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No sólo de pan vive el hombre

El «pan» es importante para «vivir», pero no es suficiente… El «pan» ha servido de coartada a algunas ideologías, excesivamente pegadas a tierra, que lo han utilizado para impedir a sus fieles seguidores elevarse, encumbrarse, ennoblecerse… opacando que crecer, volar, despegar, es también el anhelo profundo de nuestro espíritu… Una invitación, pues, al cultivo del espíritu y a procurarnos el sustento para el necesario alimento de nuestra alma...

Federico GARCÍA LORCA:

  • Ésta es la melancolía que yo siento por todas las criaturas que por falta de medios y por desgracia suya no gozan del supremo bien de la belleza que es vida y es bondad y es serenidad y es pasión.
  • Ataco desde aquí violentamente a los que solamente hablan de reivindicaciones económicas sin nombrar jamás las reivindicaciones culturales.
  • Que gocen todos de los frutos del espíritu humano porque lo contrario es convertirlos en máquinas al servicio del Estado.
  • ¡Libros! ¡Libros! ¡amor, amor!, debían los pueblos pedir como piden pan o como anhelan la lluvia para sus sementeras.
  • Pedíd libros, es decir, horizontes, es decir, escaleras para subir a la cumbre del espíritu y del corazón.

Medio pan y un libro, de Federico García Lorca

Frente a la zafiedad... la «cultura» es el alimento del espíritu

El aserto que figura en el título puede resultar especialmente duro para aquéllos que en épocas como ésta se encuentran en una situación económica dramáticamente precaria. Sin embargo, aún en tiempos de crisis, de grave crisis económica, en épocas de dificultades, de problemas, de aprietos, en períodos bajos, de decaimiento, de debilidad, de bache, de depresión, aún en esos momentos… no solo de «pan» vive el hombre. También necesita del sustento de su espíritu. Y esa es la senda en la que aquí nos situamos. Más que nunca, en tiempos revueltos, de vacilación, de duda, de incertidumbre, de perplejidad y desorientación…. necesitamos también la manutención, el sustento, el alimento de nuestro espíritu.

Somos cuerpo, razón, afectos, espíritu… necesitamos alimentarnos para el sostenimiento de nuestro cuerpo. También cultivar nuestros afectos. Igualmente nuestro espíritu necesita de cultivo, de laboreo, de interiorización, de nutrientes que lo sostengan.

Produce más lástima una persona que quiera saber y no pueda, que un hambriento falto de alimento. Porque un hambriento puede calmar su hambre fácilmente con un pedazo de pan o unas frutas, pero una persona que tiene ansia de saber y no tiene posibilidades ….

La «cultura», alimento del espíritu

El verdadero poder reside en el conocimiento, por eso, mientras nuestros dirigentes sean mezquinos, nos tendrán entretenidos ofreciéndonos «pan y circo», es la táctica de ciertos dirigentes políticos para mantenernos distraídos y alejados de lo esencial. Nos mantendrán sumisos con un tipo de educación dócil y mediocre. No se ofrecerá al pueblo la oportunidad de acceder a una auténtica «cultura» emancipadora, a ese tipo de bien tan preciado que es capaz de generar la liberación del ser humano. Sin embargo, debemos saber que en eso puede estar la salvación de nuestras almas hambrientas en estos tiempos desencaminados.

La trivialización que se produce entre nosotros de ciertas realidades humanas es fácil pero frágil... hasta que el guiño de un ojo bien abierto pueda quebrarla. Toda propuesta ideológica, en donde el «poder», en sus diversas manifestaciones y expresiones, pretenda ser el dueño de la conciencia, voluntad e imaginación del pueblo, tarde o temprano estará destinada al fracaso, porque contradice la aspiración liberadora que mueve al ser humano.

En nuestro caso, los libros, el conocimiento, la cultura, una auténtica formación y educación, y no los sucedáneos que desde el poder se nos ofrecen, serán el alimento que nos ayudará a abrir los ojos, a despertar del letargo en que estamos sumidos, el sustento espiritual que podrá derrotar el espejismo de nuevas tendencias que intentan imponerse entre nosotros, unas fuerzas que aprovechan el poder que se les ha concedido para torpedear los principios y valores en torno a los cuales se ha cohesionado históricamente el pueblo: el neoliberalismo, el progresismo mal entendido, el relativismo, la ideología de género, la aceptación social del más alto grado de violencia que ejercer se pueda contra miembros indefensos de la familia humana, el laicismo militante…

Hambre de verdadera «cultura»

¿Qué tipo de «cultura» se nos transmite? ¿Qué tipo de «formación» se nos ofrece? Una especie de amasijo, conglomerado informe, insípido, insaboro, neutro, mediocre y banal es lo que parece que ahora se lleva entre nosotros. Ante una educación y una formación acomodaticia, dócil, sumisa, aséptica, fría, indiferente a las necesidades y aspiraciones más hondas del ser humano, por muy tecnológica, avanzada y digitalizada con que se la recubra, no por revestirla de mayor “modernidad” necesariamente la resultante es de mayor calidad... sin rumbo claro, ni concierto, y a menudo sin acierto, sin una concepción multidimensional e integral de lo que es el ser humano y sus necesidades más profundas no se llega a una auténtica educación de las personas. Ante todo esto hace falta abrir los ojos y despertar.

Frente a ello se impone la necesidad de una nueva educación y formación emancipadora, liberadora, des-veladora de la verdad escondida... que nos libere del ruido ambiental, de la bruma, oscuridad y niebla que nos obnubilan, que nos ayude a correr los velos con los que ciertas ideologías enmascaran la realidad y nos impiden apreciar la verdad y la autenticidad que tras ella se esconde y, desenmascarando esa falaz realidad que han pretendido crear a nuestro alrededor, nos libere de las cadenas que nos subyugan y contribuya a deshacernos de las ataduras que nos atenazan. Una Educación que esté atenta a las inquietudes del corazón humano, que nos abra nuevos horizontes, que nos permitan vivir más plenamente nuestro proyecto existencial, es decir, escaleras para subir a la cumbre del espíritu y del corazón. El texto de Federico García Lorca nos ayudará a profundizar en ello.

Como García Lorca podríamos expresar también aquí nuestra preocupación por la educación que desde los poderes públicos se ofrece a  las personas adultas, formación contrastada en nuestra ya dilatada experiencia profesional en este campo:

Cuanto trecho necesita recorrer todavía la formación de adultos tal como se la suele practicar para llegar a ser una auténtica formación de las personas adultas y no simplemente formación al servicio del mercado laboral en edad adulta. Una formación que, partiendo del momento evolutivo propio de la etapa del ciclo vital en que cada uno se encuentre y atenta a sus necesidades e inquietudes de cada uno, sepa decirle en cada momento la «palabra» adecuada, aquélla que en cada circunstancia necesite... que sepa transmitir un mensaje que llegue, que les llene, que colme las ansias de un verdadero saber crítico del que todos estamos necesitados. Sin duda, en este s. XXI otra formación de adultos no solamente es posible, sino necesaria.

Elaboració pròpia


Medio pan y un libro

Locución de Federico García Lorca al Pueblo de Fuente de Vaqueros (Granada). Septiembre 1931.

Ataco a los que solamente hablan de reivindicaciones económicas sin nombrar jamás las reivindicaciones culturales.

La agonía física, biológica, natural, de un cuerpo por hambre, sed o frío, dura poco, muy poco, pero la agonía del alma insatisfecha dura toda la vida.

lorca"Cuando alguien va al teatro, a un concierto o a una fiesta de cualquier índole que sea, si la fiesta es de su agrado, recuerda inmediatamente y lamenta que las personas que él quiere no se encuentren allí. ‘Lo que le gustaría esto a mi hermana, a mi padre’, piensa, y no goza ya del espectáculo sino a través de una leve melancolía. Ésta es la melancolía que yo siento, no por la gente de mi casa, que sería pequeño y ruin, sino por todas las criaturas que por falta de medios y por desgracia suya no gozan del supremo bien de la belleza que es vida y es bondad y es serenidad y es pasión.

Por eso no tengo nunca un libro, porque regalo cuantos compro, que son infinitos, y por eso estoy aquí honrado y contento de inaugurar esta biblioteca del pueblo, la primera seguramente en toda la provincia de Granada.

No sólo de pan vive el hombre. Yo, si tuviera hambre y estuviera desvalido en la calle no pediría un pan; sino que pediría medio pan y un libro. Y yo ataco desde aquí violentamente a los que solamente hablan de reivindicaciones económicas sin nombrar jamás las reivindicaciones culturales que es lo que los pueblos piden a gritos. Bien está que todos los hombres coman, pero que todos los hombres sepan. Que gocen todos los frutos del espíritu humano porque lo contrario es convertirlos en máquinas al servicio del Estado, es convertirlos en esclavos de una terrible organización social.

Yo tengo mucha más lástima de un hombre que quiere saber y no puede, que de un hambriento. Porque un hambriento puede calmar su hambre fácilmente con un pedazo de pan o con unas frutas, pero un hombre que tiene ansia de saber y no tiene medios, sufre una terrible agonía porque son libros, libros, muchos libros los que necesita y ¿dónde están esos libros?

¡Libros! ¡Libros! Hace aquí una palabra mágica que equivale a decir: ‘amor, amor’, y que debían los pueblos pedir como piden pan o como anhelan la lluvia para sus sementeras. Cuando el insigne escritor ruso Fedor Dostoyevsky, padre de la revolución rusa mucho más que Lenin, estaba prisionero en la Siberia, alejado del mundo, entre cuatro paredes y cercado por desoladas llanuras de nieve infinita; y pedía socorro en carta a su lejana familia, sólo decía: ‘¡Enviadme libros, libros, muchos libros para que mi alma no muera!’. Tenía frío y no pedía fuego, tenía terrible sed y no pedía agua: pedía libros, es decir, horizontes, es decir, escaleras para subir la cumbre del espíritu y del corazón. Porque la agonía física, biológica, natural, de un cuerpo por hambre, sed o frío, dura poco, muy poco, pero la agonía del alma insatisfecha dura toda la vida.

Ya ha dicho el gran Menéndez Pidal, uno de los sabios más verdaderos de Europa, que el lema de la República debe ser:

"Cultura". Cultura porque sólo a través de ella se pueden resolver los problemas en que hoy se debate el pueblo lleno de fe, pero falto de luz.


Ver también la sección: CULTURA


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