LA COMUNICACIÓN NOS CONSTITUYE
La comunicación es un «arte» que a todos nos resulta imprescindible
Somos comunicación. Somos todo comunicación. No podemos no comunicar. Emitimos mensajes incluso inconscientemente. Y percibimos, captamos y damos significado a cuanto acontece a nuestro alrededor. El individuo está en continuo intercambio con el ambiente. Estamos configurados para percibir e interpretar, para emitir y expresar. El individuo está "condenado" por su misma naturaleza a dar sentido a todo aquello que ve, siente y experimenta. Interpreta, atribuye significado, a cada acontecimiento de su ambiente vital. Al individuo le resulta imposible no expresarse y no interpretar la realidad. La comunicación es, pues, tanto "recepción" como "emisión" de información. Mediante ella el individuo tiene la posibilidad de comprender a los demás y de actuar sobre ellos.
¡Nuestra vida es comunicación! Nos comunicamos con nosotros mismos, con los demás, con nuestro entorno; estamos constantemente comunicándonos. Todos deseamos hacernos comprender y comprender a los demás. Pero no siempre sabemos hacerlo adecuadamente. La comunicación es un arte cuyo conocimiento y dominio nos es imprescindible a todos. La comunicación es como un gran regalo. Un regalo que se nos ofrece y que nosotros mismos ofrecemos a cada instante. A continuación presentamos la introducción a un interesante libro de Maite MELENDO: COMUNICACIÓN E INTEGRACIÓN PERSONAL.
1.—INTRODUCCIÓN
Las hojas que siguen son fruto de 13 años de dedicación a lo que me gusta denominar «la profesión de escuchar». En Estados Unidos esta profesión se llama «counseling», término ya utilizado también entre los profesionales en esta materia en habla castellana. Fueron los norteamericanos -siempre tan pragmáticos- los que inventaron esta profesión. En España algunos la llamamos «consejo psicológico», ya que es algo distinto de las tareas que se ven forzados a desempeñar la mayoría de los psicólogos españoles. Tenemos todavía mucho camino por recorrer en nuestro país en todo este mundo de la psicología (o counseling ).
Este libro es fruto de mi experiencia laboral de trece años en estas tareas. Durante estos años me he dedicado a escuchar; escuchar y acoger durante horas, semanas, años hasta llegar a trece (¡dan mucho de sí!) la comunicación de gentes muy diversas. Estudié y, más tarde, trabajé los 10 primeros años de mi vida profesional en distintas ciudades norteamericanas. Esto me dio ocasión de escuchar una diversidad de experiencias compartidas por las gentes más variadas que el lector pueda imaginar: distintas razas, distintas nacionalidades, emigrados de distintas latitudes, gentes de estratos sociales que varían desde los más pobres e indigentes, como son los trabajadores braceros «chícanos» hasta gente de la alta esfera política de "Washington; adolescentes, hombres, mujeres; algunos alcohólicos, otros drogadictos, alguno perseguido por la justicia, no faltó alguno que cumplía años de condena en un penal, parejas en proceso de divorcio, mujeres recién abortadas...
¿Conclusiones después de estos años?... aquí van recogidas en este pequeño libro; junto a mis reflexiones personales, aporto lo que tantos me habéis enseñado a mí en estos últimos trece años.
Todos, por muy distintos que seamos, tenemos algo muy parecido, común a la generalidad. Todos deseamos ser queridos y apreciados, todos queremos ser valorados y escuchados; todos queremos ser tenidos en cuenta y ser importantes para alguien. Todos queremos realizarnos, ser y vivir lo más plenamente posible. Todos deseamos comprendernos a nosotros mismos y todos queremos llevarnos bien, entendernos y ser entendidos por aquellos que nos rodean.
Todos deseamos encontrar paz en nuestro interior y paz con las personas con que nos relacionamos.
Los que acuden a un «profesional de la escucha» es porque, de alguna manera, tienen la valentía de reconocer que son incapaces por ellos mismos de lograr esto que tanto desean. Cada uno expresa sus dificultades de maneras muy diversas y las dificultades, a su vez, se manifiestan de multiformes y variados modos.
¿Denominador común a toda esta inmensa variedad?: un fallo de comunicación. Vivimos en constante comunicación.
¡Nuestra vida es comunicación! Nos comunicamos con nosotros mismos, con los demás, con nuestro entorno; estamos constantemente comunicándonos con nuestras palabras, nuestras acciones y con nuestros gestos más ligeros, con nuestras posturas, nuestros modales, nuestro modo de andar...
Y el mundo que nos rodea no cesa de comunicarse con nosotros. Se comunica con nosotros el portero que nos da los buenos días, el camarero que nos sirve el café de media mañana..., el semáforo que, al hacerse verde, nos permite cruzar, el coche de detrás que con su claxon nos avisa del cambio del semáforo. La luz intermitente nos comunica que la gasolina del coche se está terminando. Nuestro cuerpo nos comunica que es hora de dejar de trabajar, nuestro estómago nos avisa de las horas de las comidas y la pesadez de nuestros ojos al terminar el día nos comunica que ha llegado la hora de dormir.
El cielo cubierto nos avisa que puede llover, que hay que prevenir y coger el paraguas; o por el contrario, el sol que brilla con fuerza nos dice que no hace falta ponerse tanta ropa.
Todo es comunicación y todos nos comunicamos o deseamos comunicamos. Todos deseamos hacernos comprender y comprender a los demás. No siempre sabemos hacerlo ya que no nacemos sabiendo comunicarnos.
Tenemos que aprender y aprendemos, como a todo, a base de intentos, errores y nuevos intentos.
La comunicación es un aprendizaje necesario. Y no es sólo algo que nos es vital aprender, es algo que deberíamos dominar ya que la comunicación es una herramienta imprescindible en nuestra vida y elemento esencial en nuestra realización personal.
Más que una necesidad y un aprendizaje, la comunicación es un arte. Un arte que no es accesorio como pueden ser otras manifestaciones artísticas; no, la comunicación es un arte cuyo conocimiento y dominio es necesario e imprescindible para todos. No es un arte superfluo del que podamos prescindir. La comunicación es algo esencial en nuestra vida ya que nuestra vida se va tejiendo a base de hilos tendidos a unos y otros y a la realidad circundante.
No os digo más y entramos de lleno en el tema fascinante de la comunicación.
Quisiera que al terminar estas páginas sencillas, os gustara el tema tanto como a mí me gusta; disfruto hablando, escribiendo y, sobre todo, viviendo la comunicación. Quisiera también con estas páginas contribuir de alguna forma a revisar vuestros patrones de comunicación y mejorar vuestro estilo personal de comunicaros.
2.—COHERENCIA Y LIBERTAD
Según este esbozo de definición, el ideal de la comunicación sería la coherencia, por parte del emisor, entre lo que expresa y lo que siente. Es decir, que el ideal es que Yo, emisor, me exprese fielmente, tal como soy y como estoy; y comunique libremente cómo me veo y me entiendo a mí mismo así como mi percepción de la realidad circundante.
La coherencia o fidelidad entre lo que expreso y lo que siento, debe ir acompañada de otra característica esencial a toda buena comunicación: la libertad como deseo de no condicionar ni manipular la actuación del receptor.
El receptor, por su parte, además de acoger la comunicación emitida, debe actuar en libertad, sin sentirse coaccionado con la comunicación «recibida». Coherencia y libertad al emitir y al recibir.
(1) Maite MELENDO, COMUNICACIÓN E INTEGRACIÓN PERSONAL-Introducción. Editorial Sal Terrae
Fuente: Un pequeño extracto en formato E-Book
Ver la presentación flash: EL REGAL DE LA COMUNICACIÓ.swf
Ver también: LA COMUNICACIÓN: CONTEXTO GENERAL
