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La crisis ambiental y la ética del desarrollo

Por su interés formativo, amplitud de miras y claridad expositiva presentamos un apretado resumen de un extenso ensayo sobre la crisis sistémica en la que nos encontramos inmersos, aparecido en la revista de la Sociedad Iberoamericana de Antropología Filosófica (SIAF), cuya referencia para su lectura completa figura al final de este resumen.

Julio Alegría Galarreta, Presidente de AEDES, Arequipa, Perú

Resumen
La civilización moderna está atravesando una severa crisis que tiene expresión ambiental. El problema central tiene dos caras: el miope concepto de progreso social y el errado modelo de desarrollo económico. Este seudo modelo de desarrollo está poniendo en riesgo el futuro de la civilización. El modelo es insostenible, irresponsable e injusto. El problema central expuesto es consecuencia de la desmedida e incontrolada avidez del hombre, que ha ideado, puesto en marcha y expandido un modelo inapropiado. Por estas razones la crisis es en esencia ética.

La solución radical y definitiva a esta problemática no se logrará a partir de leyes y acuerdos internacionales, ni tampoco básicamente con investigaciones científicas y cambios tecnológicos. La alternativa de solución es reemplazar el actual paradigma de progreso y el modelo de desarrollo. Instaurar un modelo donde el desarrollo sea el proceso de expandir las verdaderas libertades que la gente disfruta. Este proceso debe iniciarse ya, primero con un cambio y compromiso personal, para luego pasar a una labor social de sensibilización, incidencia política y educación integral.

  • El argumento de este ensayo es que el problema medular no es la alta tasa de emisiones de gases de efecto invernadero. El problema central es el miope concepto de pro­greso social y el errado modelo de desarrollo económico.
  • El paradigma vigente, que sin mayor oposición se viene imponiendo desde el siglo pasado, busca un crecimiento económico continuo basada en el consumismo.
  • “Pobre no es el que tiene poco, sino el que mucho desea” (Séneca).
  • Tener más no es siempre mejor. Lo que debe promoverse prioritariamente no es “tener más” sino “ser más”. Tener más no es –no debe ser- un fin sino un medio. Ser más debe ser el fin.
  • El causante de la crisis es el hombre, que ha ideado, puesto en marcha y expandido un modelo de desarrollo inapropiado: insostenible, irresponsable e injusto
  • La crisis ambiental del planeta, expresada por la depredación y agotamiento de los recursos naturales, y por los severos impactos en ecosistemas y en poblaciones vulnerables, es solo un efecto y consecuencia del verdadero problema.

Veinte años después de la Cumbre de la Tierra, en la ciudad de Río de Janeiro, Brasil, tuvo lugar entre el 20 y el 22 de Junio del 2012 la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo Sostenible. Río + 20 puso otra vez sobre el tapete la problemática global ambiental. La heterogénea aglomeración humana, junto con el cúmulo de información, análisis, propuestas y deliberaciones que se dieron cita en Río, pusieron bajo la lupa los aspectos económicos, sociales, políticos, finalmente éticos, amalgamados detrás de la mentada problemática. Algunos consideran que es un avance que al menos se haya reconocido que el cambio climático es uno de los problemas más graves que enfrenta la humanidad.

El calentamiento global genera y/o agudiza problemas globales y globalizados, destacando entre esos, exacerbación de los eventos hidrometeorológicos extremos, degradación ambiental, deterioro y agotamiento de recursos naturales, sabanización de la Amazonia, desertificación de los Andes, pérdida de la biodiversidad y extinción de ecosistemas frágiles, acidificación e incremento de temperatura de las aguas marinas, disminución de la disponibilidad per cápita de agua, los que están sobre-exigiendo a la naturaleza más allá de toda posible resiliencia, y están produciendo más destrucción, pobreza y muerte en las poblaciones y países ambientalmente vulnerables.

Todo el planeta, especialmente los países y comunidades pobres, está sometido a una crisis ambiental, la cual principalmente se debe a: i) el Cambio Climático generado por el hombre, ii) las actividades económicas extractivas no responsables, formales e informales, iii) el uso y ocupación del territorio de manera reñida con la aptitud y limitaciones de sus recursos naturales; iv) el marco legal y las condiciones de gobernabilidad que atentan contra la conservación de los recursos naturales, incrementando la vulnerabilidad ambiental.

La filosofía de la pobreza y riqueza

Esta llama a reflexionar sobre el hombre como sujeto de su propio desarrollo y artífice del desarrollo social, así como sobre su misión y vocación, su realización personal, en suma, de la felicidad humana. El hombre sujeto de desarrollo, versus el hombre objeto de consumo. Lo primero conduce a su realización y progreso; lo segundo, a su propia aniquilación y suicidio. Reflexionar sobre estos conceptos y actuar en consecuencia es literalmente vital para la humanidad.

¿Se solucionarán los graves problemas derivados del calentamiento global y la crisis ambiental que la humanidad debe afrontar, reduciendo las emisiones de los denominados gases de efecto invernadero (GEI)? ¿Se solucionaría el problema con la mitigación del cambio climático y la implementación de medidas de adaptación? Se parte de la premisa que el Cambio Climático configurado actualmente en el mundo tiene causas antrópicas y no naturales. El argumento de este ensayo es que el problema medular no es la alta tasa de emisiones de gases de efecto invernadero. El problema de fondo no es tampoco la creciente vulnerabilidad social y económica frente al cambio climático.

Ninguno de ellos son los problemas de fondo, son solo efectos de una causa mayor. Debe irse hasta el meollo del problema. Hacerlo es un asunto de vida o muerte. El problema central es el miope concepto de progreso social y el errado modelo de desarrollo económico. Un paradigma imperante, el cual está llevando por mal camino al género humano y al ambiente que le rodea, a un fatal precipicio. Paradójicamente, el Homo sapiens está tomando y arrastrando a sus congéneres a tomar las decisiones de poca sapiencia. Decisiones diarias que están llevando al mundo que hoy conocemos por un camino sin retorno. A millones de personas la única alternativa frente al cambio climático, la única “medida de adaptación” que les queda, es la migración. En el mundo de hoy ya no hay solo refugiados políticos, sino también de refugiados ambientales, ¿quién protegerá a los refugiados ambientales?

El consumismo como modelo de desarrollo

El paradigma vigente, que sin mayor oposición se viene imponiendo desde el siglo pasado, no tiene respuestas frente a la crisis ambiental. El actual “modelo de desarrollo” busca un crecimiento económico continuo. La expansión de la economía está basada en el consumismo. El modelo necesita de una “sociedad de consumo”, y materialista en la cual el afán de lucro y el individualismo es su combustible. Inevitablemente, el modelo conlleva a agudizar las diferencias entre ricos y pobres, es decir, entre quienes están dentro y fuera “del sistema”.

El actual modelo es insostenible. El afán de lucro desmedido y la codicia de los productores y proveedores los lleva a buscar ampliar la base de consumidores y elevar cada vez más los niveles del consumo. El planeta no puede proveer ni mantener en el tiempo los recursos naturales para que todo el mundo pueda acceder y gozar del nivel de consumo que el modelo promete.

Los promotores y favorecidos del modelo saben que el modelo es insostenible; que es perentorio, y que eventualmente colapsará. Pero aun así lo promueven. ¿Por qué? Por un interés egoísta, y un razonamiento ligero, además de miope y cortoplacista. Los hechos lo dicen: “Deseo hoy producir más, vender más, comprar más, tener más, consumir más. Mientras más, mejor. Aunque esto signifique perjuicio para otros y costo ambiental, hoy, mañana y lejos, porque ese costo no lo voy a pagar yo”. Sin embargo, la voz de alerta de la comunidad científica internacional es clara: de persistir las tendencias del cambio climático que se están reportando, se producirán impactos catastróficos e irreversibles en los re cursos hídricos, ecosistemas, seguridad alimentaria, en zonas costeras y en la salud humana.

Por lo tanto, el modelo no solo es insostenible. El actual modelo de desarrollo es irresponsable e injusto. En realidad, esta negativa cualidad no debe imputarse al modelo mismo, puesto que es una creación del hombre, sino a quienes lo promueven y ensalzan y se favorecen, de modo irresponsable e injusto.  ¿Por qué irresponsable? El consumidor debería tomar conciencia que vive en la aldea global, en un ambiente que es patrimonio de toda la humanidad, la actual y la futura. El hombre solo usufructúa y administra temporalmente el ambiente donde vive. Pero tiende a actuar compulsivamente satisfaciendo así su apetito de “tener más”.

Grande cuota de responsabilidad recae en los tomadores de decisión y en los formadores de opinión pública, porque lo que ellos hagan y expresen, o dejen de hacer, repercute e influye sobre mucha gente: son millones de consumidores insatisfechos y frustrados, buscando la oportunidad de adquirir lo que su bolsillo les prohíbe, o endeudarse para conseguirlo. Después de veinte siglos cuán vigentes son las sabias palabras del filósofo Séneca “Pobre no es el que tiene poco, sino el que mucho desea”.

Es injusto por cuanto quienes promueven y se favorecen de este modelo, lo hacen sabiendo que su implementación está afectando al ambiente y los ecosistemas de modo casi irreversible. Esos actores hacen apología del modelo y lo promueven porque favorece sus intereses y planes, y para ello hacen uso de sus recursos de poder: políticos, económicos, financieros y comunicacionales.

Los interesados del modelo, es decir, los actores claves e influyentes de las sociedades opulentas, desde los albores de la revolución industrial   han actuado en salvaguarda de sus intereses, y lo siguen haciendo. Ellos son políticos, multimillonarios, empresarios, hacedores de políticas, pensadores, ideólogos, académicos. Su objetivo común es tratar de reducir el número de posibles y futuros “competidores”. Para ellos, los pobres desperdician los recursos naturales y degradan el medio ambiente insulsamente. Por lo tanto, la solución es reducir el número de pobres evitando que nazcan. Nacieron así las propuestas y políticas de control de natalidad, con el eufemismo luego “de planificación familiar”.

Soluciones perversas: control de natalidad/aborto

La justificación para el control de la natalidad es la teoría neo-malthusiana. Detrás de la bonita tesis que la reducción de la tasa de natalidad es condición necesaria para lograr el desarrollo de los países pobres, está este nefasto postulado: la pobreza se solucionará cuando se eliminen a los pobres. Asimismo,  el pensamiento neo-malthusiano tiene como aliados con objetivos afines a la eugenesia y eutanasia, ideologías socio-políticas que buscan eliminar al débil, al enfermo, al pobre, a todo quien signifique una carga social o lastre para el sistema económico. La eugenesia propone intervenir para eliminar los individuos que no cumplen con determinados estándares genéticos, intelectuales y raciales. La eutanasia es la intervención para causar la muerte de una persona cuya vida no tiene la calidad mínima para ser considerada digna.

Las políticas de control de la natalidad han sido promovidas con fuerza por los países ricos y los organismos vinculados a éstos, desde la segunda mitad del siglo pasado. Rol clave tienen los organismos afiliados a la Organización de las Naciones Unidas, la banca multilateral, organismos de la cooperación internacional, fundaciones de grandes empresas trasnacionales. Entre las medidas de control de natalidad más efectivas está el aborto. Millones de vidas humanas truncas, a quienes se les niega el derecho de nacer. Ésta se implementa como parte de políticas demográficas gubernamentales, que se viabilizan de modo velado e inteligente, empaquetada dentro de lo que se promueve como los “derechos reproductivos de la mujer” y el “derecho humano al aborto”. Se trata de una desapercibida pero avasallante alianza cuádruple: i) los intereses políticos de los gobiernos de los países ricos; ii) el pensamiento malthusiano y eugenésico detrás de multimillonarias fundaciones de asistencia social y bienestar económico; iii) la ideología feminista, que mira a la maternidad como un instrumento de dominación a la mujer; iv) el desmedido afán de lucro de las empresas fabricantes de productos farmacéuticos y anticonceptivos y los proveedores de servicios, requeridos para masificar las medidas de control de natalidad. Pero la efectividad de las políticas de control de natalidad en las regiones pobres no podrá impedir el inexorable colapso de este seudo modelo de desarrollo.

El modelo no es sostenible porque el expansivo número de consumidores va asociado al carácter degradador y agotador del ambiente y los recursos naturales. Cabe subrayar que erradicar la pobreza sobre el orbe es técnica y financieramente posible, sin necesidad de infaustas políticas de control de natalidad. Existe la tecnología y los recursos suficientes en los países para asegurar este objetivo con holgura y de manera sostenible en el tiempo. Esto ha sido largamente argumentado por académicos de la línea de Jeffrey Sachs. El logro de esto requiere dos condiciones que necesariamente se complementan, las que hoy lamentablemente están lejos de ser cumplidas:

  1. Política exterior de cooperación técnica y financiera de los países ricos a los países pobres. Políticas públicas en los países pobres para promover una educación auténtica, seguridad alimentaria, conservación y aprovechamiento sostenible de recursos naturales, ordenamiento territorial, servicios públicos básicos, generación de empleo, investigación en temas estratégicos para el desarrollo y transferencia de tecnología; todo ello orientado a los intereses de la población pobre y vulnerable y las futuras generaciones. Los esfuerzos por acabar la pobreza en todo el mundo necesariamente deben ir acompañados del cambio del modelo de desarrollo y de lo que implica y conduce este falso desarrollo.
  2. En la lucha para detener el Cambio Climático hay otro curso de acción: la investigación y desarrollo de tecnologías para reducir las tasas de emisión de gases de efecto invernadero de las actividades de producción y consumo; tecnologías para incrementar la eficiencia en el uso de los recursos naturales, nuevas fuentes energéticas alternativas con menores impactos y costos ambientales, así como innovación tecnológica para abaratar costos de producción de bienes y servicios. Se han obtenido avances significativos en todos estos campos.

Un falso progreso

Sin embargo, este avance no es necesariamente progreso. Mientras el objetivo final sea incrementar la producción y el nivel de consumo e ingresos de la economía, mientras tener más siga siendo sinónimo de progreso y motor de este “modelo de desarrollo”, este desarrollo tecnológico no resolverá el problema de fondo, solo será atenuante que retardará los ineludibles efectos e impactos negativos del Cambio Climático.

El crecimiento económico e incremento per cápita del nivel de ingreso y consumo no debe verse necesariamente como positivo. Tener más no es siempre mejor. Lo que debe promoverse prioritariamente no es “tener más” sino “ser más”. Tener más, eso sí, pero más oportunidades, más capacidades, más consciencia, más libertad genuina, como lo propuso Amartya Sen. Ganador del Premio Nobel de Economía 1998, Sen sentó las bases para un nuevo paradigma de progreso y desarrollo, (re)definiendo el desarrollo como “el proceso de expandir las verdaderas libertades que la gente disfruta”.

Tener más no es –no debe ser- un fin sino un medio. Ser más debe ser el fin. La teoría del desarrollo debiera tener al hombre como fin. El verdadero desarrollo es antropocéntrico. El objetivo final del desarrollo debe ser la felicidad. La verdadera felicidad para el hombre no reside en tener más, sino en ser más, en concordancia con su misión y vocación inherente. ¿Un supuesto modelo de desarrollo que considera –que reduce- al ser humano como un mero consumidor, que no tiene respuesta para las necesidades de los pobres, un modelo que ignora y suprime los derechos de las siguientes generaciones, puede tener al hombre como fin?

El meollo del problema

¿Dónde está el origen del problema? No se trata simplemente de problemas ecológicos o ambientales, sino de un problema de fondo con efectos ecológicos y ambientales. El problema no es fundamentalmente económico. Tampoco es tecnológico. Entonces, ¿es un problema básicamente político? Tampoco lo es, pues ¿acaso el problema se soluciona con la redistribución de la riqueza? Se trata de un complejo problema que tiene aristas ecológicas, ambientales, tecnológicas, económicas y políticas. Se trata de toda una problemática configurada que ha desembocado en la crisis. ¿Pero, quién la ha generado? ¿Dónde está la madre del cordero?

El análisis y las reflexiones que se propone mediante estos apuntes permiten argumentar que el problema subyacente, el origen de la crisis, no es ecológico-ambiental, tecnológico, económico, ni político. El problema de fondo no es el modelo de desarrollo per se. El problema en su esencia está en el sujeto que lo generó. El problema pues está en el hombre, en la desmedida e incontrolada avidez del hombre, que ha ideado, puesto en marcha y expandido un modelo de desarrollo inapropiado: insostenible, irresponsable e injusto. No es cualquier problema, sino una situación catastrófica que amenaza el equilibrio y continuidad de los ecosistemas y pone en riesgo el futuro de la civilización humana. La crisis en esencia es ética.

Revertir la situación: convertirnos en agentes de cambio para reconstruir el paradigma y modelo actuales

No debemos llevar al cambio climático a un umbral irreversible. Aunque las vidas humanas, y las especies extinguidas ya no se podrán recuperar, revertir la situación está aún en manos de la humanidad. Ojalá este cambio lo emprenda el hombre por convicción y compromiso. Las limitaciones y obstáculos para avanzar en este reto también provienen tanto de la persona como del nivel colectivo. A nivel individual porque innegablemente el egoísmo intrínseco al hombre es eventual tentación para que éste olvide y relegue su conciencia ambiental y su solidaridad y altruismo con las necesidades y carencias de los menos favorecidos. A nivel colectivo, porque la sociedad de consumo, sus leyes y sus podero­sos e influyentes agentes económicos, se oponen a todo intento de cambio radical, de raíz.

No habrá solución duradera ni válida al problema de la crisis ambiental del planeta hasta que el hombre y la sociedad tomen conciencia y procedan al cambio. Hasta que el hombre y la sociedad sean humanos y reviertan el paradigma de progreso y el modelo de desarrollo. Se trata un proceso que se debe iniciar con un mea culpa y cambio de actitud personal, para luego pasar a una labor de sensibilización, educación e incidencia política. La tarea es grande, el reto inmenso, pero que nadie se amilane:

Ser agentes de cambio para reconstruir el paradigma y modelo actuales. Al construirlos de nuevo, el protagonismo no debe venir del individualismo; el motor del desarrollo no debe ser el afán de lucro sino la búsqueda del bien común, y el respeto y la conservación ambiental deben primar. Esto implica el ejercicio responsable de la libertad humana y la realización de la persona humana. Entonces, la sociedad de consumo y materialista será reemplazada por una sociedad fraterna y solidaria, en armonía con el ambiente y la naturaleza. Solo así, los postulados “libertad, igualdad y fraternidad” impuestos en 1789 por la sangrienta Revolución Francesa serán recién realidad.

El calentamiento global es un fenómeno mundial, que afecta a todos y tiene consecuencias locales y mundiales. No es suficiente con emitir leyes. Enfrentar el Cambio Climático debe ser una tarea personal y de cada miembro de la sociedad, independiente de y en función a su edad, sexo, etnia, religión y ocupación. Pero asumir esta tarea solo será efectivo una vez que la persona tome conciencia del real problema de fondo, y se reconozca y asuma ser parte de la solución y no del problema. Para lograr esto, la clave está en la educación. La solución no será eventuales acuerdos internacio­nales. La solución radical y duradera, la verdadera solución, será un liderazgo humano en actitud y obra, y una educación en valores para un nuevo hombre, que conlleven al cambio de paradigma para la humanidad. Esto es tarea de todos.

Ojalá que cada uno de nosotros se sacuda y levante la mirada, dándose cuenta que el futuro de la humanidad está en nuestras manos. De este modo, el objetivo no será el lucro ni el poder, y el afán no será ambición ni agresión, pretensiones que son ciegas, peligrosas y suicidas. Que el objetivo sea la felicidad, la felicidad de la persona humana, de aquellos que no la conocen ni serán sus clientes, así como velar por el futuro de nuestros nietos y los nietos de aquellos que no tiene dinero para comprar. Ese día el afán no será solo tener más, sino primero y principalmente ser más.

¡No más migrantes ambientales! Es necesario que los conceptos de progreso y desarrollo y la dicotomía pobreza versus riqueza sean objeto de un análisis filosófico y ético, más allá de los planos ambiental, tecnológico, económico y político. En el ojo de la tormenta está el hombre que ha construido un falso paradigma de progreso social que conduce al retroceso; que ha construido un modelo económico que, lejos de promover el desarrollo sostenible, lo anula. La crisis ambiental del planeta, expresada por la depredación y agotamiento de los recursos naturales, y por los severos impactos en ecosistemas y en poblaciones vulnerables, es solo un efecto y consecuencia del verdadero problema.

Afrontar y vencer la crisis ambiental es el ineludible e impostergable desafío del milenio, no queda objeción. Sin embargo, el trasfondo de la crisis del mundo es ético. Para enfrentar tremendo desafío, no hay otra alternativa que coger al toro por las astas, esto es, encarar el problema ético de fondo. Por tanto y sin lugar a dudas: reinventar el paradigma de progreso y el modelo de desarrollo es el desafío de la humanidad. Emprendámoslo ya.

Para acceder al ensayo completo:
https://ayllu-siaf.com/index.php/revista/issue/view/3/Número Completo
pág. 11-28


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