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Comentarios y reflexiones para nuestros días, a partir de la obra de I. KANT: Respuesta a la pregunta: ¿qué es la ilustración? (I)

En pos de la mayoría de edad y la plena emancipación de uno mismo (I)

La Ilustración como emancipación crítica del individuo

¡Sapere aude! ¡Atrévete a pensar por ti mismo! ¡Ten valor de pensar por ti mismo, de servirte de tu propio entendimiento!

El deber de pensar y no dejarse hipnotizar por cualquier tipo de guía o tutor, por el mundo mediático, virtual, etc..., debe ejercitarse siempre.

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El texto de Kant comienza así: La "Ilustración" es la salida del hombre de una minoría de edad cuyo responsable es él mismo. La minoría de edad significa la incapacidad de servirse de su propio entendimiento, sin verse guiado por algún otro. Uno mismo es culpable de esta minoría de edad cuando la causa de ella no reside en la carencia de entendimiento, sino en la falta de decisión y de valor para servirse por sí mismo de él sin la guía de otro. ¡Sapere aude! ¡Ten valor de pensar por ti mismo, de servirte de tu propio entendimiento! He aquí el lema de la Ilustración.

Nos cuesta pensar. A veces nos es más fácil dejarse llevar. Razonar, discurrir, reflexionar, argumentar cuesta, requiere esfuerzo e inversión de energías neuronales y los tiempos actuales no son propicios para el esfuerzo, la persistencia o la tenacidad. Tiempos los nuestros con propensión al pensamiento escuálido, flaco, tenue, débil… Tiempos en los que se pretende adelgazar nuestro pensamiento canalizando a la gente por la senda del pensamiento único, de lo políticamente correcto, de la verdad oficial. Tiempos en los que a menudo lo emocional se sobrepone a lo racional, y lo razonable sucumbe ante lo visceral, en los que a veces convertimos la verdad en puro espejismo primaveral, en los que se encauza al ciudadano más hacia la adhesión al pensamiento sectario y al argumentario partidista que a la elaboración del propio pensamiento, de un pensamiento soberano, autónomo y libre. O los intentos de determinados partidos políticos (unos más que otros) de, utilizando técnicas de manipulación propias de la propaganda política, centrifugar el cerebro del ciudadano medio a base de repetir cual mentes robotizadas, de forma redundante y machaconamente por parte de sus voceros y terminales mediáticas afines, determinadas consignas o eslogans hasta conseguir situarlos en el relato predominante como verdades absolutas fuera de cualquier posible cuestionamiento, convirtiendo lo relativo en absoluto y lo absoluto en relativo. Tiempos en los que la televisión aparece como el medio conformador por excelencia de la opinión pública, convirtiéndola en agente de adoctrinamiento sectario. Tiempos, en fin, en los que el peligro del seguidismo, del aborregamiento, del pensamiento clientelar y la inclinación del poder a la imposición de lo que se debe o no pensar, supone un riesgo real.

Frente a los intentos de manipulación y control, de encorsetar nuestro pensamiento por la vereda de lo políticamente correcto, se impone la valentía y la gallardía de pensar por uno mismo, de convertirse uno en su propio guía, en su propio tutor. Conviene levantar la voz para exclamar: piensa por tu cuenta, atrévete a pensar por ti mismo. Una invitación, pues, a perseguir nuestra mayoría de edad.

Sapere aude! ¡Ten valor de pensar por ti mismo, de servirte de tu propio entendimiento! He aquí el lema de la Ilustración. Este movimiento surgió como una invitación a alcanzar la "mayoría de edad" y la plena emancipación del pensamiento. La “ilustración” resulta así un ideal atemporal en la educación del ser humano: el de la aspiración a la plena "mayoría de edad" del pensamiento.

El primer paso en el camino de sabiduría consiste en determinarse, en ser luz para uno mismo, en pensar por cuenta propia, en confiar en uno mismo, en asumir plenamente nuestra "mayoría de edad". Ser luz para uno mismo es no seguir la luz de otro por razonable, histórica o convincente que sea. El compromiso con la independencia del pensamiento y la plena lucidez que nos llevará a “nuestra mayoría de edad” es hoy en día tan necesario como siempre, pues hoy al igual que ayer “solo la verdad nos hace libres”.  M. CAVALLÉ, filósofa.  

A. Notas introductorias

En busca de "liberación" y "progreso"

La Ilustración, siglo XVIII, es una época en la que la metafísica clásica había perdido su predominio. Dios tampoco está en su antiguo pedestal. El hombre anda buscando su lugar en el mundo. Pero, junto a esto, hay también un fuerte optimismo en el futuro, en la idea de progreso en la historia, en la consideración del hombre como ser fundamentalmente racional, en el ideal de igualdad entre los hombres y el derecho sobre bases racionales. Las ideas centrales de la Ilustración son fundamentalmente dos: La emancipación o liberación del hombre, tanto de la naturaleza como de la opresión por parte de otros hombres y la idea de "rogreso".

El progreso moral debe ser el motor de la historia, no sólo el progreso científico-técnico.

Kant es un ilustrado porque el concepto clave de su pensamiento es la autonomía del ser humano. Para Kant es derecho inalienable y deber ineludible del hombre informarse acerca de si mismo mediante el autoanálisis de su razón y percatarse de sus posibilidades y sus límites, para ocupar el puesto que le corresponde en la creación. Según Kant, el ser humano con la ilustración ha alcanzado la mayoría de edad. El ser humano se basta con la sola razón frente a los dogmas religiosos y frente a los poderes políticos, ya no tiene que acudir a ninguna autoridad, ni para desvelar la verdad, ni para conducirse en la vida. En efecto, con la revolución francesa y en general con el movimiento ilustrado francés, el ser humano ha alcanzado su autonomía o independencia frente a los poderes y las autoridades establecidas. Respecto a la idea de "progreso", Kant considera que el progreso científico-técnico, nos garantizará el progreso moral. Sin embargo, hoy podemos comprobar que eso no es así. El progreso moral debe ser el motor de la historia, no sólo el progreso científico-técnico.

Kant escribió en 1784 este breve ensayo titulado ¿Qué es la Ilustración? Kant comparte el optimismo de su época. Cree que ya se dan las condiciones históricas para que el hombre se abra definitivamente a esa conquista. El espíritu de la Ilustración es un espíritu de emancipación y de liberación intelectual y moral. Según Kant, la naturaleza hace tiempo que liberó al hombre en la historia de una dirección ajena. No es más que la pereza y cobardía de los hombres, el que no hagan un uso correcto de su razón, porque prefieren atenerse al juicio y a las directrices de "autoridades", para no tener que realizar el "desagradable asunto" de "pensar por sí mismos". El hombre ilustrado quiere emanciparse de todo aquello que le constriñe externamente, de la autoridad, sea religiosa o política, de la superstición, de la tradición, etc.

Como ideas generales desarrolladas en el texto (texto que presentaremos comentado en la segunda parte) destacamos:

  • la caracterización que Kant hace de la Ilustración como “salida de la minoría de edad de la razón”, que se propone como una tarea infinita.
  • las condiciones que hacen posible el desarrollo de esta tarea, en concreto la “libertad en el uso público de la razón”.
  • la reflexión sobre los ámbitos en los que la minoría de edad es más difícil de superar; el político y el religioso.
  • Por último, reseña el papel del “príncipe ilustrado” en la marcha de la ilustración y efectúa una distinción fundamental: la que existe entre una época de ilustración y una época ilustrada

La “minoría de edad”, dependencia, inmadurez o no emancipación de la mente guiada por otro (tutor, guía espiritual), es producida por la falta de decisión y valor, no por falta de inteligencia. El término contrario “mayoría de edad” o emancipación se interpreta como la autonomía para utilizar la mente y razonar. Lo cual es imposible conseguir con dejadez o cobardía. El deber de pensar y no dejarse hipnotizar por cualquier tipo de guía o tutor, por el mundo mediático, virtual, etc..., debe ejercitarse siempre.

“Guías” y “tutores”

¿Quiénes pueden estar interesados en evitar que los hombres salgan de su rusticidad e ignorancia, en impedir que lleguen a pensar por sí mismos, y cómo podrían conseguir su propósito?

Kant mantiene que el hombre debe buscar su autonomía, su autogobierno. Lo contrario del espíritu ilustrado era un “dejarse guiar por otros”. La realidad es que, sin embargo, el hombre se encuentra más cómodo manteniendo su situación de minoría de edad, dejándose llevar por toda clase de “tutores” dispuestos a guiar a los demás. Estos “guías o tutores” serán quienes estén interesados en impedir la Ilustración, porque con ella habrán perdido el poder despótico que ejercen sobre los ignorantes. La ignorancia del pueblo, dice Kant, es la mejor receta para poder ejercer un despotismo sobre él: Los clérigos, los médicos y los abogados (como representantes del poder y la autoridad) se aprovechan de la ignorancia de los hombres para ejercer su poder sobre ellos. Pero no sólo son los poderosos quienes están interesados en que el pueblo permanezca en la ignorancia, sino que es el mismo pueblo el que opone resistencia a salirse de ella. Es mucho más cómodo dejarse guiar por otros que hacer el esfuerzo de pensar por sí mismo.

El que no es capaz de seguir exclusivamente a su propia razón permanece aún en estado de minoría de edad, no ha llegado a su madurez como hombre. 

Esta emancipación Kant propone realizarla, no a través de una revolución, sino basándose en la razón, que considera que es el medio más poderoso y eficaz. El ilustrado es un hombre que lucha contra el poder con la fuerza de la cultura. El que el hombre deba afrontar esa tarea individualmente frente a los que le oprimen exige que el hombre ilustrado sea un hombre valeroso, dispuesto y decidido. La pereza, la cobardía, la falta de decisión y de valor y la autoculpabilidad son la causa de su situación. El que no es capaz de seguir exclusivamente a su propia razón permanece aún en estado de minoría de edad, no ha llegado a su madurez como hombre.     

Kant dice que para esa ilustración no es menester otra cosa que la libertad. El requisito indispensable para que el hombre se ilustre es el de que tenga la libertad de hacer siempre y en todo lugar un uso público de la razón. Estos procesos para alcanzar la libertad son lentos, de ahí que Kant proponga la reforma progresiva de la sociedad frente a la revolución.

Como Kant, también nosotros podríamos preguntarnos: ¿acaso vivimos actualmente en una época ilustrada?, la respuesta sería: ¡No!, pero sí vivimos en una época de Ilustración. Tal como están ahora las cosas todavía falta mucho para que los hombres, tomados en su conjunto, puedan llegar a ser capaces o estén ya en situación de utilizar su propio entendimiento sin la guía de algún otro (los nuevos sofistas y todo tipo de gurús, los nuevos predicadores dominicales políticos, el adoctrinamiento mediático, líderes políticos faltos de credibilidad, opinadores diversos de corta estopa, criminalizadores de realidades sociales, lobbys adoctrinadores, obnubiladores de la verdad, una plebe abducida previamente narcotizada y domada, etc...). Pero sí tenemos claros indicios de que ahora se les ha abierto el campo para trabajar libremente en esa dirección y que también van disminuyendo paulatinamente los obstáculos para una ilustración generalizada o el abandono de una minoría de edad de la cual es responsable uno mismo.

Comentarios de M. CAVALLÉ, filósofa: "ser luz para uno mismo" (1)

El texto de Kant comienza así:
La "Ilustración" es la salida del hombre de una minoría de edad cuyo responsable es él mismo. La minoría de edad significa la incapacidad de servirse de su propio entendimiento, sin verse guiado por algún otro. Uno mismo es culpable de esta minoría de edad cuando la causa de ella no reside en la carencia de entendimiento, sino en la falta de decisión y de valor para servirse por sí mismo de él sin la guía de otro. ¡Sapere aude! ¡Ten valor de pensar por ti mismo, de servirte de tu propio entendimiento! He aquí el lema de la ilustración.

El primer paso en el camino de sabiduría consiste en determinarse, en ser luz para uno mismo, en pensar por cuenta propia, en confiar en uno mismo, en asumir plenamente nuestra mayoría de edad.

Sapere aude! Atrévete a pensar por ti mismo. Esta invitación, la determinación a abandonar la minoría de edad del pensamiento constituye la condición de posibilidad de cualquier recorrido filosófico, sapiencial y espiritual. El primer paso en el camino de sabiduría consiste en determinarse, en ser luz para uno mismo, en pensar por cuenta propia, en confiar en uno mismo, en asumir plenamente nuestra mayoría de edad. Uno debe ser luz para sí mimo. Esa luz es la ley. No existe otra ley. Todas las otras leyes son hechas por el pensamiento y en consecuencia son fragmentarias y contradictorias. Ser luz para uno mismo es no seguir la luz de otro por razonable, histórica o convincente que sea.

Kant escribe este ensayo en el s. XVIII también denominado siglo de las luces porque en él tomó cuerpo la Ilustración, un movimiento filosófico y cultural, una nueva sensibilidad que tuvo por consigna iluminar todos los ámbitos de la vida humana mediante el libre ejercicio del propio discernimiento y mediante la consiguiente emancipación de todas las tutelas, supersticiones y prejuicios. Este movimiento surgió como una invitación a alcanzar la mayoría de edad y la plena emancipación del pensamiento y como una reacción a siglos anteriores en que el conocimiento y el avance científico habían estado limitados por el peso de la iglesia, por instituciones y dogmas religiosos, de tradiciones sin valor, de formas sociales anacrónicas como las relaciones humanas determinadas por la riqueza, la cuna o el despotismo, etc.

De este movimiento intelectual participaron prácticamente todos los grandes pensadores de la época. Fue en ese siglo cuando apareció en Inglaterra la noción del “librepensador”, y en Alemania la del “ilustrado”, en Francia a estos pensadores se les denominó sencillamente “filósofos”. Todos ellos trazaron los ideales ilustrados que pusieron las bases de lo mejor de la movilidad absoluta: el énfasis en la libertad del ser humano, en su cualidad y fraternidad esenciales, los derechos humanos, la tolerancia religiosa, la libertad de creencia o increencia, la defensa de la libertad de pensamiento frente al oscurantismo y el fanatismo, el libre ejercicio del pensamiento crítico, la observancia de la observación y la experiencia guiada por la razón como base del conocimiento, etc.

El compromiso con la independencia del pensamiento y la plena lucidez es hoy en día tan necesario como siempre.

La época actual se define como “postilustrada” pues tiende a considerar superados ciertos rasgos característicos de la sensibilidad ilustrada. Muy en particular su excesivo optimismo con respecto a las posibilidades de la razón humana para favorecer un progreso ilimitado. Ahora bien, no es esta la acepción del término “ilustración” que aquí se utiliza. En la presente reflexión retomamos el término "ilustración" en su sentido originario. El que queda bien resumido en el párrafo citado de Kant: La “ilustración” entendida como un ideal atemporal en la educación del ser humano, el de la aspiración a la plena mayoría de edad del pensamiento. La divisa de la ilustración así entendida siempre tiene vigencia y nunca puede considerarse superada. La ilustración en esta acepción no es un ideal caduco, mucho menos un ideal ya logrado.

El compromiso con la independencia del pensamiento y la plena lucidez es hoy en día tan necesario como siempre, pues hoy al igual que ayer “solo la verdad nos hace libres”. Esta aspiración es de hecho universal y consiguientemente ha estado presente en las más grandes y libres tradiciones de sabiduría de todos los lugares y tiempos.

(1) Fuente: M. CAVALLÉ: Conferencia en video: En torno al maestro de Sabiduría. https://youtu.be/zYw-sMWtA0U

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