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TRES ENCRUCIJADAS SIGNIFICATIVAS EN NUESTRA DILATADA AVENTURA HUMANA

El paso del tiempo es inexorable. Comenzamos un nuevo año, una nueva etapa, un nuevo ciclo. Con la llegada del nuevo año parece que a nuestro alrededor se produzca un renovado comienzo… Las estaciones naturales se van sucediendo, las distintas especies de plantas y animales, la flora y la fauna, la naturaleza entera va recorriendo su ciclo, nuestro planeta y el universo entero siguen su curso, el tiempo avanza… es la rueda de la vida, es la rueda del tiempo.

Llevamos recorrido un gran trecho, un largo camino en nuestra ya dilatada aventura humana. Nuestra especie ha ido progresando y alcanzando hitos históricos, no sin sobresaltos, a lo largo de su evolución. Hemos ido avanzando en nuestra evolución biológica, somática, psíquica, intelectiva... En el zigzagueante recorrido de nuestro proceso de humanización nuestra especie ha ido quemando etapas, alternándose los períodos lúcidos con otros de zozobra, incertidumbre y desorientación, hemos ido atravesado distintas fases con sus luces y sus sombras.

A lo largo de la historia ha habido épocas en las que la humanidad ha sabido tener una visión lúcida sobre sí misma y ha sabido encontrar un sentido y una orientación a su destino. Nos encontramos ahora en un momento de declive, de crisis no solamente económica sino civilizatoria, crisis de referentes, de valores… Hoy nos hallamos ante un mundo que necesita una profunda renovación y el redescubrimiento de los valores de fondo. La crisis que estamos atravesando nos impulsa a revisar nuestro camino, a discernir y proyectar un nuevo modo de existir. Lo que hoy está en juego es la nueva orientación que queremos dar a nuestro destino. Tras ella se abre la posibilidad de un nuevo avance o un regreso-retroceso en el proceso de humanización propio de la aventura humana. Frente al peligro de deterioro humano y la degradación de la vida social, es preciso reforzar la convicción una vez más que «el primer capital a preservar y valorar es el ser humano, la persona entera en su integridad».

A continuación presentamos tres textos que desde perspectivas diferentes nos sitúan ante tres momentos claves, tres encrucijadas especialmente significativas en nuestra ya dilatada trayectoria como especie:

1.La pregunta por el sentido de las cosas (aquí)

2. La entrada en la era planetaria y la complejidad de la mundialización (aquí)

3. La incertidumbre y desorientación del “hombre moderno” ante el mundo actual (aquí)

¿Seremos capaces hoy de superar las contradicciones en las que nos encontramos y alumbrar un escenario más digno para el género humano?

La pregunta por el sentido de las cosas.

La necesidad de encontrar sentido a las cosas y a la existencia

  • El ser humano intenta buscar sentido a las cosas mismas.
  • Estamos condenados a elegir una propuesta de sentido para nuestra vida.
  • El mito, la religión la filosofía o la ciencia son creaciones humanas que pretenden responder a la pregunta por el sentido de la realidad.
  • El ser humano construye su mundo a partir de su capacidad de pensar abstractamente y el desarrollo del lenguaje.
  • Los principales discursos interpretativos de la realidad son los discursos míticos y los discursos racionales.

preguntaDecía Fiedrich Nietzsche, un filósofo alemán del siglo XIX que "El ser humano es un animal que se pregunta por las cosas, intentando buscar sentido a su vida como a las cosas mismas".

Ese deseo de saber, la necesidad de atribuir un sentido a las cosas y a la propia vida posee tres rasgos característicos: a) es en cierto sentido un "lujo de la naturaleza": no sabemos que ningún otro animal lo haga como nosotros. b) Es algo problemático: a menudo nos encontramos en una situación de angustia al no hallar respuestas que nos satisfagan o descubrir que las respuestas que tenemos son erróneas. No sabemos siquiera si existe una única y verdadera respuesta. c) Es algo inevitable: el ser humano no puede dejar de pensar volviendo a una pura animalidad.

Decía Jean Paul Sartre, filósofo francés del siglo XX, que "estamos condenados a ser libres", a elegir una propuesta de sentido para nuestra vida y las cosas. Nuestra elección puede consistir en delegar en una propuesta ajena, la que nos han trasmitido nuestros padres, la escuela, la sociedad, etc. o bien, construir nuestra propia propuesta: el sentido que nosotros le vamos a dar a nuestra vida y a las cosas.

La especie humana a lo largo de su historia ha buscado respuestas a esa necesidad de encontrar sentido a las cosas. El mito, la religión, la filosofía o la ciencia son creaciones humanas que pretenden responder a esa pregunta inquietante por el sentido de la realidad.

Bases antropológicas que posibilitan la pregunta: aquello que nos diferencia de otros animales.

Hay en nuestra naturaleza algo que nos lleva a intentar conocer y explicarnos aquello que nos rodea. Poseemos cierta predisposición a “crearnos” nuestro propio “mundo”.

  1. Los animales construyen su mundo intentando adaptarse a las condiciones de su entorno. Viven una realidad meramente biológica determinada por sus necesidades vitales de cada momento.
    • Los animales modifican de alguna manera el entorno construyendo nidos, marcando territorios, etc.;
    • Solucionan los problemas dependiendo de los elementos presentes en ese entorno.
    • Sus formas de vida se mantienen prácticamente invariables durante miles de años. Lo que pueda aprender un individuo muere con él pues carecen de medios de transmisión de lo aprendido.
  2. El ser humano, más allá de la mera realidad biológica, construye su mundo a partir de su capacidad de pensar abstractamente y el desarrollo del lenguaje. El ser humano es el único animal que es capaz de pensar y utilizar el lenguaje para articular simbólicamente su experiencia, construir su mundo. Es capaz de crear una cultura. Los rasgos que en este aspecto le diferencian del resto de los animales son:
    • No se limita al mero uso de objetos naturales sino que ha aprendido a fabricar instrumentos artificiales y a perfeccionarlos.
    • El desarrollo del lenguaje y el pensamiento conceptual le han permitido transmitir sus conocimientos a otros miembros de la especie.
    • La creación de cultura que, en un primer momento, tuvo como objetivo el dominio del entorno y la resolución de problemas acuciantes (cobijarse en una cueva, hacer fuego, preparar trampas, fabricar herramientas, etc.) resueltas las necesidades más urgentes abrió un nuevo horizonte: pasó a interesarse por las cosas no ya como una respuesta a sus necesidades sino como el conjunto de cosas donde se desarrolla su vida. Así surgió la necesidad de encontrar una explicación a los fenómenos naturales que le sorprenden, que se le plantean como un enigma, explicar lo desconocido: ¿Qué es la lluvia?, ¿Qué es ese disco luminoso que cruza el cielo que ilumina y da calor?, ¿Qué hay detrás de la muerte?, etc.
    • De esta manera se produjo un cambio cualitativo, el proceso acumulativo de la cultura provocó el paso de las preguntas motivadas por la urgente necesidad de producir algo útil al puro ejercicio de la curiosidad, de la pregunta por la pregunta: es el paso al porqué de las cosas, a su naturaleza y a su sentido.

El origen y el sentido de la pregunta: la admiración y el reconocimiento de la propia ignorancia.

Los seres humanos se hacen estas preguntas movidos por la admiración y reconociendo su propia ignorancia. Lo hacen para huir de ésta y no por utilidad alguna. Veámoslo a través de las citas de dos de los filósofos más importantes de la antigüedad:

"Pues los hombres comienzan y comenzaron siempre a filosofar movidos por la admiración: al principio, admirados por los fenómenos sorprendentes más comunes: luego, avanzando poco a poco y planteándose problemas mayores, como los cambios de la Luna y los relativos al Sol y a las estrellas, y la generación del Universo. Pero el que se plantea un problema o se admira, reconoce su ignorancia. (Por eso también el que ama los mitos es en cierto modo filósofo; pues el mito se compone de elementos maravillosos.) De suerte que, si filosofaron para huir de la ignorancia, es claro que buscaban el saber en vista del conocimiento, y no por utilidad alguna. Y así lo atestigua lo ocurrido. Pues esta disciplina comenzó a buscarse cuando ya existían casi todas las cosas necesarias y relativas al descanso y al ornato de la vida" Aristóteles: Metafísica, 982 G 10-25

Estas preguntas se formularon por primera vez cuando ya existía casi todo lo necesario para la vida. De la contemplación y admiración que producen las cosas inmediatas se pasó a cosas cada vez más alejadas: de las aguas de la Tierra a las lluvias y tormentas, de la Tierra al cielo, a las estrellas y al Sol y, de aquí, a las preguntas sobre la composición de las cosas o sobre el origen del Universo. Las preguntas nacidas de la admiración son cada vez más complejas y alcanzan ámbitos más alejados de lo inmediato y más amplios. Las preguntas no están ya dirigidas a resolver las necesidades sino a explicar y calmar la admiración, la perplejidad que nos produce lo que nos rodea. De modo que es el reconocimiento de la propia ignorancia el motor de nuestro pensamiento, lo que nos lleva a tratar de conocer, a intentar encontrar la sabiduría.

"Pues he aquí lo que sucede: ninguno de los dioses filosofa ni desea hacerse sabio, porque ya lo es, ni filosofa todo aquel que sea sabio. Pero a su vez los ignorantes ni filosofan ni desean hacerse sabios, pues en esto estriba el mal de la ignorancia: en no ser ni noble, ni bueno, ni sabio y tener la ilusión de serlo en grado suficiente. Así, el que no cree estar falto de nada no siente deseo de lo que no cree necesitar"
Platón: Banquete, 203 D-204 B

Así el reconocimiento de la propia ignorancia está unido al deseo de saber. Es una ignorancia que se pretende superar, abandonar y, en este sentido, se presenta como una posibilidad de conocimiento para toda persona que sea capaz de sorprenderse por lo que le rodea.

La respuesta: los discursos interpretativos de la realidad.

Para responder estas preguntas el ser humano ha elaborado distintos tipos de discursos interpretativos de la realidad que tienen en común intentar explicar lo que existe, lo que ha existido o existirá con la intención de hallarle un sentido. De esta manera buscan ser una descripción y dar una explicación de la realidad con finalidades varias como poder hacer predicciones sobre ella o bien indicar cuál es el comportamiento correcto.

Los principales discursos interpretativos de la realidad que se han dado a lo largo de la historia son los discursos míticos, que incluyen el mito y la religión, y los discursos racionales, que incluyen la filosofía y la ciencia.

La pregunta

El tipo de discurso mítico: el mito y la religión.

Durante la mayor parte de la historia de la especie humana las explicaciones sobre la naturaleza y la sociedad tuvieron un carácter mítico y aún hoy pervive en muchas culturas este tipo de explicación. También los movimientos religiosos son de carácter fundamentalmente mítico.

El mito.

El mito es un conjunto de narraciones que intentan explicar la realidad partiendo de la idea que en los orígenes, las relaciones y las finalidades de todo lo que pasa han intervenido o intervienen seres sobrenaturales, ya sean dioses, espíritus, demonios o hadas.

Cuando se trata de explicar los orígenes son relatos de actuaciones de los dioses o seres sobrenaturales que intervinieron en hechos extraordinarios acontecidos en un tiempo indeterminado, en el principio del tiempo, externo al tiempo histórico humano.

¿Qué características tiene este tipo de discurso o saber? ¿Cómo responde a las nuestras interrogantes? Las enumeramos a continuación:

  1. Protagonismo de lo sobrenatural. En el mito las fuerzas naturales (el fuego, el viento, etc.) son personificadas y divinizadas: se trata de dioses personales cuya presencia y actuación como tales se deja sentir continuamente en el curso de los acontecimientos.
  2. Modelo antropomórfico. Proyecta sobre el mundo (el conjunto de todos los fenómenos) y los dioses las motivaciones y experiencias personales de los humanos. Es decir, los dioses tienen, como los humanos, una personalidad o manera de ser y una voluntad libre, es decir, unos deseos, intereses y necesidades parecidas a los humanos. Todo cuanto sucede en el mundo se puede entender como el resultado de la personalidad y la voluntad de las divinidades (o fuerzas cósmicas) implicadas.
  3. Modelo mágico. El futuro del mundo y de la humanidad está determinado por los deseos de los dioses, que son las fuerzas determinantes del universo. Para prever y conocer el futuro habremos de anticipar cuáles son sus intenciones. Eso es posible gracias a diversas técnicas de adivinación que pretenden conocer la voluntad de los dioses, bien preguntándoles a ellos directamente (por ejemplo, a través de un Oráculo) o bien analizando procesos azarosos que los dioses pueden modificar a su gusto (por ejemplo, lanzando dados o cartas) o bien mediante la búsqueda de signos o portentos especiales (por ejemplo, el vuelo de las aves, la interpretación de los sueños, el análisis de las vísceras de los animales sacrificados, hechos maravillosos, etc.) El interés por influir en la voluntad de los dioses genera un conjunto de cultos, rituales, ofrendas, plegarias, etc. en los que la magia se convierte en un instrumento que permite ejercer un poder sobre la naturaleza y las personas.
  4. Es un tipo de discurso:
    • Revelado. El mito es una historia sagrada que en muchos casos ha sido revelada, inspirada o dictada por la misma divinidad.
    • Dogmático. Se presenta sin ninguna posibilidad de duda, como una historia absolutamente verdadera. A los ojos del creyente el mito es indiscutible.
    • Irracional y aceptado por fe. El discurso mítico demanda una fe ciega. En él la creencia, la fe, es esencial.
    • Incontrastable. La veracidad de sus explicaciones sobre los hechos es imposible de comprobar.
    • Simplista. El discurso mítico tiene un nivel de explicación muy sencillo, ya que la narración acostumbra a ser poco detallada e imprecisa. Esto lo hace especialmente atractivo para mentalidades que quieren respuestas sencillas.

La religión

El discurso religioso se constituye en un agregado de mitos, ritos, prescripciones y prohibiciones morales.

El discurso religioso igual que el discurso mítico:

  • Trata de entender el mundo como resultado de la voluntad de uno o varios dioses.
  • Afirma que nuestro destino dependerá de nuestra relación con los dioses.
  • Posee un carácter dogmático, revelado, irracional (aceptado por fe) e incontrastable.

Veure també: A LA RECERCA DEL SENTIT

Veure també: PANORAMA GENERAL DEL SABER HUMÀ.pps

Síntesi-adaptació a partir de: Apuntes de Filosofía de José Vidal Gonzalez (http://www.xtec.net/~jgonza51/)


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