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«Manipulando voy, manipulando vengo» (I)

Manipulación mental, informativa, mediática, política, comercial…

Un pueblo desguarnecido formativamente es muy fácil de manipular.

«Manipulando voy, manipulando vengo», un fenómeno muy común, una práctica nada inhabitual, en nuestra sociedad. «Manipulación» haberla hayla. Existir existe. Hay quien no contento con el curso natural de los acontecimientos, las ideas, opiniones o pareceres de los otros… pretende traer el agua a su molino, inclinar la balanza, decantar la opinión, recabar el apoyo de la gente a sus intereses particulares, de forma sutil y a menudo con malas artes, intentando atraer el redil a su corral. Por ejemplo, en España existen "nacionalismos periféricos" cierto, pero no es menos cierto también que existe un "nacionalismo de matriz españolista” excluyente, centralista y con vocación totalitaria cuando pretende imponerse minusvalorando y criminalizando a quienes se apartan de “su patrón" y no comulgan con "su visión de España”, con sus amplificadores y voceros mediáticos que emponzoñan no siempre inocentemente el ambiente político. Y todo por no querer reconocer la realidad del país: la realidad de un Estado en cuyo seno coexisten una pluralidad de "pueblos" y "naciones" a todas luces evidente. Otra cosa es el grado de percepción y de conciencia que los manipulados tengan de ello en este y en otros terrenos, pero de manipulación haberla hayla y existir existe entre nosotros.

«Manipular» equivale a manejar. De por sí, únicamente son susceptibles de manejo los objetos. Manipular es tratar a una persona o grupo de personas como si fueran objetos, a fin de dominarlos fácilmente. Manipulación, manipular: controlar, dominar sutilmente un grupo de personas, la opinión pública o la sociedad entera, impidiendo que opiniones y actuaciones se desarrollen de forma natural y libremente.

La manipulación mental se produce cuando un individuo o grupo de individuos intenta tomar el control del comportamiento de otros, utilizando técnicas de persuasión, a fin eliminar las capacidades críticas o autocrítica de la persona. La manipulación mental se apoya de manera recurrente en diversos registros: el registro emociona, el miedo, la angustia, la vergüenza, la esperanza, la necesidad de reconocimiento, la confianza, la amistad, la necesidad de amor, el deseo, la conciencia profesional... son sentimientos que pueden ser explotados por el manipulador.

Manipulación informativa: evitar la circulación o divulgación de datos, argumentos, noticias o información que no sea favorable a quien desea desinformar. La desinformación se sirve de diversos procedimientos como demonización, presuposición, uso de falacias, mentira, omisión, sobreinformación, descontextualización, negativismo, generalización, uso de eufemismo, desorganización del contenido

La propaganda es una forma de comunicación que tiene como objetivo influir en la actitud de una comunidad respecto a alguna causa o posición, presentando solamente un lado o aspecto de un argumento. La propaganda es usualmente repetida y difundida en una amplia variedad de medios con el fin de obtener el resultado deseado en la actitud de la audiencia. De modo opuesto al suministro de información libre e imparcial, la propaganda, en su sentido más básico, presenta información parcial o sesgada para influir en una audiencia. Con frecuencia presenta los hechos de manera selectiva y omite otros deliberadamente para sustentar una conclusión, selecciona tendenciosa y desproporcionadamente a los opinadores para decantar la opinión en una determinada dirección, o usa mensajes controlados para producir una respuesta emocional, más bien que racional, respecto de la información presentada. El efecto deseado es un cambio en la actitud de una audiencia determinada acerca de asuntos políticos, religiosos o comerciales.

Demonización. La demonización o satanización consiste en identificar la opinión contraria con el mal, de forma que la propia opinión quede ennoblecida o glorificada. Se puede ser "crítico" y defender un determinado “modelo de sociedad” o de "organización territorial del Estado" de forma honrada y libre, sin necesidad de recurrir a la brocha gorda informativa, demonizar a quienes no comulgan con una determinada visión e intentar manipular la opinión pública en una determinada dirección. Y eso cuando lo hacen determinados medios que por su ideario, por la procedencia de su financiación y por su dependencia orgánica se dedican más a la criminalización y a la "propaganda" que a tender puentes para la comprensión y el entendimiento, aún es más grave.

Existen una infinidad de métodos mediante los cuales puede obtenerse el control de los otros directa o sutilmente, desde la mentira, omisión o deformación voluntaria de la verdad: apelación a la autoridad, recurso al miedo, desaprobación social, criminalización, estereotipación, uso de eufemismos, imprecisión intencional, simplificación… métodos y técnicas muy presentes entre nosotros en los últimos tiempos entre opinadores de corto alcance, medios de comunicación, corporaciones mediáticas, grupos de presión…

Estamos (cuando no?) en contienda electoral: la realidad objetiva no importa, la verdad no interesa, importa sí, y mucho, construir un  relato interesadamente tendencioso de la realidad y además recabar una inquebrantable adhesión a una determinada idea, al líder, a las siglas o al mensaje. Eso es en lo que están algunas formaciones políticas, medios de comunicación, entes públicos y privados, desde hace ya algún tiempo. A menudo se le solicita su adhesión no a lo que es justo, no a lo que en justicia debería perseguirse, sino a lo que partidistamente “conviene” electoralmente hablando, a  lo que reportará más votos, aun manipulando informativamente la realidad, marginando la verdad u orillando todo cuanto cae fuera de la narrativa socialmente dominante, al relato interesado parcial y sesgado virtualmente construido, a lo políticamente correcto, y secundariamente, con mucho menor entusiasmo y convicción, a otras causas: compromiso con una cultura de la paz, no fomento del belicismo, erradicación de todo tipo de violencia (también ciertas formas de violencia socialmente no tan visibles ni repudiadas), el reconocimiento de la realidad plurinacional del Estado, la profundización en la  erradicación de todo tipo de pobreza y no solo la material o económica, la igualdad de oportunidades, la formación integral de las personas, la superación cultural de la mentalidad abortista, el apoyo a la maternidad, la trasformación y tergiversación de la realidad natural por medio de mecanismos de ingeniería social… 

Atentos, pues, al clima social imperante especialmente entre la opinión “publicada” en donde, de forma evidente, se  anda manipulando y seduciendo al personal a la captura del voto. Frente a tal intento de seducción y manipulación, el mejor antídoto es la toma de consciencia sobre el fenómeno. Bien valdrá la pena, pues, en los tiempos que corremos repasar de forma sintética alguna de las ilustrativas lecciones al respecto del profesor A. LOPEZ QUINTAS. La finalidad está clara: No te dejes “manipular”. No permitas que te engañen una vez más. Agudiza tu sentido crítico con respecto a quienes te prometen y luego no cumplen.

Cómo se manipula I. Las actitudes del manipulador

Alfonso LOPEZ QUINTAS
Catedrático-emérito de Filosofía en la Universidad Complutense (Madrid)
Miembro de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas

El trabajo en cadena suele ser citado como ejemplo de actividad alienante. No permite el ejercicio de la propia creatividad. Es monótono, reiterativo, mortalmente aburrido. Convierte al hombre en un autómata, mero realizador de unos gestos estereotipados. La especialización del trabajo se traduce en mayor rentabilidad para la empresa pero reduce al operario a un factor anónimo, casi a una pieza de una inmensa maquinaria. El hombre se ve con ello rebajado de valor, porque no tiene posibilidad de ejercitar sus mejores potencias. Al tomar conciencia de que no es sino un medio para un fin que le desborda, el trabajador se considera manipulado, tratado como un útil, mero "material humano".

Este tipo de manipulación encierra gravedad, sin duda alguna. Pero ésta es superada por la manipulación ideológica. En el ambiente dominante nos vemos inmersos en un clima espiritual que no suele encaminarnos hacia el ejercicio de la creatividad sino hacia la entrega a los distintos modos de fascinación. El colapso de la creatividad provocado por las diversas formas de manipulación ideológica tiene una solución muy a mano: el cambio de ideal, la sustitución del ideal del dominio por el ideal de la solidaridad. Conviene, por ello, insistir más en esta forma de manipulación que en la otra.

Hay diversas formas de manipular a las gentes en cuanto a su forma de pensar, querer y sentir. Todas coinciden en una serie de rasgos básicos. El conocerlos nos abre los ojos, nos pone alerta, nos permite delatar súbitamente la voluntad manipuladora. Ejercitémonos en el análisis de algunos de tales rasgos.

1. El manipulador actúa con falsedad

El hombre afanoso de poder suele estudiar la Psicología de masas con el fin de conocer a fondo las tendencias y pasiones de las personas, y ofrecerles vía libre. Esta liberalidad táctica hace su figura muy atractiva a las gentes. Una vez que se siente acogido con simpatía por ellas, las reduce impunemente a medio para sus fines. Las exalta, y aprovechando la cortina de humo, las somete a sus planes.

El ser humano tolera ser rebajado con tal de que se halague su vanidad y se satisfaga su afán de bienestar. "El cliente siempre tiene razón", se nos dice, y sonreímos complacidos.  En una época -como la actual- que glorifica lo espontáneo, lo "liberador", lo no represivo, el que se presente como promotor de las inclinaciones instintivas del pueblo cobra inmediatamente fama de persona al día, avanzada, abierta al progreso. Ello le da ascendiente, le otorga credibilidad, lo pone en condiciones de ejercer las artes del ilusionismo mental -o manipulación- sin levantar sospechas y ser acusado de falsario.

En este ambiente, el manipulador puede decir mentiras a raudales sin miedo a ser tachado de mentiroso. El manipulador envilece al pueblo para tener libertad de maniobra y evitar el riesgo de ser escarnecido. El manipulador no juega limpio, hace trampa, pero los hombres se dejan engañar de buen grado por quienes satisfacen sus apetencias elementales. Es curioso cómo en muchos anuncios se insta al cliente a sentirse dueño de sí, libre, señor de sus actos, y al mismo tiempo se le incita a dejarse fascinar por el producto ofrecido. Fascinar es dominar.

No hace mucha falta incitar a los hombres a ser libres en una época cuya palabra talismán por excelencia es "libertad". Se proclama que somos muy libres de optar por lo que más nos convenga. Pero inmediatamente se nos dice que para ser libres de verdad hay que elegir lo que se nos ofrece. Para elegir libremente se necesitan diversas posibilidades entre las que optar. En general no se presenta más que una, y se nos dice imperativamente que elijamos esa posibilidad si queremos ser considerados como personas libres.

Fijémonos en la táctica, que se repite en todos los casos de manipulación. El demagogo aparenta ponerse de nuestra parte. Nos invita a ser lo que él sabe que todos queremos ser, hoy más que nunca: libres, personas sin ataduras ni límites. Halaga nuestros oídos diciéndonos que somos muy libres de optar por lo que más nos interesa. Pero se nos invita a que si de verdad quiere ser libre, no hay mejor opción que elegir lo que se le propone. El manipulador primero abre ante nosotros un horizonte infinito, de libertad absoluta. Luego, sin dar razón alguna, reduce ese horizonte de opciones ilimitadas a una sola.

El procedimiento de darnos palmadas en el hombro para tendernos un lazo al cuello sin que perdamos la sonrisa se repite en la mayoría de los anuncios comerciales.  Esta reducción acaba por invertir los órdenes naturales. No se toma algo porque apetece; apetece porque viste bien tomarlo. No se compra un producto porque se necesita; se siente necesidad de ello porque es señal de distinción adquirir lo que es distinguido por la propaganda. Se han invertido las cosas y los valores. Esta inversión de valores es el efecto más negativo de la manipulación comercial.

2. El manipulador empobrece al hombre a fin de dominarlo fácilmente

El que intenta dominar no va nunca a lo esencial y nuclear; subraya los pormenores que le interesan para impresionar la sensibilidad de las gentes, no para resolver el asunto de que se trate. Cuando se planteó en ciertos países la cuestión del divorcio, sólo se destacó el drama de los matrimonios rotos. No se dedicó la menor atención al tema central y decisivo en este contexto: el valor de la unidad matrimonial y familiar. Para introducir la ley abortista, se dramatizó una y otra vez el caso de las jóvenes que, por falta de medios económicos, no podían anular su embarazo en clínicas extranjeras. Se dejó de lado la cuestión decisiva: ¿Es lícito destruir abruptamente un proceso vital que conduce a la formación de un ser humano? El manipulador actúa siempre de modo parcial, en el doble sentido de incompleto -atiende sólo a un aspecto de una cuestión compleja -y de unilateral -lo hace para desviar la atención de otros aspectos comprometedores para sus tesis-.

Uno de los medios más eficaces para practicar esa parcialidad es empobrecer el lenguaje y tergiversarlo. Usa la palabra y la imagen de forma unilateral y superficial, como simples medios para conseguir sus fines. El uso banal del lenguaje -que es vehículo de la creatividad- le permite al manipulador hacer tabla rasa de convicciones profundas, tradiciones valiosas, criterios y normas seculares de conducta, es decir, de todo aquello que significa para el pueblo un apoyo espiritual. Y le permite hacerlo sin que el pueblo se percate de ello. Un pueblo desguarnecido espiritualmente es muy fácil de manipular.

Ello explica por qué tantos demagogos practican un modo de revolución precipitada y tosca, sin la debida hondura de planteamiento. Cortan amarras con el pasado sin advertir que el hombre no puede proyectar, en el presente, un futuro mejor si no asume las posibilidades fecundas que le ofrece el pasado. Tal asunción debe ser crítica, para que el proyecto a realizar sea creativo.  Los revolucionarios que exterminan el pasado conquistan el favor del pueblo mediante toda suerte de promesas utópicas, pero lo dejan aislado e inerme en un presente desmantelado, carente de posibilidades. Al no tener otro apoyo que las promesas recibidas, el pueblo queda prisionero de sus supuestos "liberadores". Esa invalidez lo torna sumiso y gregario.

3. El manipulador no se esfuerza en buscar la verdad sino en vencer al adversario

El manipulador se las ingenia para engañar sin mentir. Procura que tú te engañes sin que él te fuerce a ello. El que miente respecto a algo de mucha importancia y lo hace de modo enérgico, poniendo en ello su prestigio personal, tiene muchas probabilidades de que la mayoría se lo crea porque considera imposible que alguien se arriesgue de esa forma a ser desmentido.

De ordinario, el manipulador opera con trucos, basados en el uso arbitrario del lenguaje y la imagen. Y lo hace de modo veloz, como un prestidigitador de conceptos. Los juegos de manos se basan en la capacidad que tiene el ilusionista de realizar movimientos muy rápidos y en la incapacidad de las gentes para percibirlos. De esta forma, lo imposible parece posible. El demagogo procede con meditada precipitación a fin de que las multitudes no adviertan sus trucos intelectuales y acepten como posibles los escamoteos más inverosímiles de conceptos.

Se sirve de trucos estratégicos. Para vencer a una persona o a un grupo de personas, el recurso más eficaz consiste en acelerar los procesos de reflexión, no dar tiempo a profundizar en los temas propuestos, usar de modo precipitado -sin la matización debida-conceptos muy ricos de sentido -como libertad, autonomía, independencia, progreso... Lo hace de modo enérgico, lo que denota autoridad, dominio de sí, seguridad en la materia. Une la defensa y el ataque mediante la ironía y la alusión sarcástica a otras personas. Responde rápidamente y hace uso del "efecto sorpresa".

4. El manipulador no acepta el diálogo como medio clarificador de las ideas

El manipulador rehúye por sistema el debate sereno y profesionalizado. En la actualidad, apenas tenemos ocasión de presenciar debates en los medios de comunicación. Coloquios en los cuales se hable de ciertos temas los hay a menudo, pero debates -es decir, espacios en los cuales personas de distintas orientaciones tienen libertad para confrontar sus opiniones, depurarlas, criticarlas a fondo-es difícil encontrarlos. A veces se convocan debates y se anuncian como tales, pero entre bastidores se los adultera de tal forma que pierden toda eficacia en orden a la búsqueda de la verdad y se reducen a meros recursos propagandísticos. En otros casos, no hay manipulación programada, pero los coloquiantes carecen de apertura de espíritu y no están a la escucha; defienden sus posiciones iniciales como una cuestión de honor y sólo intentan ofrecer una buena imagen a los espectadores.

5. El manipulador opera siempre a favor de corriente

El manipulador aprovecha cada una de las tendencias del hombre para dar a entender que las favorece y, al amparo de la simpatía que esto le procura, introducir subrepticiamente algún aspecto tendencioso de su ideología. Si queremos ser libres, debemos conocer estas tendencias a fin de superarlas.

Tendencias que facilitan la manipulación

  1. Multitud de personas tienden a pensar que la libertad consiste en carecer de obstáculos para actuar. El manipulador toma pie de esta tendencia poco reflexiva para dar a entender que la libertad auténtica se opone a toda forma de cauce y norma.
  2. El hombre actual tiene aversión a lo complejo; desea encontrar soluciones fáciles a los problemas; quiere recetas. El manipulador se vale de esta propensión para dar por consabido que la relación del hombre con las realidades del entorno es tan sencilla como lo es el trato con objetos, y se rige por las mismas leyes. Por eso utiliza profusamente los verbos tener y hacer, totalmente inadecuados para expresar actividades creativas y realidades superiores. Con el mero uso de tales términos, el manipulador simplifica la expresión pero la reduce a un plano de realidad muy bajo.
  3. Actualmente, se siente la necesidad imperiosa de evitar conflictos. El recuerdo de penosas contiendas nos predispone para defender la paz a cualquier precio. El manipulador aprovecha este noble sentimiento nuestro para convencer a la opinión pública de que el entusiasmo en la defensa de los valores genera intransigencia y provoca la disputa y la escisión.

¿No hemos oído mil veces que "toda opinión es igualmente digna de respeto"? Es un lema comúnmente admitido en la actualidad. Pero ¿tiene algún fundamento? Ninguno. Ese eslogan es relativista, parte de la base de que una visión de la realidad tomada desde una perspectiva determinada es tan válida como cualquier otra. ¿En qué se basa una persona para pensar que su modo de ver un problema es más certero que el de otra? Es hora de aceptar -se dice- que todos tenemos el mismo derecho a opinar y hacer valer nuestras ideas.

Una persona que no entiende de setas no está legitimada para dar consejos en público sobre el modo de seleccionarlas. El que no ha dedicado esfuerzos a estudiar ética ¿puede permitirse la libertad de influir sobre la opinión pública y los legisladores emitiendo opiniones poco fundamentadas sobre la eutanasia, el aborto, el divorcio, la liberalización de la droga y otros temas de gravedad semejante? Evidentemente no. Pero esta afirmación será tachada de discriminatoria.

Es obvio que no todas las perspectivas son válidas. No todas las perspectivas son igualmente válidas. Si se quiere captar una realidad de rango superior -por ejemplo, una obra artística-, no es suficiente disponer de unos sentidos en perfecta forma. Estos deben ir subtendidos por una preparación adecuada y una sensibilidad peculiar para cada tipo de arte. Si desconozco la estética pictórica y carezco de sensibilidad para captar los valores de los cuadros, mi contemplación de esta obra puede no encerrar valor alguno. Por respeto a mi dignidad personal, debo reservarme para los casos en que sea capaz de ofrecer pensamientos de calidad.

Veamos en síntesis cómo saca partido el manipulador a las tendencias de la mayoría.

  1. Se tiende a pensar que ser libre es carecer de obstáculos. Conclusión del manipulador: Para ser libre hay que prescindir de cauces y normas.
  2. El hombre actual tiende a las soluciones fáciles. Conclusión: Lo ideal es tratar todas las realidades del modo expeditivo con que se tratan los objetos.
  3. Hoy día se desea evitar los conflictos a toda costa. Conclusión: Hay que renunciar a la defensa de los valores ya que todos los puntos de vista son igualmente válidos. (Esta posición es subjetivista y relativista).

Circunstancias que favorecen hoy la manipulación

El relativismo no tiene fundamento, no resiste un mínimo análisis crítico, como sucede con la oposición entre libertad y norma y las demás tesis gratuitas del manipulador. Pero ese análisis requiere tiempo y esfuerzo, justo lo que intenta ahorrar el hombre actual a todo trance. Esta actitud indolente provoca una falta de discernimiento que favorece al máximo la tarea malabarista del manipulador demagogo. Pongamos ante la vista de forma escueta todo el proceso de banalización de la vida humana actual:

  1. Hoy predomina la información sobre la formación. Buen número de personas optan por incrementar la información de modo fácil y dejar de lado la tarea esforzada de formarse sólidamente.
  2. Esta falta de formación se traduce en una carencia de criterios lúcidos para valorar las diferentes doctrinas y ordenar los valores. El hombre poco formado y aluviónicamente informado suele optar por acumular ideas sin integrarlas ni asumirlas.
  3. Este sincretismo acumulativo aboca a una posición de relativismo -todo es verdadero desde la perspectiva que uno adopte- y de indiferencia -nada encierra un valor tan grande que nos mueva eficazmente a asumirlo-.
  4. Todo da igual -viene a decirse- a condición de mantener la concordia. No hay una jerarquía de valores tal que nos lleve a comprometer nuestra posición y nuestro prestigio por defender los valores más altos. El ambiente social dominante nos invita a destacar los puntos de contacto que tenemos con posiciones doctrinales ajenas y a silenciar los rasgos opuestos. Entre éstos se hallan a veces las condiciones de toda auténtica creatividad: la fidelidad a las promesas, el respeto absoluto a la vida -naciente o declinante-, la libertad vinculada a los valores, el amor oblativo...
  5. El que delata esta operación de falsa cosmética conciliadora, propia de épocas desconcertadas, es tachado de espíritu dogmático, intransigente y beligerante.
  6. Esta intimidación provoca la desmovilización de los espíritus, la atonía espiritual, la mengua o anulación total de la creatividad y, consiguientemente, el desarme, la carencia de anticuerpos frente a la invasión ideológica de los manipuladores profesionales. La falta de creatividad y de iniciativa lleva al hombre medroso de estos días a desconfiar de su capacidad de estructurar la vida social de forma robusta y duradera.
  7. Esta desconfianza en los propios medios, unida al deseo obsesivo de evitar conflictos, hace ver magnificadas las cualidades y poderes del adversario. Tal exageración se traduce en abierta simpatía primero, en claudicación después, y finalmente en abierta colaboración.
  8. La quiebra del lenguaje. Este pierde su carácter de vehículo de la creatividad para convertirse en el medio por excelencia para provocar el desconcierto intelectual y espiritual. La manera imprecisa de hablar que se observa actualmente no se reduce a una mera moda. Es todo un síntoma. Y a la vez es un clima propicio a toda suerte de manipulaciones. La confusión es el "elemento" en que se mueve a sus anchas el manipulador. Éste se vale de la tendencia actual a pensar y expresarse de forma precipitada y superficial, cuando no frívola, para ensalzar unos vocablos -y sus correspondientes conceptos- y desprestigiar otros, entender los esquemas mentales como contrastes o como dilemas según le convenga en cada momento, plantear los problemas de forma tendenciosamente parcial, movilizar toda una serie de procedimientos estratégicos para vencer al pueblo sin tomarse la molestia de convencerlo. Con ello, el lenguaje -el mayor don del hombre- queda envilecido en su misma esencia. Es convertido en anti-lenguaje. Ya no es un lugar de encuentro en la búsqueda de la verdad, sino de engaño, alejamiento y dominio.

Esta forma de proceder significa un atentado contra el pensamiento riguroso y, al mismo tiempo, contra la vida creativa. No se trata de una mera cuestión académica. Es algo que afecta al núcleo mismo de nuestra existencia como personas. Descubrir esto por propia cuenta es la primera condición para liberarnos de la servidumbre a que nos someten los manipuladores. Al hablar de "manipuladores", no debemos pensar sólo en otras personas. Manipuladores podemos serlo nosotros mismos, en cuanto nos dejamos llevar de la tendencia a dominar a los demás con malas artes. Lo importante es conocer a fondo que existe esa tendencia y cuál es su peligrosidad a fin de no dejarnos dominar por ella ni caer en las redes de quien lo haga. Este conocimiento nos dará libertad.

Libertad para descubrir el valor del tiempo que consagramos a crear algo valioso, por ejemplo una amistad. Esta consagración nos parece a menudo una pérdida de tiempo. Estamos demasiado ocupados en perseguir el ideal de poseer y disfrutar. "Los hombres ya no tienen tiempo de conocer nada ­advierte el Principito -. Compran cosas hechas a los mercaderes. Pero, como no existen mercaderes de amigos, los hombres ya no tienen amigos". Comprar es un procedimiento expeditivo, fácil de realizar y nada comprometedor para la persona. Pero eso que adquirimos con tal facilidad, como objeto de canje, carece de un carácter singular, no llega a ser para nosotros "único en el mundo". El principito había aprendido bien la lección del zorro: "... Si me domesticas, tendremos necesidad el uno del otro. Serás para mí único en el mundo. Seré para ti único en el mundo...". "El tiempo que perdiste por tu rosa hace que tu rosa sea tan importante”.

Se trata de un tiempo creador, de calidad más alta que la mera sucesión de instantes. El principito lo presiente cuando confiesa: "Yo (...), si tuviera cincuenta y tres minutos para gastar, caminaría muy suavemente hacia una fuente...”. El agua que uno bebe tras haberla buscado en compañía de alguien que arriesga su vida para no dejarle a uno solo adquiere un valor simbólico: remite a cuanto implica de valioso el encuentro. "Tengo sed de esta agua -dijo el principito-. Dame de beber..." "Y yo comprendí lo que él había buscado". "Levanté el balde hasta sus labios. Bebió con los ojos cerrados. Todo era dulce como una fiesta. Esta agua era muy distinta de un alimento. Había nacido de la marcha bajo las estrellas, del canto de la roldana, del esfuerzo de mis brazos. Era buena para el corazón, como un regalo”.

Ir a la fuente, inclinarse hacia ella y beber, sentir agradecimiento por el don del agua, vista como fruto de un encuentro de realidades diversas, exige esfuerzo, compromiso y tiempo, porque es una actividad creadora fruto de una relación valiosa. En cambio, tomar una pastilla que calma la sed de un golpe resulta más cómodo y rápido, pero no me enriquece como persona. La pastilla la compro, la poseo y la consumo. Soy dueño de ella, la manejo a mi arbitrio. La fuente la encuentro, no la adquiero, no la domino; sencillamente, recibo de ella el don del agua. Por eso no me siento dueño de ella sino deudor. Se trata de dos actitudes diversas, una que lleva al goce de poseer, otra que conduce al gozo de encontrarse. El anhelo de colaborar suscita actitudes de respeto, que están en la base del éxtasis. El cultivo de las experiencias de éxtasis dispone el ánimo del hombre para conservar la libertad interior frente al asedio de la manipulación.

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Para leer su versión íntegra: http://www.conoze.com/doc.php?doc=3556


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