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LOS DERECHOS HUMANOS: el horizonte moral de nuestro tiempo.

Se ha afirmado que la nuestra es, sin duda, la época en que más se ha escrito y hablado sobre el hombre, la época de los humanismos y del antropocentrismo. Sin embargo, paradójicamente, es también la época de las más hondas angustias del ser humano respecto de su identidad y destino, del rebajamiento del ser humano a niveles antes insospechados, época de valores humanos conculcados como jamás lo fueron antes.

Muchos están sucumbiendo a una visión en que la dignidad del ser humano ha sido reducida a la categoría de una cosa o de una función. Sin duda esa concepción supone una dimisión de lo humano. Algunos lo han notado. Así, Ignace Lepp, famoso psicólogo de lo profundo, ha calificado con duras palabras a quienes no buscan conocer y responder a su dignidad: "Traidores a su humanidad, ya que se niegan prácticamente a reconocer y asumir el carácter trascendente de su naturaleza", ha dicho, señalando que: "viven como cosas en medio de cosas". Apunta Lepp a un fenómeno paradójico.

En tiempos en que se ven tantos desarrollos tecnológicos, en que la humanidad cree haber avanzado tanto, el hombre es víctima de un proceso cosificador, sometido a conceptos más propios del mercado o el comercio que de la condición humana, su dignidad y su misión.

En nuestro tiempo todos los focos están puestos en lo económico y se están olvidando del inconmensurable valor de la persona.

LA DIGNIDAD HUMANA: la dignidad y el valor de la persona humana

Toda persona, todo individuo, está constituido por una serie de características: físicas, biológicas, fisiológicas, psicológicas, emocionales, afectivas, mentales, comunicativas, éticas, religiosas, etc. El ser humano es la criatura más compleja, más completa, más perfecta de la creación. Evolutivamente hablando, podemos considerar el ser humano como el único trozo de materia cósmica que ha llegado a pensar, a reflexionar, planificar, decidir, escoger. Es un ser:

• racional (capacidad de pensar, reflexionar, valorar),
• libre (capacidad de elegir, de seleccionar entre varias opciones) y
• responsable de sus decisiones.

Su cerebro es capaz de sentir, de generar emociones, sentimientos; capaz de pensar, de reflexionar, de planificar su futuro, de hacer proyectos y llevarlos a cabo, de amar y odiar… es la culminación de la evolución, la joya de la creación, es como un tesoro, como una criatura única dentro del universo. En el cosmos no conocemos ningún otro ser tan precioso como él. Dentro del Universo es algo original y único, es la expresión más avanzada de la evolución. Es por ello que es algo valioso, algo digno de admiración y respeto. El ser humano tiene un valor absolutamente incalculable. Es por ello que decimos que tiene una dignidad: es la dignidad humana.

Todo individuo debe estar formado para reconocer en todo ser humano este inmenso valor. Toda persona debe hacer un esfuerzo para descubrir este enorme valor, esta originalidad, esta dignidad inherente a todo ser humano.

Una de las primeras lecciones a enseñar, a transmitir desde la familia, desde la escuela, desde la comunidad convivencial consiste en ayudar al ciudadano a reconocer, apreciar y valorar la enorme riqueza, el enorme valor del ser humano: a reconocer su dignidad. Todo ciudadano debe ser capaz de reconocer esta dignidad, debe saber valorarla y respetarla adecuadamente.

Ver también: Desde la dignidad

10 DE DICIEMBRE DE 1948:  DECLARACIÓN UNIVERSAL DE LOS DERECHOS HUMANOS

El 10 de diciembre de 1948 las Naciones Unidas aprobaron la Declaración Universal de los Derechos Humanos: el horizonte moral de nuestro tiempo. Es un ideal común para todos los miembros de la familia humana; sin embargo, las denuncias de su transgresión son noticia habitual. Pero también hay muchas persones e instituciones comprometidas  con la defensa de los Derechos Humanos, con su difusión y cumplimiento. El respeto a los Derechos Humanos separa, siempre y en todo lugar, la “Razón” de la “Barbarie”.

PREÁMBULO DE LA DECLARACIÓN

Considerando que la libertad, la justicia y la paz en el mundo tienen por base el reconocimiento de la dignidad intrínseca y de los derechos iguales e inalienables de todos los miembros de la familia humana;

Considerando que el desconocimiento y el menosprecio de los derechos humanos han originado actos de barbarie ultrajantes para la conciencia de la humanidad, y que se ha proclamado, como la aspiración más elevada del hombre, el advenimiento de un mundo en que los seres humanos, liberados del temor y de la miseria, disfruten de la libertad de palabra y de la libertad de creencias;

Considerando esencial que los derechos humanos sean protegidos por un régimen de Derecho, a fin de que el hombre no se vea compelido al supremo recurso de la rebelión contra la tiranía y la opresión; (…)

LA ASAMBLEA GENERAL proclama la presente DECLARACIÓN UNIVERSAL DE DERECHOS HUMANOS como ideal común por el que todos los pueblos y naciones deben esforzarse, a fin de que tanto los individuos como las instituciones, inspirándose constantemente en ella, promuevan, mediante la enseñanza y la educación, el respeto a estos derechos y libertades, y aseguren, por medidas progresivas de carácter nacional e internacional, su reconocimiento y aplicación universales y efectivos, tanto entre los pueblos de los Estados Miembros como entre los de los territorios colocados bajo su jurisdicción.

Falta de respeto al derecho a la vida, falta de educación, incultura, aborto, explotación infantil, marginación, racismo, xenofobia, terrorismo, violencia de género, pena de muerte, eutanasia… son formas de transgresión de los Derechos Humanos.

Ver también: De cómo unos llegaron a usurpar los derechos de los otros


 

EL DERECHO A LA VIDA               

Artículo 3. Todo individuo tiene derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad de su persona.

El más básico y fundamental, el más primordial de los derechos, el primer derecho humano, fundamento del resto de derechos y deberes de las personas es el Derecho a la vida. Sin embargo, ese “Todo individuo tiene derecho a la vida” es interpretado de manera diversa según cuáles sean los intereses de cada intérprete. En relación con este derecho humano, actualmente hay planteado un gran debate a nivel mundial en torno al respeto que debemos otorgar a la vida humana en su fase inicial o final (aborto - eutanasia). Su formulación es ambigua y se presta a interpretaciones interesadas. Considerando que todo miembro de la familia humana tiene derecho a la vida, el aborto es una clara violación del espíritu y la letra del Derecho a la vida, y una lacra social actualmente aceptada y extendida por todo el planeta. Con la finalidad de acotar el sentido de susodicho derecho, se presentó en las Naciones Unidas una moratoria sobre el aborto en los siguientes términos: (…)

Sometemos a Vuestra consideración una petición de moratoria de las políticas públicas que fomentan formas de sumisión injustificada y selectiva del ser humano durante su desarrollo en el vientre de la madre mediante el ejercicio arbitrario de un poder de aniquilamiento, violando el derecho a nacer y a la maternidad. El artículo 3 de la Declaración Universal contempla que “Todo individuo tiene derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad de su persona.” Hacemos un llamamiento a los representantes de los gobiernos nacionales para que expresen su opinión a favor de un emendamiento significativo del texto de la Declaración: después de la primera coma, insertar “desde la concepción hasta la muerte natural”. Hacemos un llamamiento a los gobiernos para que respeten escrupulosamente los derechos humanos y, el primero de estos derechos es el derecho inviolable a la vida. (…) (Moratoria sobre el aborto, 2008, presentada ante la ONU por un grupo de personalidades internacionales).

Con lo cual la nueva redacción del artículo de la Declaración Universal de los Derechos Humanos quedaría expresada así:

“Todo individuo tiene derecho a la vida, desde la concepción hasta la muerte natural, a la libertad y a la seguridad de su persona”.

LA RETÓRICA Y LOS HECHOS en torno al Derecho a la vida

La humanidad ha conseguido a lo largo de siglos incrementar el respeto a la vida, hasta el punto que muchos países han renunciado a aplicar la pena capital incluso a los delincuentes más peligrosos. Esta actitud es considerada, generalmente, como un signo de verdadero progreso en humanidad, un avance en cuanto a madurez social. Disponer de una vida humana nos parece hoy una desmesura tal que preferimos respetar la existencia de quienes parecen empeñarse en privarla de todo sentido.

Sin embargo en España nuestros gobernantes y dirigentes políticos, una mayoría parlamentaria coyuntural, se han atrevido por intereses ideológicos y con mercadeo político por en medio y al servicio de intereses particulares, a desproteger la vida humana en gestación en sus fases iniciales, como solución más “imaginativa” que se les ha ocurrido para afrontar el problema de los embarazos no planificados: una opción claramente retrógrada en términos de progreso civilizatorio.

El Gobierno español el primero y la sociedad civil tras él deberían hacer una apuesta decidida por la cultura de la vida, frente lo que supone el aborto como expresión de la cultura de la muerte. No desechar ninguna vida, no abandonar a ninguna mujer en situación de extrema necesidad, proteger y cuidar la vida humana en cualquiera de las fases de desarrollo en la que ésta se encuentre, hacer posible su alumbramineto, crear las condiciones para hacerla digna, para que ninguna vida humana se desperdicie como consecuencia de los intereses egocéntricos que dominan la mentalidad moderna, esa es la senda del verdadero progreso humano, en eso consiste precisamente el verdadero progreso, y no el zafio progresismo que nos quieren vender nuestros actuales dirigentes políticos. Justo lo contrario del mensaje que se traslada al conjunto de la sociedad a través de la ley aprobada.

La aprobación de la nueva Ley del Aborto es también la última y más trágica expresión de la decadencia de nuestro sistema de representación política. La contradicción en la que se incurre es evidente: el mismo día que el presidente del gobierno español, Rodríguez Zapatero, se presentaba como el gran defensor del derecho a la vida en el Congreso Mundial que se celebraba en Ginebra contra la pena de muerte apostando por la erradicación planetaria de la misma, con las palabras que figuran a continuación, en el senado español, él mismo a través de su partido, creaba las condiciones “interesadas” para todo lo contrario, aprobando una ley que deja desprotegida de forma absoluta la vida humana hasta la semana 14. El mismo día en que el señor Zapatero declaraba en Ginebra que “nadie tiene el derecho a arrebatar la vida a otro ser humano”, el partido que dirige compraba las voluntades necesarias para aprobar esta ley que legitima y arrebata la vida de miles de inocentes. Oigan sino las afirmaciones de nuestro presidente del gobierno en el foro de Ginebra:

Nadie tiene derecho a arrebatar la vida a otro ser humano, absolutamente nadie. Trabajemos por esta causa. Me tienen a su disposición (J. L. RODRIGUEZ ZAPATERO).

Cultura de la vidaUna vida humana -aunque se halle en estado de formación- implica un valor que merece un inmenso respeto.

Frente a estos hechos, ¿qué actitud nos recomienda adoptar nuestra razón, con su capacidad de razonar, discernir y decidir libremente de forma madura y no arbitrariamente?

La primera recomendación es no buscar razones para legitimar el aborto en contra de los derechos de seres indefensos y a favor de la «capacidad de maniobra» de los mayores. El respeto a la vida humana debe ser incondicional y absoluto. Razones para anular la vida no es difícil encontrarlas, porque el afán de dominio nos ciega para el reconocimiento de lo valioso y nos justificamos tomando como válidas razones que objetivamente están lejos de serlo. Una vez abierta esta vía del dominio y el manejo arbitrario de la vida de otros seres, pueden encontrarse razones para eliminar no sólo a quienes todavía carecen de voz y no pueden reclamar sus derechos, sino a quienes no se acomoden al modelo de «vida útil y justificable» que impongan los grupos más poderosos que dominen el panorama social. 

La Declaración universal, de hecho, se refiere a los derechos humanos “iguales e inalienables” y proclama solemnemente que los seres humanos tienen la “dignidad intrínseca de todos los miembros de la familia humana” (Preámbulo). La ciencia, con algunos de sus descubrimientos más significativos en el ámbito genético posteriores a la Declaración, documenta de forma irrefutable la existencia de un patrimonio genético humano en el embrión, un patrimonio único e irrepetible, a partir de su primera etapa de desarrollo.

«Los derechos humanos no los crea el Estado, no son fruto de un consenso democrático, no son concesión de ninguna ley positiva, ni otorgamiento de un determinado ordenamiento social. Estos derechos son anteriores e incluso superiores al mismo Estado o a cualquier ordenamiento jurídico; el Estado y los ordenamientos jurídicos sociales han de reconocer, respetar y tutelar esos derechos que corresponden al ser humano, corresponden a su verdad más profunda en la que radica la base de su realización en libertad».

Toda persona no cegada por una ideología nihilista y con un mínimo de sentido común sabe que los derechos humanos se basan en una ley natural inscrita en su corazón, presente en las diferentes culturas y civilizaciones; y que, por lo tanto, son universales y anteriores a cualquier forma de organización política. El respeto incondicional a la vida humana en toda situación supone un gran logro que debiera ser definitivo en la historia de la Humanidad. Lo verdaderamente culto es respetar incondicionalmente la vida humana. A este alto grado de cultura habíamos llegado.

BATERÍA DE PREGUNTAS SOBRE EL DERECHO A LA VIDA EN EL CONGRESO

carlosEl diputado de Unión del Pueblo Navarro Carlos Salvador vuelve a la carga poniendo entre la espada de la dignidad y la pared de las siglas a los miembros del Gobierno con sus preguntas. Salvador ha enviado 18 preguntas sobre el derecho a vivir a la nueva ministra de Sanidad y Política Social, Trinidad Jiménez. Estas son algunas de las preguntas de Carlos Salvador:

  • ¿Comparte los planes y las ideas mantenidas por el Gobierno en esta materia», es la primera pregunta.
  • ¿Cuándo entiende usted que empieza la vida humana?
  • ¿Un ser no nacido mientras permanece en el vientre de su madre tiene o no tiene una entidad propia y distinta del cuerpo de la madre que lo protege?
  • ¿Cree que el aborto, que provoca la muerte de más de 100.000 seres humanos en nuestro país, es una gran tragedia de la que deberíamos ser conscientes?
  • ¿Cree que la falta de voluntad o deseo por tener un hijo no previsto resulta suficiente para poder eliminar la vida de un no nacido?
  • ¿Qué diferencia existe entre eliminar la vida de un no nacido al que no se desea tener y la eliminación de una persona humana que tampoco se desea soportar?
  • ¿Qué cree usted que un no nacido contestaría, si pudiera expresarse, ante la pregunta "qué quieres, morir o vivir"? Póngase en el lugar del no nacido, ¿qué contestaría usted?

Así, la ministra acaba concluyendo que "no puede compartir la afirmación de que la interrupción del embarazo sea la eliminación de la vida de un  ser humano". Sin embargo, señala que en el ámbito jurídico "no existe el concepto legal de ser humano, sino de persona", y recuerda que la definición es la de "vida humana independiente a partir de las 24 horas del nacimiento". Antes de ese momento no se tienen "derechos fundamentales".

La ley del aborto, aprobada contra la Ciencia

MADRID, 14 DE OCTUBRE DE 2010.- Ginecólogos DAV denuncia que huir del debate científico, como propone Aído, es lo que provoca la desprotección de la vida del ser humano. La ministra de Igualdad, Bibiana Aído aseguró ayer en el Congreso, ante la pregunta planteada por el diputado de UPN Carlos Salvador sobre la naturaleza del ser abortado, que “si lo que quiere es un debate sobre ciencias, religión o filosofía, considero que contraponer opiniones o convicciones particulares, sean las suyas o las mías, no nos lleva a ninguna parte, especialmente cuando la nueva ley ha sido aprobada por el Parlamento”.

Lo que la ministra está expresando en realidad con esas palabras, es mucho más grave de lo que parece. Porque, como asegura el portavoz de Ginecólogos por el Derecho a Vivir, Esteban Rodríguez, “huir del debate científico y ético nos lleva a leyes en las que la vida queda sin protección y a violar el Código Civil que  considera, en su artículo 29, que ‘el concebido se tiene por nacido para todos aquellos efectos que le sean favorables’”.

“Recuperar el debate ético y científico –prosigue Rodríguez- es necesario para la regeneración democrática de la clase política, para que la vida humana sea debidamente protegida y para que los derechos humanos sean respetados”.

Los seres humanos son seres personales únicos e irrepetibles y el embrión humano es el embrión de una persona. Por eso, enfatiza Rodríguez, “estos hechos científicos son algo a lo que los legisladores en democracia no deberían dar la espalda, ya que nos conduce a leyes que discriminan a los seres humanos por motivos de edad o de salud”.

El Dr. Rodríguez afirma que avanzar en el respeto a derechos humanos significa desarrollar el artículo 6 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, que establece que "todo ser humano tiene derecho, en todas partes, a que le sea reconocida su personalidad jurídica”.

La ética de los votos

Es más, cuando la ministra subraya que ese debate “no nos lleva a ninguna parte, especialmente cuando la nueva ley ha sido aprobada por el Parlamento”, defiende que lo que está aprobado por mayoría parlamentaria es siempre bueno, moral o beneficioso para el bien común de la sociedad. “La ministra debería tener en cuenta episodios en los que las autoridades de algunos Estados han sacado leyes adelante leyes contrarias a los derechos humanos, como las leyes esclavistas de siglos pasados, las leyes que negaban la condición de seres humanos a los judíos o las que negaban el derecho al voto a las mujeres", expone Rodríguez. 

Por otra parte, no está de más recordar que la ley del aborto, carece de mucha calidad democrática en su elaboración, en la medida en que no fue anunciada en el programa electoral del PSOE, y además, su validez se encuentra sujeta a la deliberación del Tribunal Constitucional.


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