no puede ser exclusivamente (como creían los sofistas) la ley, el convencionalismo social.

En el lenguaje común, el término justicia arrastra consigo la intuición de que «las personas deben recibir el trato que se merecen» y, en este sentido, conserva aún todo su vigor la definición de Ulpiano: «Dar a cada uno lo suyo». Desde el punto de vista individual, según Aranguren, la virtud de la justicia es el hábito consistente en la voluntad de dar a cada uno lo suyo. La justicia es la virtud de cumplir y respetar el derecho, es decir, el derecho a exigir nuestros derechos. Justicias es otorgar los derechos que a cada individuo le corresponden. La justicia no consiste simplemente en dar o repartir cosas indiscriminadamente a los individuos, sino el saber decidir a quién le pertenece esa cosa por derecho. Es la voluntad constante de dar a cada uno lo que es suyo. La justicia es ética, equidad y honradez.

Otro nivel de análisis lo constituye el hecho de entender la justicia como valor y fin del derecho (más que como virtud subjetiva) entendido como «aquel conjunto de valores, bienes o intereses para cuya protección o incremento los hombres recurren a esa técnica de convivencia a la que llamamos derecho». El «derecho Natural» es aquella corriente de orden filosófica-jurídica que defiende la existencia de un derecho anterior a cualquier norma jurídica positiva. El derecho natural es una doctrina ética y jurídica que defiende dicha existencia de los derechos del hombre fundados o determinados en la naturaleza humana, que estos son anteriores y superiores al derecho positivo, es decir, que la vida humana, por ejemplo, así como la libertad, son derechos previos y anteriores a cualquier ley positiva, por lo cual dicho derecho positivo debe respetarlos y defenderlos siempre, por su condición de derechos fundamentales. El «derecho positivo» es un conjunto de normas fundamentales dictadas por un Estado para el cumplimiento de sus fines, pero estas, para su validez, no pueden estar desprovista de los principios y valores fundamentales de carácter universal e inmutable que provienen del Derecho Natural. El Derecho natural, son un conjunto de valores o principios que se encuentran en la naturaleza y conciencia del hombre. Por su parte, el Derecho positivo, son normas dictadas por el Estado con el objetivo de regular la conducta del hombre en sociedad.

Ahora bien, en cuanto al bien jurídico tutelado por el derecho, o sea, el conjunto de condiciones protegidas por las normas jurídicas, se puede considerar desde una perspectiva absoluta iusnaturalista dentro de la cual todo derecho es justo y si no es justo no es derecho. Pero desde una óptica iuspositivista el derecho es condición (sine qua non) de la justicia y a la vez, esta es una medida de valoración del derecho, por lo que podemos decir que un derecho positivo determinado puede ser «justo o injusto». De hecho, el “orden existente” nunca es enteramente como debería ser; para ser pura y perfecta expresión del derecho, y con ello «orden» en el sentido pleno del vocablo, necesita continuo retoque y acomodación a los datos reales cambiados. Normas que fueron un tiempo expresión de un pensamiento jurídico pueden, variadas las circunstancias, devenir contrarias a la razón, nocivas a la comunidad e ilegales en alto grado. El beneficiario intentará mantenerlas como su derecho escrito; el perjudicado tenderá a quebrantarlas por injustas. A la comunidad sólo aprovecha un desarrollo orgánico.

Kant decía que la justicia de un Estado debe velar por tres principios fundamentales; la libertad de los individuos, la igualdad entre ellos y la independencia de cada miembro de una comunidad. En cuanto que Kelsen indicaba un derecho natural que prevalecía sobre el derecho positivo ya que si éste va en contra de los derechos fundamentales del ser humano no se puede hablar de justicia. De ahí que exista en el derecho un núcleo moral sin el que es imposible diferenciar entre lo vigente (legal) y lo válido (legítimo).

LEGALIDAD ≠ JUSTICIA

Uno de los rasgos que define el totalitarismo es la confusión entre legalidad y justicia (Hannah Arendt)
No existe tiranía peor que la ejercida a la sombra de las leyes y con apariencias de justicia. (Montesquieu)

Existen leyes justas e injustas. En la antigüedad había quienes defendían que por encima de la ley de la ciudad estaba la ley de la naturaleza. Si la ley de la ciudad va en contra de la naturaleza, de la realidad, el hombre debe desobedecerla ya que es injusta.

La Justicia debe regirse por un principio moral que inclina a obrar y juzgar respetando la verdad y dando a cada uno lo que le corresponde. La justicia consiste en «dar a cada uno lo suyo», pero lo suyo, lo que se merece, dando a cada quien lo que le corresponde o pertenece, lo que se merece, por lo que se es. Lo que se nos debe en justicia es lo que merecemos por lo que somos (persona, pueblo, nación...). «La justicia es la voluntad de dar (conceder) a cada uno su derecho».  Ser “justo” implica por parte de quien imparte justicia la voluntad de dar a cada uno lo suyo, lo que le corresponde ya sea de manera individual, como sociedad o como grupos de personas, miembros de la sociedad. Este criterio de justicia constituye un horizonte de actuación, un principio ideal que debería actuar como una brújula para todo sistema judicial. La justicia, si no es justa, no es justicia.

Legalidad. La ley para ser respetable ha de ser «justa». No es la ley la que debe dictar lo que es «justo». Es lo que es «justo» lo que ha de dictar la ley. (Jean-Marie Muller) ¿Y cuándo una «ley» no es justa…? Cuando esta no se ajusta a la realidad, no es respetuosa con la realidad, (persona, pueblo, nación...). Las leyes deben servir para preservar el conjunto de principios morales incuestionables porque son definiciones básicas de nuestra civilización. Resulta, pues, inapropiado las reiteradas insistencias de situar el respeto a las leyes como el último objetivo de la acción política, olvidando que previo a las leyes hay unos principios morales a los que aquellas deben subordinarse.

"Una ley contraria a la razón, es una ley inicua; entonces deja de ser una ley justa y se convierte en un acto de violencia" (Tomás de Aquino). El sistema jurídico en ocasiones convierte a los jueces en esclavos de leyes inicuas, leyes que no respetan la realidad, que no dan lo que a cada uno le corresponde y por tanto se convierten en leyes injustas.

Teniendo presente todo lo anterior, examinemos la situación y las demandas de Catalunya respecto al Estado español y lo que se está haciendo con los líderes políticos que favorecieron (en contra de la voluntad del Estado) que la población se expresara a través de las urnas en un referéndum de autodeterminación. ¿Se da a cada uno lo que a cada quien le corresponde por ser lo que es (persona, pueblo, nación...)?


¡Democracia!
Conferencia del president de la Generalitat de Catalunya Quim Torra en los Desayunos Informativos de Europa Press
Madrid, 5 de septiembre del 2019
(extracto de algunas de las principales ideas)

(…) Sabemos que mucha gente piensa que la Ley es la Ley. Que lo único que se hace con los catalanes es hacer cumplir la Ley, la dura Ley. Pero tienen que entender ustedes que hay algunos derechos y libertades universales que están por encima de la Ley, de la dura Ley española. Y son derechos y libertades que España tiene que aplicar acorde con los tratados suscritos. Hablo de la libertad de expresión, la libertad de manifestación, el derecho de protesta y de discrepancia política, del derecho de autodeterminación de los pueblos…

Y así hasta llegar a la convocatoria del referéndum de autodeterminación de octubre de 2017. Entonces, se rebasaron, a mi entender, todas las líneas rojas de un Estado de derecho La fuerza del Estado contra unos ciudadanos que votaron. Urnas y porras. He aquí el gran choque; he aquí el grave problema que el juicio contra nuestros compañeros, políticos demócratas y honorables, no ha hecho más que empeorar. Porque todos sabemos qué pasó el 1 de octubre, porque estábamos allí, y yo estuve allí, y todos, el mundo entero, hemos visto las imágenes. Pretender tan siquiera insinuar que los ciudadanos que votaron o los políticos que están en prisión fueron violentos o incitaron a la violencia es una falsedad y emocionalmente una falsedad insoportable para mucha gente en Catalunya.

España, los ciudadanos españoles, se deben preguntar si quieren construir un país donde la gente pertenezca a él por voluntad propia o por la fuerza y por obligación. Y esto exige ser capaces de proponer un proyecto de Estado atractivo para los que no forman parte de las mayorías. Una propuesta integradora habría facilitado determinadas cosas hace unos años. Nosotros reconocemos al Estado español como un actor y como un sujeto político. Pero es imprescindible que el Gobierno nos reconozca también a nosotros como tal. Porque los proyectos comunes solo pueden ser fruto de dos situaciones: la voluntad o la imposición; la adhesión o la represión.

Por ello, niego que haya ningún problema de convivencia en Catalunya. Lo que hay es un problema de democracia en España, de imposición, de negación de la voluntad de la ciudadanía. El conflicto nace de la imposición del silencio, no de la expresión libre de la voz ciudadana. ¿Quién puede afirmar lo contrario? ¿Quién puede estar en contra de la capacidad de decisión de los ciudadanos en una democracia?  Si los catalanes no podemos decidir, ergo quiere decir que estamos en España por imposición. Y esta es la pregunta que debe hacerse la ciudadanía española: ¿quieren formar parte de un proyecto de imposición? ¿O de un proyecto que emane de la voluntad de aquellos que lo deben integrar?

«Las democracias liberales estipulan que el poder debe ser ejercido de conformidad con los derechos civiles y políticos». «Allí donde se vulneran los derechos humanos de alguien, se vulneran los derechos humanos de todos». ¿Por qué son juzgados nuestros compañeros? Por haber organizado un referéndum de autodeterminación. Esa es la raíz del proceso judicial, esto es, en esencia, lo que juzgarán las sentencias. Perseguir y castigar a quienes ejercen derechos es incompatible con el ejercicio y la defensa de los derechos humanos, que es como nos proponemos vivir en Catalunya. La no cooperación con la injusticia es una obligación moral.

Con esta sentencia, España anunciará bien claro y fuerte cuál es su nivel de su calidad democrática. Veremos cuál es la aceptación del Estado español y sus tribunales de la disidencia política y cuál es su respeto de los derechos y las libertades que deberían garantizarse en un país moderno. En Catalunya no existe un problema de convivencia sino de democracia y de respeto a los derechos humanos, políticos y sociales, incluido el derecho de autodeterminación

La lucha por los derechos civiles, políticos y nacionales es una confrontación democrática. Lo es aquí y lo ha sido en todas partes donde se han conquistado derechos ante la resistencia del statu quo. Es aquí donde nos situamos todos aquellos que queremos que se respeten por encima de todo los derechos y las libertades de nuestro pueblo. La gran escritora catalana Mercè Rodoreda hizo una reflexión que me sirve hoy para finalizar esta conferencia. Dijo: “Quizás el deseo de libertad en el hombre (en las personas) es, más bien, una necesidad de justicia”

Quim Torra i Pla
President de la Generalitat de Catalunya

Cataluña es una nación y España debe poder hacer de su diversidad, también nacional, un valor y no un problema. El fondo del problema radica, pues, en la no aceptación de este hecho, en el no reconocimiento por parte del Estado de esta realidad. De aquí derivan el resto de problemas.

«Justicia» es dar a cada uno lo suyo, lo que le corresponde por lo que es. Lo que se nos debe en justicia es lo que merecemos por lo que somos (persona, pueblo, nación...).

«Cuando no se satisfacen las aspiraciones profundas de un pueblo, las consecuencias pueden ser muy negativas, llevando a soluciones simplistas, que constituyen amenazas para la libertad de las personas y de las sociedades, y que, a veces, incluso se intentan imponer mediante la violencia. Por el contrario, si se abren a los ciudadanos perspectivas de futuro fundadas en una verdadera solidaridad entre todos, se sentirán más impulsados a avanzar por el camino del verdadero progreso del hombre en la justicia y la concordia.»

Elaboración propia, a partir de materiales diversos

Ver también:

Más allá de la «ley», está la «justicia»

Acceder a la sección CATALUNYA


Per a «construir» junts...
Són temps per a «construir» junts...
Tu també tens la teva tasca...
Les teves mans també són necessàries...

Si comparteixes els valors que aquí defenem...
Difon aquest lloc !!!
Contribuiràs a divulgar-los...
Para «construir» juntos...
Son tiempos para «construir» juntos...
Tú también tienes tu tarea...
Tus manos también son necesarias...

Si compartes los valores que aquí defendemos...
Difunde este sitio !!!
Contribuirás a divulgarlos...