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Posibilidades y limitaciones de la mente humana

El pensamiento en acción: un cerebro adecuado al momento evolutivo

Posibilidades y limitaciones de la mente humana: cuestiones sobre teoría del conocimiento y alcance del pensamiento científico.

¿Cuál es el estadio, nivel o grado de pensamiento de nuestra especie en la actualidad? ¿Cuál es la cantidad y calidad de nuestro pensamiento actual? ¿Pensamos mucho o poco? ¿Pensamos bien, mal o regular? ¿Podemos llegar a pensar más y mejor? ¿Cuáles son las capacidades y posibilidades de nuestra mente? No existe nada tan complejo y sutil en el universo como el cerebro humano. Nuestra capacidad de pensar está en función de nuestra complejidad cerebral y ésta va aumentando con la evolución biológica. Los estudios nos indican que ha habido muchos estadios diferentes de capacidad de pensar a lo largo del proceso evolutivo, y nada hace pensar que nuestro estadio actual sea ni el superior ni el definitivo. Aunque estamos entre los animales que han pensado más y mejor, nada permite afirmar que lo podamos pensar todo. Más bien hay que admitir que pensamos «lo que podemos» dado nuestro actual estadio evolutivo, que es tan sólo una etapa en un larguísimo camino evolutivo.

La realidad que nos circunda es amplia, pero quizás no toda directamente perceptible por la mente humana. Nuestro universo comienza con el big bang, pero ¿hubo algún otro antes ?, ¿ha habido millones, de universos?, ¿fue Dios quien lo creó? ¿Existe eso a lo que llamamos Dios? ¿Es la ciencia, el conocimiento científico, el único camino para su conocimiento? Dios comienza donde termina la ciencia. El mito, la religión, la filosofía o la ciencia son creaciones humanas, discursos interpretativos de la realidad. El conocimiento humano tiene límites y existe la posibilidad del error. Todo lo científico es «real», pero no todo lo real es «científico». La ciencia sólo puede dar respuestas a las cuestiones que afectan a la materia, y “no toda la realidad es abordable mediante el método científico". Puede ser, pues, que, como especie, nos encontremos en una etapa dada de un proceso evolutivo abierto, con unas capacidades susceptibles de progresar. Una buena razón para ser modestos y no creernos que disponemos de recursos mentales insuperables. Admitamos y aceptemos, pues, nuestras posibilidades, pero también nuestras limitaciones.

Todo lo científico es «real», pero no todo lo real es «científico». “No toda la realidad es abordable mediante el método científico".

La ciencia no aspira a establecer verdades absolutas, sino a llegar a la verdad por aproximaciones sucesivas, sin pretender que ha conseguido ninguna etapa final ni una exactitud completa.

A. El pensamiento en acción: un cerebro adecuado al momento evolutivo

(…) Aunque no hay correlación estricta entre volumen cerebral e inteligencia, sí que en el panorama evolutivo de los homínidos la aceleración del crecimiento cerebral correspondió a grandes rasgos con una creciente complejidad y aceleración de la capacidad mental. Pero esto fue muy lento, y la lentitud de este proceso nos alecciona sobre la limitación histórica y presente de la capacidad intelectual humana. ¿Qué debían pensar los prehumanos y los humanos durante los cientos de miles de años durante los cuales empezaron a pensar, pero pensando poco? ¿Qué quiere decir pensar poco, o sólo un poco? ¿Nosotros pensamos poco o mucho, y en relación con qué? Ignacio Agustí evocaba a El País el 4 de junio de 2006, recordando al eminente paleontólogo J. Desmond Clark, las frases de Esquilo a Prometeo encadenado que bien se pueden aplicar a las preguntas que acabamos de hacer: «De niños que eran he hecho de ellos seres inteligentes [...]. En principio ellos veían sin ver, escuchaban sin oír y, como si fueran imágenes de sueño, vivían sus existencias en el desorden y la confusión.» ¿Es de aquí de dónde venimos?

Materia que piensa, reflexionaAunque nuestra suficiencia no suela estar dispuesta a admitirlo, hay que aceptar que ha habido muchos estadios diferentes de capacidad de pensar, y nada hace pensar que nuestro estadio sea ni el superior ni el definitivo. Es más bien sensato considerar que, aunque debemos estar entre los animales que han pensado más y mejor, nada permite afirmar que lo podamos pensar todo. Más bien hay que admitir que pensamos «lo que podemos» dado nuestro estadio evolutivo, que es una etapa en un larguísimo camino evolutivo. Este tipo de consideración lleva a quien no sea muy egocentrista o etnocéntrico a pensar que podríamos pensar más o menos, y que esto relativiza mucho el carácter absoluto y definitivo que menudo aplicamos a nuestra capacidad mental. Propiamente, nos toca ser proporcionadamente agnósticos, tanto en lo referente a las cuestiones cercanas (ciencias experimentales, ciencias humanas, cuestiones sociopolíticas) como con respecto a las cuestiones últimas (teología).

El catedrático de ecología Jaume Terrades hacía en 2006 unas confesiones personales en esta tesitura proporcionadamente agnóstica: «¿Qué le maravilla?», Le preguntaban. Y respondía: «Todo, pero no existe nada tan complejo y sutil en el universo como el cerebro humano.»Y cuando le decían que a la complejidad del universo algunos la llaman Dios, respondía: «Hay cosas que no sabremos nunca. Este universo comienza con el big bang, pero ¿hubo algún otro antes ?, ¿ha habido millones, de universos?, ¿fue Dios quien lo decidió? Dios comienza donde termina la ciencia.» Y añadía aún: «El hecho de que un ser marginal, en un planeta marginal, se plantee la explicación del Universo no es más que un afán poético. Y creo que el arte es también un instrumento de descubrimiento que, en ocasiones, se ha avanzado en la ciencia.» Son unas modestas y sabias consideraciones bien pertinentes cuando uno se plantea la eventual solemnidad máxima de nuestra capacidad mental.

La progresiva hominización del mundo mental debería ser, pues, un proceso continuado en el que es difícil marcar estadios definidos. Seguramente pasa aquí lo que sucede en otros procesos vitales, y lo podríamos comparar al proceso de constitución de la misma persona a lo largo del desarrollo embrionario. La filogenia y la ontogenia, tanto en el aspecto mental como en el aspecto morfológico, dejan claro un momento inicial en el que todavía no se puede hablar de humano y un punto final en el que el carácter humano está bien definido, pero hay una serie de estadios intermedios difíciles de precisar. Puede ser, pues, que, como especie, estemos en una etapa dada de un proceso abierto, ya plenamente humano, pero con unas capacidades susceptibles de progresos que nos cuestan prever. Una buena razón para ser modestos y no creernos que disponemos de recursos insuperables.

R. M. NOGUÉS: Dios, creencias y neuronas pág. 30-31.

B. Posibilidades y limitaciones de la mente humana: cuestiones sobre teoría del conocimiento y el alcance del pensamiento científico.

La realidad que nos circunda es amplia y está constituida por diversidad de dimensiones perceptibles y mensurables unas, pero también por otras muchas que escapan no solo a nuestra medida, sino incluso a nuestra limitada y angosta percepción humana. Si partimos de esa concepción amplia de la realidad…, más allá de la «realidad» experimentable, ¿es posible descubrir y conocer la realidad, es posible conocer la verdad encerrada en el interior de esa realidad? Y… ¿para conocer esa realidad y su posible misterio, existe un camino adecuado que nos conduzca a ese conocimiento verdadero? ¿Es la ciencia, el conocimiento científico, el único camino? Estamos planteándonos las posibilidades que nos ofrece nuestro pensamiento. Reflexionemos pues, aunque sea sucintamente, sobre las posibilidades y limitaciones de nuestra mente.

La pregunta por el sentido de las cosas. El ser humano posee la capacidad de interpretar la realidad, de dar sentido a lo que percibe, construye su mundo a partir de su capacidad de pensar abstractamente y el desarrollo del lenguaje. El mito, la religión, la filosofía o la ciencia son creaciones humanas, son expresiones simbólicas en formato humano de esa realidad, son discursos interpretativos de la realidad que pretenden responder a la pregunta sobre el sentido de la realidad.

Las cegueras del conocimiento humano. El ser humano no es perfecto y es conocedor de sus limitaciones. La opinión más extendida es que el conocimiento de esa realidad es posible, pero no de un modo absoluto, sino sólo relativamente. El conocimiento humano tiene límites y existe la posibilidad del error. De alguna manera las religiones, la filosofía y la ciencia con la lógica de sus razonamientos, no pocas veces, por ser productos del cerebro humano, pueden ser portadoras de errores que dejan inmersos en el vacío más absoluto.

Las distintas teorías científicas son modelos que sirven para explicar los fenómenos. A lo largo de la historia de la ciencia y de la humanidad, las teorías científicas han sido desplazadas por nuevos planteamientos que trascienden los límites del modelo previamente establecido. Todas las leyes científicas son teorías parciales, es decir, intentan abordar desde el estadio de desarrollo mental acumulado en un momento histórico concreto aspectos parciales de la realidad global. Nunca podremos afirmar que está dicha la última palabra sobre cualquier aspecto de la realidad y será difícil que llegue a decirse, pues cada vez que creamos tener la teoría última, nos encontraremos con un horizonte nuevo y desconocido por descubrir, ya que nuestro pensamiento es limitado. Las teorías científicas tienen, pues, sus limitaciones.

Formas de conocimiento y de acercamiento a esa «realidad». Las limitaciones del paradigma positivista: Todo lo científico es «real», pero no todo lo real es «científico». La ciencia intenta responder a cómo son las cosas, cómo se realizan las cosas. El porqué y el para qué es propio de la filosofía. La ciencia y la tecnología han dado especialmente en los últimos siglos a la especie humana un gran poder. Constituyen uno de los grandes "productos culturales" de nuestra especie. Pero la «ciencia» tiene sus límites. Que toda la realidad deba responder a una verificación empírica es una afirmación ideológica, no científica. La ciencia sólo puede dar respuestas a las cuestiones que afectan a la materia, y que "no todo conocimiento es abordable mediante el método científico". El pensamiento humano es débil y la ignorancia nos acompaña en nuestro camino. Los límites del saber, las zonas de sombra que todavía imperan en lo tocante a las preguntas realmente importantes para el ser humano son una realidad. Suponemos, desde los conocimientos científicos actuales, la imposibilidad de que exista otra realidad distinta a la que contemplamos y vivimos espacio-temporalmente. Mas la ciencia no es la última respuesta a las inquietudes humanas. Nos preguntamos continuamente sobre cuestiones existenciales a las que la ciencia no ofrece respuesta segura. ¿Por qué se ha de otorgar toda credibilidad a los conocimientos científicos en lo referente a las aspiraciones y esperanzas humanas? Muchos enigmas no quedan resueltos por los hallazgos científicos.

Los grandes filósofos y físicos de nuestro tiempo han puesto de manifiesto las límitaciones del pensamiento científico. Existen las limitaciones propias de la mente humana, existe como una incapacidad de la razón y la ciencia para brindar respuestas definitivas. La «ciencia», una de las manifestaciones de la inteligencia humana aplicada al conocimiento de la realidad, muestra hoy su contingencia, sus contradicciones y limitaciones como forma de conocimiento y penetración de la realidad. Para la ciencia sólo es «real» aquello que puede someterse a verificación científica. Lo hemos indicado anteriormente, todo lo científico es «real», pero no todo lo real es «científico»; es decir, no todo lo real es verificable empíricamente (no todo resulta abordable por la ciencia).  En la miseria de nuestras vidas, la ciencia no tiene absolutamente nada que decirnos, pues excluye por principio muchos otros problemas que resultan acuciantes para el ser humano y que no son directamente abordables por ella. Por ejemplo, la ciencia en cuanto tal, no puede demostrar la existencia de Dios, pero tampoco su inexistencia. Puede que las preguntas por el origen, causa y razones del mundo estén fuera de nuestro alcance, como lo está, por ejemplo, la comprensión del cinismo por parte de una hormiga. La ciencia y la religión son dos ventanas para mirar el mundo. La búsqueda del sentido de la realidad y la respuesta a los interrogantes del universo no está definitivamente cerrada. La puerta queda abierta para que, si lo deseamos, cada uno de nosotros pueda adentrarse en ello.

VMC


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